Capítulo 161
Sorprendentemente, Fabián también había llevado a Isaac a casa.
“¿Dónde está mi querido nieto?”
La anciana, sentada en el sofá del salón, soltó un resoplido desde su nariz, mostrando su descontento por su regreso tardío.
“Así que todavía recuerdas que tienes un nieto, ¿Eh? Llegó y se sentó aquí por un buen rato, cuando se aburrió de charlar con esta vieja, se fue de mala gana.”
Fabián se sintió bastante desilusionado: “Ese maldito niño ni siquiera me esperó.”
Intentando apaciguar a la anciana con una sonrisa, el joven dijo: “Señora, no se enoje. Me detuvo un asunto oficial, se me hizo tarde. No volverá a ocurrir.”
La anciana le echó un vistazo a Isaac, después de todo, era el hijo de un buen amigo de la familia, por lo que se dirigió a él con cortesía: “Ah, Isaac, bienvenido, siéntate donde gustes.”
Isaac se sentó en el sofá y de inmediato le sirvieron un buen café. Al probarlo, se relajó. Con semejante trato de primera clase, estaba seguro de que Begoña no le pondría trabas a su petición, por lo que yendo directamente al grano, dijo: “Señora, he venido a pedir en alquiler el gran edificio comercial de la familia Montalbán en el corazón de Ciudad de México. ¿Cree que podría darme una oportunidad?”
La expresión de la anciana permaneció impasible, pero por dentro se alegró enormemente: menos mal que la Aurora había ido a verla primero. Si hubiera accedido a lo del Grupo Córdoba, ella no habría tenido oportunidad. ¿Cómo se hubiera sentido su querido Salva
entonces?
Fabián, ajeno a los pensamientos de Begoña, tomó la iniciativa: “Isaac, tu padre y yo somos buenos amigos, y te hemos visto crecer. Por esa amistad, descuida, lo que pides, seguramente
te lo concederemos…”
No había terminado de hablar cuando la anciana lo interrumpió severamente: “Lo siento, ese edificio comercial ya se lo he dado a otra persona.”
La sonrisa de Isaac se congeló en sus ojos.
El viejo abrió mucho la boca: “No bromees. ¿No habíamos acordado que le daríamos una oportunidad a Isaac?”
La anciana le pasó el portafolio de Aurora al viejo y le dijo: “Echa un vistazo, los trabajos de esta joven son realmente buenos.”
Francisco ni siquiera lo miró, y lanzó el portafolio sobre la mesa. Se sentía avergonzado por la palabra incumplida de anciana: “Nuestro edificio comercial en Ciudad de México está en una ubicación privilegiada, cualquier empresa que lo alquile prosperará. Pero al final, solo cobramos una renta equivalente. ¿Qué problema hay en alquilárselo a Isaac?”
14-11
Capitulo 161
Siendo un hombre de palabra, su indignación era palpable. “Señora, ya habíamos acordado con
Córdoba…”
La anciana, con un gesto de exasperación, recogió el portafolio de la mesa, diciendo: “Esto fue una recomendación de Salva.”
Fabián la miró sorprendido: “¿Desde cuándo Salva se interesa por algo que no sean robots inteligentes? ¿Cuándo cambió de aires?”
La anciana le susurró al oído: “Este portafolio viene de una joven. Tu nieto la defiende con uñas y dientes; quién sabe, quizás esta joven sea tu futura nieta política.”
Fabián se quedó boquiabierto.
“¿Cómo es que este chico se ha vuelto tan perspicaz en tan poco tiempo?”
Recuperándose, Fabián tomó el portafolio con emoción. Al ver los diseños de moda en su interior, realmente no podía entenderlos, pero aun así, asintió con fingido entendimiento: “Excelente, excelente. No por nada es mi preciado nieto, su buen gusto es indiscutible.”
Luego, algo avergonzado, se dirigió a Isaac, diciendo: “Aunque me encantaría colaborar contigo, sabes, solo tengo a un nieto y es la primera vez que me pide algo. Soy alguien que protege a los suyos, nada es más importante que la familia. Así que lo siento mucho, pero no puedo colaborar contigo.”
2/2