Capítulo 194
“Estoy seguro de que hay algo más en todo esto.” Dijo Isaac con confianza.
Federico respondió: “Voy a investigar esto por ti.”
Isaac asintió.
Al dejar la familia Nolan, Isaac visitó a la familia Córdoba.
Penélope yacía enferma en la cama, su cabello se había vuelto gris a la mitad, la que una vez fue una dama brillante y hermosa parecía haber envejecido diez años de la noche a la mañana, su semblante era de extremo agotamiento.
Isaac, al llegar a casa, se arrodilló junto a la cama de su madre para confesarle sus pecados: “Mamá, he sido un hijo desobediente. He ido en contra de tus deseos. Te he hecho enojar y sufrir.”
La mujer giró la cabeza, evitándolo, y con resentimiento, dijo: “Si realmente quisieras honrar a tu madre, entonces te divorciarías de Cynthia.”
“Mamá, Cynthia es el amor de mi vida. No me divorciaré de ella. En todo lo demás, te obedeceré.” Respondió con dificultad.
Penélope se enfureció y cerró los ojos, ignorando a su hijo.
Isaac le habló de sus recientes tribulaciones, la mayoria quejas sobre su mala suerte. En el pasado, su madre sin duda habría hecho todo lo posible por ayudarlo a resolver sus problemas, pero en ese momento, ella actuaba como si no lo escuchara.
Isaac suspiró débilmente.
“Mamá, descansa bien. Volveré a verte otro día.”
Isaac se fue sintiéndose bastante desanimado.
Justo cuando llegó a la puerta, su madre le dijo de repente: “Tu padre ya sabe que tú y Cynthia se casaron. Está furioso, te llamó un caso perdido. Probablemente ha decidido renunciar a ti.”
Isaac tembló, finalmente comprendiendo por qué Lucio lo había hecho participar en ese reality show.
Sin duda, había sido completamente excluido del círculo de poder de la familia Córdoba.
“Lo siento, te he decepcionado.”
Penélope, furiosa, tomó la lámpara de la mesita de noche y se la lanzó: “Por esa mujer has arruinado tu carrera, ¿Te parece que valió la pena?”
“Mamá, confía en mí, me levantaré de nuevo.” Respondió con obstinación.
Penélope cayó en la cama, y desesperada, le hizo un gesto de despedida: “Vete, no vuelvas. Pretenderé que nunca tuve un hijo como tú.”
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El frío rostro de Isaac, finalmente se quebró: “¿Mamá?” Sus ojos se enrojecieron, y su voz se quebró.
“Si puedes ser tan indiferente a mis problemas, ¿Por qué debería esforzarme tanto por ti? Madre e hijo, nuestro destino ya ha terminado.” Cada palabra de Penélope cortó la piel de Isaac como si fuera un cuchillo.
El joven se arrodilló, y arrastrándose hacia ella, dijo, “Mamá, por favor, no seas así.”
Pero Penélope simplemente le ordenó a los guardias de seguridad: “Llévenselo. No dejen que vuelva a aparecer frente a mí sin mi permiso.”
Los guardias se adelantaron y arrastraron a Isaac afuera.
“Mamá, por favor, no me trates así…”
Las lágrimas corrían por el rostro de Penélope: “Si no te enseño una lección, nunca madurarás.” Isaac, como un perro sin hogar, se sentó desolado en un banco de madera del parque en la calle.
El viento frío lo hacía temblar, pero no podía compararse con el frío en su corazón. También tenía hambre, a tal grado que, a primera vista, parecía un mendigo.
“¿Quieres comer?” Un par de manos delicadas se extendieron hacia él, entregándole un tamal caliente.
Isaac nunca había sentido que ese alimento básico fuera tan delicioso como en ese momento,
por
lo que aceptándolo sin dudar, comenzó a comer vorazmente.
“Come despacio. No te atragantes.”
Esa suave voz hizo que Isaac levantara la cabeza abruptamente.
Al ver claramente el rostro de Aurora, se quedó petrificado.
“¿Qué haces aquí?”
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