Capítulo 224
En la sala de estar, Salvador, con las piernas cruzadas, proyectaba una sombra majestuosa como un árbol imponente; sin embargo, su expresión estaba envuelta en sombras, dándole un aire sombrío.
Aurora casi se sobresaltó por su presencia, por lo que tropezó y se tambaleó.
Salvador dio un paso adelante para sostenerla, soltando un suspiro de lamento: “No soy
ninguna bestia ni un diluvio. ¿Por qué te asustas?”
Aurora lo miró, notando cuánto había madurado su rostro, haciéndolo cada vez más parecido al hombre que en el pasado, en la cima de su poder, intimidaba a todos.
“¿Le diste el Chronos Élysée?” Preguntó Salvador, con una ira apenas contenida.
“Cinco mil millones, ni un centavo menos, me dio un cheque.” Dijo levantando orgullosamente el cheque.
Salvador rio irónicamente: “No ganaste ni un centavo. Y aun así estás feliz.”
Ella se sintió satisfecha: “Al menos no perdí.”
Salvador suspiró débilmente: “No entiendes nada.”
“¿Qué debería entender?” Preguntó confundida.
Salvador le palmeó la cabeza, resignado: “Déjalo.”
Y luego, con tristeza, añadió: “Creo que soy un paria estelar.”
Aurora rio: “¿Qué tonterías dices? Eres muy atractivo, no sabes cuántas chicas te seguirán en
el futuro.”
“Entre miles, solo tomaré una copa.”
Aurora, aliviada, comentó: “No esperaba que fueras tan fiel. Eres mucho mejor que esos jóvenes derrochadores.”
Al escuchar esa alabanza, el rostro Salvador se iluminó: “Todo gracias a tus enseñanzas.”
Mientras tanto, Isaac se adentró en la tormenta.
Cruzó el umbral de su casa con la ropa convertida en una segunda piel, goteando sobre el piso. Se dejó caer en el sofá mientras sentía el Chronos Élysée palpitar con un calor inquietante en su palma. Lo suspendió frente a sus ojos, estudiándolo: era una exquisita pieza de rubí negro, donde un cempasúchil grabado dominaba el frente y una hoja de trébol decoraba delicadamente el reverso. La cadena, forjada en platino puro, resplandecía tenuemente bajo la
luz.
Sus años junto a Cynthia le habían enseñado a reconocer el lenguaje oculto de aquel diseño – el cempasúchil y el trébol, dos símbolos entrelazados representando dos existencias distintas.
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Capítulo 224
Sin embargo, como el férreo materialista que era, no podía evitar encontrar absurdo todo el misticismo que rodeaba al Chronos Élysée.
Mientras sus dedos recorrían cada detalle del reloj, Isaac se detuvo en un descubrimiento inesperado: junto a uno de los eslabones de la cadena, dos pequeños colgantes habían permanecido ocultos hasta ahora un halcón en vuelo y, a su lado, un delicado lirio.
–
Isaac sabía que el lirio era la flor favorita de Marina, y el halcón, el emblema de la familia Nolan. Sus pupilas se contrajeron de ira y lanzó el reloj de bolsillo lejos.
“¿Salvador Nolan?”
“¿Marina?”
Ese reloj de bolsillo parecía un símbolo de su relación, Isaac intuyó que su unión no era algo superficial o pasajero. Probablemente, tenían una conexión profunda.
Después de un rato, Salvador recogió la cadena del reloj de bolsillo, sosteniéndolo en sus manos mientras se sumía en el sueño, cargado de la ira por la traición de su exesposa.
Sin saber cuánto tiempo estuvo dormido, se encontró en un estado de semi–inconsciencia, como si hubiera entrado en un bosque neblinoso.
Una voz etérea resonó cerca de su oído, sonando distante y, a la vez, cercana.
“Isaac.”
“Isaac.”
“¿Quién? ¿Quién me llama?” Preguntó mirando a su alrededor.
El bosque estaba envuelto en la niebla, sin vislumbrar nada claramente. Pero la voz volvió a
sonar: “¡Isaac!”
Siguiendo el sonido, exploró el bosque neblinoso.
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