Capítulo 126
Isaac recibió el dinero y sin perder tiempo, se puso en contacto con Salvador.
“Señor Nolan, quisiera hablar sobre el asunto de la deuda que tiene mi esposa con usted.”
Salvador estaba en el bar del club, desbordante de juventud y rebeldía, compartiendo ideales de vida con otros jóvenes igualmente arrogantes.
Por lo que con entusiasmo, respondió: “Estoy en el bar, ven ahora mismo.”
Luego le compartió su ubicación.
No pasó mucho tiempo antes de que Isaac llegara.
Al abrir la puerta, lo primero que vio fue a Salvador, quien estaba recostado perezosamente en el sofá, aparentemente había bebido algo, mostrando una leve embriaguez.
Y su esposa Marina estaba a su lado, atendiéndolo con dedicación. Ella sacó una servilleta y con ternura le limpió un poco del licor que tenía en la comisura de los labios, y con consideración, le colocó su abrigo sobre los hombros para evitar que se resfriara.
Sus movimientos eran muy hábiles, como si cuidarlo fuera algo habitual.
Isaac había estado allí por un buen rato, pero Marina lo ignoraba completamente, como si fuera
invisible.
Frente a esa situación palideció, y su cuerpo comenzó a temblar.
Sus puños se cerraron instantáneamente, y sus uñas casi se clavaron en su piel.
“Marina, ¿Qué haces aquí?” Preguntó en voz baja, con un cierto reproche.
Marina no le respondió, pero un colega al lado le explicó: “¿Acaso no lo sabía? La señorita Chávez es la asistente personal de Salva, cuidarlo es parte de su trabajo.”
Fue entonces cuando Isaac notó que Marina ese día tenía algo diferente.
Ella estaba vestida con una camisa blanca y pantalones negros, lo cual resaltaba su esbelta y elegante figura. Se veía muy elegante y profesional.
Una imagen perfecta de una mujer de negocios, muy capaz.
Isaac se perdió un momento, nunca la había visto tan profesional y brillante. Estaba deslumbrado.
Por un momento, no pudo apartar la mirada.
Salvador, con los ojos entrecerrados, dijo: “No acepto pagos a plazos.”
Isaac se quedó atónito, Salvador había adquirido Chronos Élysée por doscientos millones, pero se lo vendió a Marina por el doble. Además, estableció una cláusula de penalización por incumplimiento de cien veces el precio.
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Capítulo 126
Ese era el colmo de la avaricia capitalista llevada a la perfección.
“Señor Nolan, usted gana dinero más rápido que una máquina de imprimir billetes. ¿No teme gastar su buena suerte demasiado pronto y tener una vida difícil en el futuro?” Preguntó Isaac
con sarcasmo.
Salvador, con una sonrisa, dijo: “Tomaré eso como un cumplido.”
Isaac trató de negociar: “Mil millones en este momento. Devuélveme Chronos Élysée.”
“Chronos Élysée ahora le pertenece a la secretaria Chávez, es su decisión venderla.”
Marina lo miró fijamente: “Ya sabes, Chronos Élysée es mío. Te aconsejaría que no sigas insistiendo.”
Isaac, con un destello de ira en su apuesto rostro, dijo: “Marina, si yo estoy pagando, entonces Chronos Élysée debería ser mío.”
La persona ansiosa por reconciliarse había olvidado que los cónyuges son uno solo.
Marina se enderezó, y en su voz no pudo ocultar su desdén, “Isaac, mejor olvídalo. No haré esa transacción.” Dijo fríamente.
Isaac, furioso, exclamó: “Marina, ya te ayudé a pagar una deuda enorme. ¿Qué más da si me quedo con ese objeto insignificante?”
Marina estalló en una risa llena de tristeza: “Ja, ja. Isaac, apuesto a que quieres usar ese objeto para complacer a tu amor platónico, ¿No es así?
¿Cuándo dijiste que cortarías lazos con Cynthia, y que la enviarías al extranjero, fue solo para engañarme?”
Isaac se mostró visiblemente perturbado, por lo que evitó su mirada.
Marina concluyó: “Afortunadamente, dejé de creerte hace tiempo.”
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