Capítulo 99
“No me vengas con compasiones.”
Marina quería gritar furiosa, pero la educación arraigada en sus huesos le impedía hacer un escándalo. Por lo que solo le lanzó una mirada fría, llena de repulsión, antes de voltear su
atención hacia la ventana.
Isaac, por alguna razón, sintió un nudo en el estómago. Extendió su mano intentando cuidar el pequeño sangrado de Marina. Pero ella se dio la vuelta, mostrándole su delgada y firme espalda.
Con una voz helada que podría congelar el aire, dijo: “Isaac, aléjate de mí, me das asco.
La mano del hombre quedó suspendida en el aire.
La tensión se podía palpar en el ambiente.
Después de un largo rato, llegaron los resultados de los análisis de sangre de Marina.
Cuando Isaac fue a recoger el informe, ella cerró los ojos en desesperación.
Su tipo de sangre era exactamente igual al de su hermana, por lo no podía evitar convertirse en su banco de sangre.
Como en una vida anterior, cuando las plaquetas de Cynthia disminuyeron inexplicablemente, Isaac la confinó en casa, obligándola a comer hígado de vaca, el cual le revolvía el estómago, para luego obligarla a donarle sangre semanalmente.
Ella intentó resistirse, pero como donante, su cuerpo estaba débil y mareado, lo que le impedía alejarse mucho de la villa antes de que los hombres de Isaac la capturaran de nuevo.
Eventualmente, se quedó sin fuerzas para luchar…
Le donó su sangre a su hermana, pero su propio cuerpo no podía seguir produciendo a ese ritmo; se veía tan pálida como un zombi. Isaac, al darse cuenta de que su cuerpo estaba incluso más frágil que el de Cynthia, finalmente tuvo un gesto de clemencia y dejó de obligarla a donar sangre.
Y fue entonces cuando dejó de amarlo a Isaac.
Marina se desesperaba pensando cómo escapar de ese maldito destino. Abrió la ventana y miró hacia el vacío desde el sexto piso; lentamente, subió al alféizar.
Isaac salió emocionado con el informe en mano: “Esto es genial, Mar, estás sana. Puedes donarle sangre a tu hermana…”
Cuando levantó la vista y la vio con las piernas colgando fuera del alféizar, se quedó sin palabras.
“Isaac, si me obligas a donarle sangre a tu amante, me lanzaré desde aquí. Ahora mismo.”
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Capitulo 99
El hombre, con la boca medio abierta, solo atinó a decir: “Mar, es solo una donación de sangre.” “No quiero donar ni una gota.” Rugió.
“Pero es tu hermana.”
Los curiosos alrededor empezaron a murmurar, buscando drama: “Qué egoísta, es solo una donación de sangre, no es para tanto ¿Cómo es que se niega a hacer eso por su propia hermana? Esa mujer realmente no tiene corazón.”
Isaac sonrió con suficiencia, disfrutando el malentendido. Pero no conocía a Marina, quien ya no era la misma persona que se dejaba avasallar.
Marina insistió: “Estoy dispuesta a donarle sangre a cualquiera, menos a ella.
Isaac, la odio.”
“¿Cómo puedes odiar a tu propia hermana?” Preguntó confundido.
“¿Que cómo puedo odiarla? ¿Cómo puede seducir a su cuñado y convertirse voluntariamente en su amante?” Preguntó Marina lanzando el golpe final.
Al escuchar eso, la multitud cambió de opinión de inmediato, condenando a Isaac: “Eso es demasiado ¿Cómo se atreve a obligar a su propia esposa a donarle sangre a su amante? Eso
es monstruoso.”
“Infidelidad por un lado, y ahora esto. Es un asesinato del corazón.”
Isaac se puso pálido.
“Marina…”
La mujer extendió sus brazos diciendo: “Isaac, por tu amante, me has llevado a esto. Quiero que vivas con la culpa y el remordimiento para siempre.”
“Está bien, retiro lo dicho. Solo no hagas esto, si no quieres donarle sangre a tu hermana está bien.” Isaac, desesperado, habló sin pensar.
Marina, quien se había inclinado hacia adelante, volvió a enderezarse, mirando fijamente a al hombre y suspirando profundamente en su interior.
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