Capítulo 199 

Aurora miró a su padre con ojos llenos de rencor. Aunque se había obligado a sí misma a cortar los lazos afectivos una y otra vez, el odio y la aversión de quien le había dado la vida la hacían sentir un dolor punzante en el corazón. 

“¿En qué acaso soy menos que ella?” preguntó con debilidad, buscando la respuesta que había perseguido a lo largo de dos vidas. 

Gabriel, como un león enloquecido, observó a su presa con ferocidad, como si en el próximo segundo fuera a lanzarse sobre su hija y desgarrarla. “No le llegas ni a los talones.” 

El mundo de Aurora se oscureció, como si alguien hubiera apagado todas las luces. 

Era torpe, pero podía volverse deslumbrante con esfuerzo y dedicación. 

Era fea, pero podía transformarse en belleza radiante con el toque correcto de maquillaje y elegancia. Pero el amor de sus padres era algo que no podía obtener con esfuerzo, una sensación de impotencia nacía de la nada. 

No importaba lo que hiciera, nunca lograba ganarse ni una palabra de aprobación. 

Un par de manos cálidas, con la temperatura del sol primaveral, le cubrieron suavemente los oídos. “Aurora, no le hagas caso a sus tonterías. Eres mucho mejor que esa enfermiza en todos los sentidos, su corazón es el que está torcido.” 

Mientras miraba a Salvador con gratitud, el sentimiento de impotencia de Aurora comenzó a 

desvanecerse. 

Los ojos de Salvador, tan hermosos que podrían desatar una guerra, brillaban con una sonrisa indulgente. 

En un momento de descuido, Gabriel de repente sacó un puñal de su bolsillo y se lanzó hacia Aurora en un frenesí. 

“Muere. Solo con tu muerte, tu hermana podrá ser feliz.” 

El brillo helado del puñal congeló completamente a Aurora. Su mente se paralizó, y su rostro se quedó sin expresión, como el de un muñeco tallado en madera, insensible. 

Cuando el puñal se dirigió hacia Aurora, Salvador la empujó fuera del camino. Su hombro chocó contra la hoja del puñal, lo cual le causó una herida impactante en su brazo, 

“Salva.” Aurora finalmente reaccionó. 

La joven, recuperada, tiró a Gabriel al suelo, quien terminó sentado en el piso. 

Desesperada al máximo, le dio una orden débil a Valeria: “Vale, llama a la policía.” 

Gabriel, como si escuchara un cuento de hadas, abrió sus ojos como platos, incrédulo: “¿Qué dijiste? ¿Vas a llamar a la policía para que me detengan? 

14:18 

Capitulo 199 

“¿Vas a llamar a la policía contra tu propio padre? Eso no te conviene, ¿Sabes? Afectará el futuro de tus hijos.” 

Gabriel estaba seguro de que su hija no se atrevería a realizar esa llamada. Pero Marina respondió con resolución: “No te preocupes, no tengo intención de casarme ni de tener hijos.” 

Salvador se quedó atónito. 

Valeria pisoteó a Gabriel, furiosa, y agarró su celular para marcar al 911. 

Ella ya no tenía tiempo para preocuparse por su padre; toda su atención estaba en Salvador. Se sentía culpable y llena de remordimiento. 

Sus lágrimas fluían sin control. 

Salvador, consolándola, dijo: “La herida es superficial, no duele mucho. Aurora, por favor no llores, estoy bien.” 

“¿Por qué un joven tan distinguido se arriesgaría por alguien como yo?” Preguntó con la voz entrecortada. 

Salvador le lanzó una mirada feroz a Gabriel, cuyas crueles palabras habían dañado profundamente a Aurora. 

“¿Quién dice que tu vida no vale nada? Ya pasaron los tiempos feudales, todos somos iguales ahora.” 

Aurora se secó las lágrimas y sonrió. De repente, se sintió ridícula por compadecerse de sí misma solo porque las personas que no la amaban la lastimaban. 

Acercándose a su padre, le dijo: “Me trajiste a este mundo por egoísmo y ahora quieres deshacerte de mí para usar mis órganos y dárselos Cynthia. Déjame decirte algo, no estoy de acuerdo. Lo que es mío es mío, y todo lo que me debes me lo tendrás que pagar.” 

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