Capítulo 53
Cynthia empezó a dar sermones con aires de hermana mayor: “Mar, gastaste tanto dinero en el concurso de talentos, seguro que todo fue a crédito. Aún no has saldado esas deudas y ahora vienes a gastar a lo grande en el club más exclusivo de Milán. Te vas a endeudar hasta el cuello. Papá apenas mantiene la empresa a flote en estos últimos años, las ganancias son mínimas, él no va a tener dinero para pagar tus deudas.”
Marina la observó con una frialdad glacial. “Curioso. No hay dinero para mis deudas, pero sí para tu trasplante.”
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Cynthia: “Sabes que yo nunca quise ser una carga…”
“Entonces mejor muérete“, las palabras de Marina cortaron el aire como cuchillas. “Libera a la familia Chávez de tu santificada presencia.”
Plaf…
La mano de Isaac golpeó con fuerza la cara de Marina, parecía un leopardo furioso, con los ojos inyectados en sangre, mirándola con ira. “¡Marina, no te pases de la raya!”
Marina le sostuvo la mirada, una sonrisa amarga dibujándose en sus labios. “Qué irónico, señor Córdoba. Todavía soy tu esposa, ¿o lo has olvidado? ¿No te avergüenza defender a otras
mientras golpeas a la mujer que lleva tu apellido?”
Isaac, al ver el reflejo de su furia en los ojos tempestuosos de Marina. Extendió una mano temblorosa hacia ella, pero esquivó su mano por reflejo.
Valeria, que no esperaba que el apacible Isaac llegara a los golpes, se plantó frente a él furiosa: “Señor Córdoba, si vuelve a tocarla, no me verá tan amable.” Dijo entre dientes con ferocidad.
Isaac, con la mano aún en el aire y viendo el odio en los ojos de Marina, la bajó sin saber qué hacer.
“Mar, estar entre tú y tu hermana es realmente agotador. ¿Podemos dejar de pelear?” dijo, visiblemente desanimado.
“La paz está en el divorcio, Isaac“, respondió ella con una calma helada. “Libérate y ve a vivir tu cuento de hadas con tu amor platónico. ¿Por qué insistes en prolongar esta agonía?”
Un destello de esperanza iluminó los ojos de Cynthia.
“No“, la respuesta de Isaac fue tajante. “Mar, admito que no te he cuidado lo suficiente, pero cambiaré. Cuando vuelvas, viviremos bien.”
Marina lo miró como si fuera un loco: “Isaac, si quieres quedarte soñando, hazlo.”
Dicho esto, Marina se dio la vuelta y se fue.
Valeria le lanzó una mirada venenosa a Isaac: “La señorita es Virgo, nunca aceptará a un
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Capítulo 53
hombre que ha sido infiel. Así que te aconsejo que te des por vencido y termines esto.”
Después de decir esto, Valeria le sacó la lengua y se fue.
La expresión de Isaac se oscureció como el carbón.
Cynthia murmuró para sí misma: “¿Cómo se volvió Mar así? Grosera, vanidosa, materialista, me preocupa que vaya a causar problemas.”
Isaac miró a Marina entrar en la suite presidencial, su mirada destilaba resentimiento.
Luego la siguió.
“Isaac, espera,” Cynthia también fue tras él.
En la suite presidencial.
Marina abrió la puerta y vio una figura esbelta y recta de pie frente a la ventana panorámica, los cálidos rayos del sol invernal lo envolvían, como si lo cubrieran de oro.
“Salva“, susurró ella, el nombre escapando de sus labios como una caricia.
Se apresuró hacia él, sin darse cuenta de que Valeria no la había seguido, solo cerró la puerta con consideración y se quedó afuera como una estatua.
Salvador se giró, extendiendo los brazos en busca de un abrazo: “Aurora, tanto tiempo sin vernos, dame un abrazo.”
Marina retrocedió un paso, con una expresión coqueta en su rostro.
“¿Por qué un abrazo? Salva, ya eres un adulto…” pensaba decir que un abrazo no era apropiado para ellos…
Las palabras se desvanecieron en su garganta mientras un pensamiento la golpeaba: ¿por qué negar este pequeño consuelo? En una vida marcada por la frialdad y el rechazo, ¿por qué rechazar un momento de genuino afecto?