Capítulo 173 

Aurora subió las escaleras y se plantó frente a su padre para corregirlo con solemnidad: “He cambiado mi nombre, ya no me llamo Marina Chávez, ahora soy Aurora Nolan.” 

Como si hubiese sido un golpe a su honor, Gabriel, furioso, extendió su mano y apretó el cuello de su hija como si estuviera poseído: “Hasta has olvidado el apellido de tus ancestros. Marina, si hubiera sabido que serías tan rebelde, el día que naciste te habría tirado a un canal de aguas 

residuales.” 

“Pues, mátame ahora, no es tarde.” La joven, a pesar de la dificultad para respirar, no perdió su orgullo. 

Gabriel apretó con más fuerza, pero ella no mostró intenciones de resistirse. Solo lo observó con unos ojos llenos de rencor, como si estuviera enfrentado a su enemigo de vidas pasadas. 

La mirada gélida de Aurora lo hizo estremecer y justo cuando ella estuvo a punto de asfixiarse, él recuperó la razón y soltó su mano. 

“Tu mamá está en la habitación esperándote.” Dijo él, jadeando. 

Aurora no perdió tiempo en palabras y fue directo a buscar a su madre. 

Gabriel, viendo la espalda de su hija, notó cómo, a pesar de su delgadez, era tan firme como si estuviera hecha de acero. Ella había dicho que entre ellos ya no había nada, y desde entonces, nunca más lo llamó padre. 

¿Cómo podía existir una hija que guardara tanto rencor? 

Cuando Aurora llegó a la habitación de Fabiola, se detuvo un momento en la puerta pensando en algo. Anteriormente, Gabriel y Fabiola tenían una relación fría, por lo que durante años, él no las visitaba nunca. Pero en ese momento, sin guardarse rencor, vivían juntos. ¿Su única razón de existir era haber reunido a esa pareja de resentidos? 

La joven levantó la mano y tocó la puerta. La voz de su madre se escuchó desde dentro: “Pasa.” Al entrar, vio a una Fabiola consumida, acostada en la cama, mirándola con ojos vacíos. No hubo sorpresa de reencuentro entre madre e hija, solo un silencio incómodo. 

Fabiola fue la primera en hablar: “Después de lo que pasó con tu hermana, me dejaste en vergüenza.” 

Aurora, sospechosa, frunció el ceño y preguntó: “¿Escuché que estás gravemente enferma? ¿Es terminal?” 

Fabiola abrió la boca, demasiado sorprendida para decir algo. 

“Tú…” 

El hecho de que su hija se hubiera cambiado su nombre y su apellido, mostraba que su lazo con la familia Chávez se había roto completamente. ¿Aceptaría ella por obligación familiar? 

Capítulo 17 

Finalmente, Fabiola preguntó con un suspiro, “¿Cómo es que has cambiado tanto, Marina? Ahora estoy paralizada, gracias a la devoción de tu hermana, fue ella quien convenció a tu padre de quedarse conmigo. No olvides que fui yo quien te crio, este deber debería recaer sobre ti.” 

Aurora respondió fríamente: “Ya que no vas a morir pronto, me voy.” Dicho esto, se dio la vuelta para salir. 

Al llegar a la puerta, Aurora intentó abrirla, solo para darse cuenta que estaba cerrada desde afuera. 

De repente lo entendió, había caído en su trampa. 

Aurora miró a su madre con ira: “¿Planean encerrarme? Eso es ilegal…” 

La mujer, triunfante, dijo: “Aurora, ¿Qué dices? Solo estás en casa cuidando a tu madre enferma, desapareciendo de la vista del público por un tiempo. Cuando muera, podrás irte y todos te alabarán por tu devoción.” 

Al escuchar a su madre decir eso, sintió escalofríos: “¿Esta idea fue de esa enferma?” 

Fabiola cambió de expresión, gritando: “¿Qué enferma? ¡Esa es tu hermana!” 

Aurora sintió una punzada de dolor. Esa pareja, para proteger los intereses de Cynthia, no 

habían dudado en encerrarla. 

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