Capítulo 97
Marina sostenía su mirada con una inocencia calculada, mientras el rostro de Isaac se contraía en una máscara de furia. En un movimiento brusco, la sujetó por las muñecas y la levantó del sofá. Sus dedos se clavaban en su piel como garras.
“¿Fuiste tú quien orquestó todo esto contra Cynthia?” Su voz vibraba con una rabia apenas contenida. “¿La humillaste deliberadamente para forzarla a beber en mi lugar? ¿Tienes idea del daño que el alcohol le ha causado a su cuerpo?”
Los ojos de Isaac, inyectados en sangre, brillaban con una ferocidad animal. Marina intentó zafarse de su agarre, mientras una punzada de satisfacción se ocultaba tras su expresión
confundida.
“Isaac, me lastimas. No sé de qué hablas.”
La mentira fluía con naturalidad de sus labios, mientras en su interior saboreaba cada
momento.
Sabía perfectamente que Salvador había manipulado la situación para que Cynthia bebiera dos copas, más que suficiente para su delicado sistema con un solo riñón. En su corazón, Marina se sentía satisfecha, al fin y al cabo, Cynthia solo estaba sufriendo lo que ella había sufrido.
Isaac la soltó abruptamente, desconcertado por el contraste entre la mujer deslumbrante de la fiesta y esta versión aparentemente ingenua frente a él. Se dejó caer en el sofá, la duda
erosionando su certeza inicial.
Pensaba desconsolado: ¿Qué papel juega Marina en todo esto? ¿Cómo podría ella haber manipulado a la gente de la fiesta para vengarse de Cynthia?
Además, con su inteligencia, era imposible que hubiera orquestado tal drama, atrapándolo tan completamente.
Estaba furioso, completamente confundido.
“Tu hermana está en el hospital,” murmuró, pasándose una mano por el rostro. “El alcohol provocó una crisis renal.”
“El karma es fascinante, ¿verdad?” La voz de Marina destilaba una dulzura venenosa.
Isaac, furioso, exclamó: “Tú…”
“¿Quién decidió cambiar los planes a último momento?” Marina arqueó una ceja. “Si no hubieras insistido en que Cynthia tomara mi lugar, sería yo quien estaría sufriendo los efectos del alcohol.”
El rostro de Isaac se tensó, pero antes de que pudiera responder, su teléfono rompió el silencio.
Mientras escuchaba, sus ojos no dejaban de estudiar a Marina con una intensidad calculadora. Marina intuyó que algo malo pasaba y pensó en escapar.
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22:40 A
Capitulo 97
Pero Isaac rápidamente la alcanzó, agarrando su mano: “Marina, tu hermana está en peligro de muerte, necesitas donarle sangre. Vienes conmigo al hospital ahora.”
Las piernas de Marina flaquearon. “¿Me estás preguntando o me estás ordenando?”
Isaac se quedó atónito.
Pensó que
la bondadosa Marina naturalmente estaría dispuesta. “Ella es tu hermana, ¿no
deberías salvarla?”
El rostro de Marina se ensombreció con ira, y gritó: “No quiero.”
El rostro de Isaac se endureció, luego se llenó de ira. Agarrando el brazo de Marina, dijo del manera autoritaria: “Ella es tu hermana, si tú no la salvas, ¿quién lo hará?”
“Ya le di un riñón,” Marina soltó una risa amarga. “¿Qué más quieres que le regale? ¿Mi sangre? ¿Mi vida entera?”
“Marina, no puedo perderla.” El dolor en su voz era palpable. “Es demasiado importante para
mi.”
“Entonces, dale tu sangre,” Marina gritó desesperada, “Si ella muere, no es mi problema. ¿Por qué debería usar mi sangre para salvarla?”
La expresión de Isaac se petrificó, mirando a Marina incrédulo: “Marina, ¿cómo te has vuelto tan fría y sin corazón? No eras así antes.”
“¿Y cómo era yo antes, Isaac?” Marina dio un paso hacia él, sus ojos brillando con desafío. “Dime exactamente cómo era.”
Ella quería saber si él recordaba sus bondades.
Isaac dijo: “Antes, no eras tan egoísta. Siempre fuiste obediente, hacías lo que te pedía. Donaste un riñón a Cynthia, me preparabas caldo, me esperabas sin importar qué tan tarde volviera, siempre eras cortés conmigo y con tu hermana…”
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