Capítulo 89 

El vestido de Cynthia brillaba bajo las luces de la boutique como una constelación de promesas traicionadas. Marina observó cada detalle: el corte preciso, los diamantes estratégicamente colocados, la tela tratada específicamente para ese tono de piel. Todo calculado por Isaac, como siempre. 

“Mar, ¿no es precioso?” La voz de Cynthia destilaba dulzura artificial. “Mira cómo captura la luz.” 

Marina recorrió la tienda con pasos medidos, sus tacones marcando un ritmo deliberado sobre el mármol pulido. “Los diamantes son fascinantes, ¿verdad?” comentó, rozando con sus dedos un vestido cercano. “Aunque… ¿no crees que podrían dar la impresión equivocada? En las cenas de negocios, los hombres suelen buscar… opciones disponibles.” 

El rostro de Cynthia se tensó imperceptiblemente. “Qué considerada, hermana. Pero no te preocupes por mí.” Recuperó su sonrisa practicada. “¿Por qué no eliges algo? Yo invito.” 

Las personas alrededor de inmediato miraron a Marina con ojos llenos de envidia. La empleada señorita Maite dijo: “Señorita, eres muy afortunada. Tu hermana es muy buena contigo.” 

Marina miró fijamente a Cynthia, quien sonreía dulcemente. 

Cynthia siempre había disfrutado estableciendo su imagen como una amorosa hermana menor, pero ¿quién sabría que esta misma obsesiva hermana mayor le había robado el riñón a su hermana, le había robado el esposo y, lo peor de todo… le había robado la vida? 

Marina curvó sus labios en una sonrisa. Ella le mostraría a Cynthia que no era tan fácil mantener la imagen de una obsesiva hermana mayor. 

“Maite,” llamó a la vendedora, “¿podrías mostrarme la colección Midnight Dream?” 

Aunque este vestido estaba amontonado en el estante, su precio era muy alto, solo superado por las ediciones limitadas bajo los reflectores. 

Cynthia estaba segura de que Marina no sabía apreciar el valor, y conociendo su habitual frugalidad, quería representar el drama del amor entre hermanas. 

Pero cuando vio la etiqueta de precio en el vestido, su expresión se desplomó de inmediato. 

“Mar,” intervino finalmente, su voz temblorosa, “¿no te preocupa que Isaac…?” 

“¿Mi esposo?” Marina enfatizó la palabra con delicadeza. “Oh, él insiste en que no me prive de nada. Después de todo, una esposa debe estar a la altura de las circunstancias, ¿no crees?” Hizo una pausa estudiada. “Especialmente para la cena de esta noche.” 

Luego, señaló algunos más al azar hasta que la sirvienta le susurró: “Señora, el dinero que el señor le dio quizás no sea suficiente.” 

Fue entonces cuando Marina detuvo su gasto. 

Al final, compró cinco vestidos y casualmente le dio uno a Cynthia: “Hermana, tu cuñado me da 

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demasiado dinero para gastos menores. No puedo gastarlo todo, tú ayúdame.” 

Viendo a Marina gastar dinero como si fuera agua, sin la menor intención de ahorrar, Cynthia no pudo evitar fruncir el ceño. Como si Marina la estuviera apuñalando. 

“Mar, compras tantos vestidos, gastando tanto dinero, ¿no te duele el esfuerzo que Isaac hace para ganarlo?” 

La sirvienta defendió a Marina: “Señorita Chávez, tu vestido es mucho más caro que los de la señora. Si tú misma eres tan extravagante, ¿por qué mi señora tendría que ahorrar?” 

Cynthia se sintió extremadamente incómoda y después de un rato, soltó una frase sin sustancia: “Esto es para salir a socializar. A diferencia de ti, hermana, al parecer tu esposo nunca te permite asistir a sus banquetes.” Dijo Cynthia con un tono burlón. 

Marina respondió: “Para decepción de mi hermana, tu cuñado ya me ha invitado al banquete de esta noche. Parece que es un evento muy importante, insustituible por otra mujer, así que tengo que acompañarlo personalmente.” 

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