Capítulo 261
La detención de Isaac causó un gran revuelo en la familia Córdoba.
Lucio, furioso, regresó a su hogar con Penélope y, al verla, le propinó una fuerte bofetada.
La mujer, cubriéndose el rostro, lloró diciendo: “Amor, sé que Isaac te ha decepcionado otra vez. Pero, después de todo, es tu hijo; tienes que ayudarlo.”
Lucio no quiso escuchar las palabras de su esposa; en ese momento, solo quería cortar lazos con Isaac para evitar ser arrastrado por sus escándalos.
Lanzando un acuerdo de divorcio, dijo con ira: “Vamos ahora mismo al registro civil a obtener el certificado de divorcio. No quiero volver a verte ni a ti, ni al tonto de mi hijo.”
Penélope, abrazando sus piernas, suplicó: “Amor, no puedes abandonar a Isaac en este momento. Te lo ruego, si no lo ayudas, terminará en prisión.”
“Entonces que vaya a prisión. Es mejor que ese tonto se quede tranquilo allí adentro.”
Penélope lo amenazó: “Acepto ir a registrarnos, pero tienes que prometerme sacarlo de allí.”
El hombre suspiró: “Esta será la última vez que lo ayude.”
Así, ambos fueron al registro civil, donde el acuerdo de divorcio ya estaba preparado, obteniendo el certificado de divorcio sin inconvenientes.
Al–salir del registro, Lucio se marchó en su auto de lujo.
Penélope, con una mirada vacía, caminó sin rumbo por las calles.
Aurora había estado en el hospital día y noche, y su estado mental empeoraba. Salvador, al verla adormilada todo el tiempo, no podía evitar sentirse muy preocupado, por lo que fue a hablar con el médico sobre su condición.
“Doctor, ¿Ella está grave?”
El médico mostró una expresión de duda: “Cuando ella llegó al hospital, tenía algunas heridas superficiales y varios moretones extensos. Las heridas no deberían ser tan graves. Pero parece que su constitución es bastante especial; una persona normal se recuperaría rápidamente con un día de tratamiento. Sin embargo, el estado mental de la señorita Aurora está empeorando… sospecho que el incidente del secuestro le ha causado un gran trauma psicológico.”
Salvador frunció el ceño profundamente.
“Entendido.”
Después de despedirse del médico, fue directamente a la habitación de Aurora. Ella, al ver que alguien entraba, pretendió estar dormida y cerró los ojos para descansar.
Salvador se sentó a su lado, sin hablar, fijando sus profundos ojos en el pálido rostro de Aurora.
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Capítulo 261
La joven, incapaz de esperar una reacción de él, abrió los ojos sutilmente, encontrándose con la mirada aguda de Salvador.
“Salva, ¿Viniste?” Preguntó saludándolo con cierta culpa.
Al hablar, el dolor de sus heridas hizo que su respiración se entrecortara. La frialdad en Salvador se derritió instantáneamente, y sus ojos se humedecieron ligeramente.
Con un tono mezclado de ternura y mimo, le preguntó: “¿Por qué cada vez que te encuentras con él, terminas llena de heridas? Aurora, ¿No podrías alejarte de ese hombre?”
Sus ojos eran claros y puros, pero con el pasar de los años, su mirada hacia Aurora se volvía cada vez más suave, como si fuera un manantial que lo embriagaba.
Aurora, sin poder evitar acomodar el cabello sobre su frente, dijo sonriendo: “Salva, no frunzas el ceño, pareces un viejo. Estás en la flor de la juventud, deberías vivir un amor apasionado. No te preocupes demasiado por mí.”
Salvador, con un semblante serio, replicó: “¿Y tú qué?”
Al no poder esquivarlo, Aurora finalmente adoptó una actitud más seria: “Mi vida ya fue arruinada por Isaac. Así que pasaré el resto de mi vida enredada con él; si yo no puedo ser feliz, él tampoco.”
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