Capítulo 305
Al enterarse de esta terrible noticia, Isaac sintió como si toda su espina dorsal hubiera colapsado, encorvándose instantáneamente bajo el peso.
Federico le dio un consejo: “Isaac, por el delito de lesiones intencionales que cometió tu mamá, podría ir a prisión. Si ella termina encarcelada, afectaría gravemente tu futuro. Te sugiero que vayas inmediatamente a suplicarle a tu papá y a las víctimas, pídeles que emitan una carta de perdón. Tal vez el tribunal pueda mediar el conflicto en privado. Esa sería la mejor opción.”
Isaac, recobrando su lucidez, asintió agradecido y luego salió corriendo a toda velocidad.
Una vez en el hospital, después de preguntar por todos lados, Isaac supo que todas las personas lesionadas habían sido llevadas a la Clínica Estética Renacer. Ese hospital estaba cerca de la villa de la familia Córdoba y su tecnología para tratar todo tipo de heridas era líder en el país.
Isaac, bajo el pretexto de visitar a su padre, preguntó en la recepción por la habitación de Lucio y se dirigió allí sin detenerse.
En la habitación, Lucio estaba solo en pantalones cortos, con la mayoría de su piel expuesta severamente quemada y lacerada. El hombre, con una expresión de dolor, aunque apretaba los dientes, no podía evitar gemir de vez en cuando.
“Ay.”
Isaac, parado en la puerta, se quedó mirando la penosa condición de su padre, aturdido.
Al notar a su hijo, el hombre le preguntó con aire de pocos amigos. “¿Qué viniste a hacer aquí?” Isaac se acercó lentamente a su padre, como si fuera un diplomático, sin mostrar ninguna emoción, y negoció de manera formal: “Espero que puedas emitir una carta de perdón para librar a mi mamá de la cárcel.”
Lucio, furioso, gritó: “Imposible. Ella está loca, es una maniática. Si no la encierran, quién sabe qué otra locura podría cometer.” Al referirse a su exesposa, su tono fue extremadamente despectivo, sin mostrar ningún rastro del amor que una vez pudo haber tenido.
Isaac apretó los puños, haciendo crujir sus nudillos.
Lucio captó su odio, y con una mirada temerosa, su tono se suavizó, pero igualmente, estaba lleno de resignación: “Isaac, no puedes pensar solo en tu mamá; también tienes que considerar mi seguridad. Ella me odia profundamente. Si la libero, no solo no me agradecerá, sino que se vengará…”
Sus excusas sonaban forzadas.
Viendo a su padre tan despiadado, Isaac perdió todo respeto natural que pudiera tener hacia su padre. Lo único que quedaba era desprecio y aborrecimiento.
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Capítulo 305
“Si no cooperas conmigo, no me culpes por olvidarme de los viejos tiempos. Creo que, con los años que llevo en el Grupo Córdoba, si hago algo que perjudique a la compañía, será por tú culpa.”
Lucio lo observó atónito, sin esperar ser chantajeado por su propio hijo. “¿Qué piensas hacer?” Preguntó con irritación.
“Papá siempre se ha preocupado por el futuro del Grupo Córdoba. Si le entrego a los medios. pruebas de que has evadido impuestos, ¿Crees que el mercado de acciones del Grupo Córdoba se mantendrá estable?”
Lucio nunca imaginó que llegaría el día en que se enfrentaría a su propio hijo, por lo que riéndose amargamente, preguntó: “¿Estás seguro de que quieres enfrentarme? Isaac, parece que estos años de independencia te han llenado de una confianza ciega. ¿Qué te hace pensar que puedes competir conmigo?”
El joven, con el rostro tensado por la ira, contestó: “¿Esto significa que nos hemos declarado la guerra?”
“Te haré ver que, sin mi gran respaldo económico, no eres nada.”
Isaac se sintió humillado…
“Eres verdaderamente despreciable. Que mi mamá te haya conocido es lo peor que pudo haberle pasado.”
El hombre sonrió con desdén: “Ja, considerando que tu mamá te tuvo a ti, un desgraciado sin corazón, encontrarme a ella, en realidad es lo peor que pudo haberme pasado.”
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