Capítulo 60
El asistente llegó junto con William para una visita programada.
“¿Escuché que el señor Isaac Córdoba quería verme?” William sonrió con desdén.
Isaac, con los ojos llenos de sombras, dijo: “William, realmente te subestimé.”
“¿Todavía recuerdas a mi señora Marina?”
William respondió: “Como si fuera ayer.”
Isaac apretó los dientes. “¿Qué le hiciste? ¿Por qué después de verte se convirtió en otra persona?” La tensión se espesó en el aire, cargada con la ira de un hombre poderoso acostumbrado a obtener respuestas.
William contestó con una sonrisa burlona: “Usted ha visto el contrato entre su distinguida señora y yo. Solo cumplí con el acuerdo, haciendo que ella olvidara su pasado juntos…”
“Así que, si no me equivoco, su distinguida señora ya no lo amará.”
“Devuélvele su memoria“, ordenó Isaac.
“Eso violaría nuestro contrato. La compensación sería… sustancial.”
“Te pagaré,” dijo Isaac.
“Con una tasa de uno a diez mil, la compensación sería de cien millones, ¿Está seguro?”
Isaac tragó saliva: “Tú…”
Cambiando de estrategia, dijo: “Te aseguro que Marina no perseguirá tu responsabilidad por romper el acuerdo, ¿qué te parece?”
William negó con la cabeza: “Usted no es la parte interesada, no puede tomar decisiones por mi cliente. A menos que mi cliente me diga personalmente que está dispuesta a romper el
contrato.”
“William…” Isaac elevó su tono de voz enojado, “¿sabes qué les pasa a aquellos que se me oponen?”
Finalmente, William mostró miedo: “No es que no quiera ayudarlo. Soy un hombre de negocios, mi credibilidad vale oro.”
Isaac, con una voz helada, dijo: “William, parece que hoy no tienes intención de salir por esa puerta.” La amenaza era evidente.
Al oír esto, el asistente ya se había movido hacia la puerta, bloqueando el camino de William.
William, genuinamente asustado, dijo: “¿Va a encerrarme?”
La determinación se reflejó en el rostro de Isaac.
William suspiró, con un destello de indecisión en sus ojos.
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Capítulo 60
“Señor Córdoba, cuando hipnoticé a la distinguida señora, en realidad descubrí un gran secreto… Creo que le interesará mucho.”
“¿Qué secreto?”
William pensó por un momento, luego dijo cuidadosamente: “Podría decirse que la señora es ella y al mismo tiempo no lo es.”
Isaac frunció el ceño, confundido: “¿Qué significa eso?”
William dijo: “¿Cree en la reencarnación?”
Isaac, con los ojos entrecerrados, dijo: “¿Vidas pasadas?”
William continuó: “Si usted está dispuesto a someterse a mi hipnosis, estoy seguro de que entenderá por qué la señora parece una persona completamente diferente. Solo que, debo advertirle que, aquellos que se someten a la hipnosis pueden experimentar cambios radicales. Debe estar preparado.”
Isaac encontró la idea ridícula, y dijo despectivamente: “Supersticiones.”
William, resignado, sacudió la cabeza: “Si usted no confía en mí, no hay nada que pueda hacer.” Al final, Isaac, reacio a someterse a la hipnosis de William, tuvo que dar por terminado el interrogatorio.
Dos años después.
El negocio de Cynthia floreció, y como estudiante en prácticas de Jasmine, aunque solo se veían unas pocas veces al año y la mayor parte del tiempo recibía orientación a distancia de Jasmine, eso era suficiente para que Cynthia lo utilizara como razón de orgullo.
Ella ganó cierta fama en el círculo de la moda de Ciudad de México. Con el apoyo de la familia Córdoba y la familia Chávez, logró establecerse firmemente.