Capítulo 304
“Ay, solo de pensar en ese niño tan pequeño, enfrentándose solo a un mundo tan cruel, sin saber qué comería, qué se pondría, dónde viviría… Me destruía el corazón. Todos estos años, cada vez que sueño con él, el dolor es inmenso. En mi corazón, realmente lo he llegado a considerar como mi hermanito. No tienes idea de cuánto dependía de mí, ni de cuánta confianza me tenía. Y yo lo perdí. Si pudiera volver el tiempo atrás, preferiría no tener a esa madre tan dura de corazón y quedarme con ese hermanito que tanto calor me daba.”
Esa era una de las cosas que Aurora nunca podría olvidar.
Cuando no lo mencionaba, sus días transcurrían en paz.
Pero al recordarlo, el dolor era insoportable.
Se lamentaba por el destino de ese niño que compartía su sufrimiento.
La joven se apoyó en la cabecera de la cama, y comenzó a llorar como si el mundo se acabara.
Salvador, temblando, extendió su mano para acariciarle suavemente el cabello.
Sus ojos estaban más rojos que nunca.
“Entonces, el nombre Aurora… también tiene algo que ver con él, ¿Verdad?” Preguntó Salvador.
Ella levantó la cabeza de golpe, y al ver el enrojecimiento en los ojos de Salvador, se sintió repentinamente nerviosa. “Salva, cuidé a ese niño por medio año, en ese entonces yo misma era casi una niña, le di todo mi amor, así que es natural que lo recuerde tan profundamente. Escogí el nombre Aurora en su honor, porque quería ser la aurora que ilumina su vida. Pero por favor, no te pongas celoso…”
“Sé lo bueno que eres conmigo, y yo también seré buena contigo. Nuestra amistad es muy profunda… no menos que la que tenía con él…” Dijo acariciandole la mano.
Salvador sonrió, y agarrando la mano de Aurora, dijo suavemente: “No estoy celoso. Solo envidio a ese niño, qué afortunado fue al encontrarte.”
Aurora trató de halagarlo rápidamente: “¿Qué afortunado fue él al encontrarme? ¿Y yo qué? También fui muy afortunada al encontrarte. Salva, eres mi buena suerte… no solo me ayudaste a triunfar en mi carrera, sino que también salvaste mi vida… Eres básicamente…”
Aurora se detuvo, y luego dijo en voz firme: “Eres mi salvador.”
Salvador no pudo evitar reír: “Así que puedes hacer halagos. Ya que puedes, deberías decirlos más seguido, me encanta escucharlos.”
Aurora se quedó atónita.
Salvador, dándole un golpecito en la cabeza, le dijo: “Ve a lavarte la cara, tus ojos están hinchados de tanto llorar, no me gusta verte llorar.”
“Sí, claro.”
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Capitulo 304
Aurora se levantó y caminó hacia el baño.
Salvador miró su figura alejándose, y de repente, las lágrimas comenzaron a fluir como un río. Levantó la cabeza, intentando detener el llanto.
“Aurora…”
“Aurora…”
Repitió su nombre en su corazón una y otra vez.
En la villa de la familia Córdoba, mientras las sirenas sonaban largamente, la policía se llevó a
Penélope.
Las ambulancias estaban alineadas en frente de la villa, y los heridos fueron llevados en
camillas.
Los familiares, indignados, maldecían al responsable: “Qué loca, no es de extrañar que el director quisiera divorciarse de ella. Esa mujer es un peligro.”
Isaac, quien llegó corriendo, al escuchar los comentarios despectivos sobre su madre, sintió un profundo pesar.
En un momento de desesperación, agarró a Federico Nolan para preguntarle: “¿Dónde está mi mamá?”
El joven se soltó: “Isaac, ¿Qué le pasó a tu mamá? ¿Qué locura hizo? ¿Cómo se atrevió a rociarle ácido a todos? Menos mal que la policía se la llevó. Deberías preocuparte por tu papá, parece que él y tu madrastra están gravemente heridos.”
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