Capítulo 251
Camilo explicó con calma: “Ella te está engañando.”
Parpadeé sorprendida: “¿Ah?”
Camilo se puso serio: “Nunca me he sentido atraído por ninguna chica.”
No entendí por qué de repente me estaba diciendo esto, así que respondí con indiferencia: “Tampoco eres tan joven, es normal que te guste alguien.”
Dicho esto, encendí la computadora y comencé a trabajar.
…
Camilo no dijo nada más, simplemente observó a Ofelia con una mirada profunda.
¿Cuándo sería ella capaz de darse cuenta de sus sentimientos?
¿Cuándo aceptaría lo que él sentía por ella?
Después de que Valentina se fue, Amparo se acarició el vientre, todavía se sentía molesta.
¿Cómo se atrevía esa señora a venir a su casa a armarle un escándalo?
Amparo estaba muy enfadada y decidió llamar a Ricardo: “Hola, ¿estás ocupado?”
Ricardo, quien había estado muy atareado en el trabajo los últimos días y ahora tenía que hacer algunas horas extra, se detuvo por un momento al recibir la llamada de Amparo y preguntó pacientemente: “¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?”
Amparo empezó a sollozar. “No sé qué hice mal, pero tu madre acaba de venir y me regañó sin ningún motivo.”
“Soy una adulta, eso no es problema.”
“Pero todavia llevo a tu hijo en mi vientre.”
“¿Qué pasaría si le afecta de alguna manera?”
Su llanto…
Ricardo, lejos de sentir un ápice de simpatía, se sintió aún más molesto y la dijo: “Luego hablaré seriamente con mi madre.”
Con eso, Amparo finalmente se sintió satisfecha: “Vale.”
Ricardo, sin embargo, no contactó de inmediato a su madre, sino que se quedó acostado en la oficina, repasando seriamente los eventos recientes.
Parecia que desde que empezó a salir con Amparo, ella siempre estaba causando problemas
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cada dos por tres.
Él siempre tenía que encontrar tiempo para resolver las cosas para Amparo.
Pero con Ofelia, era diferente.
Parecía que durante los seis años de matrimonio, no importaba lo que pasara, Ofelia siempre se las arreglaba por su cuenta.
Y casi nunca tenía conflictos con la familia.
Por lo tanto…
De repente, Ricardo se sintió muy agobiado, pero para calmar a Amparo, decidió llamar a su madre: “Mamá.”
Valentina acababa de salir de la casa en la que vivía Amparo cuando recibió la llamada de Ricardo; incluso un tonto podría adivinar que Amparo había llamado a Ricardo para quejarse.
Su disgusto por Amparo creció, y preguntó con fingida indiferencia: “¿Qué pasa?”
“Amparo está embarazada.” Ricardo dijo con pesar: “Necesita cuidarse bien, y si tú vas a buscar problemas con ella, podrías afectar su estado de ánimo y al mismo tiempo al desarrollo del bebé…”
“Eso sería malo.”
Valentina preguntó con desdén: “¿Así que tu idea es que, porque tiene un hijo, debemos consentirla incondicionalmente?”
Ricardo afirmó: “Exacto.”
“¿Incluso si ella maltrata a tu hijo, no me permites defenderlo?“, preguntó Valentina incrédula.
Ricardo explicó: “Últimamente ella se ha contenido.”
“¿Contenerse?” Valentina elevó la voz: “¡Lo que pasa es que Benjamín se ha quedado a vivir conmigo, y eso evita que ella lo maltrate a escondidas!”
“Pero eso no significa que ella haya cambiado para bien.”
“Y Ricardo, mejor aclara una cosa…”
“No sabes si el bebé que lleva Amparo será un niño o una niña.”
“Pero Benjamin es tu hijo real y presente.*
“Si centras toda tu atención en Amparo, y eso hace que descuides a Benjamín…”
Valentina, frustrada, concluyó: ‘Si Amparo termina teniendo una hija, ya verás cómo te arrepientes.”
Ricardo ya no tenía energía para preocuparse por esas cosas, convencerse a sí mismo todos los dias de llevarse bien con Amparo ya le consumía toda la paciencia: “¿Y si lo que lleva en su vientre fuera un hijo?‘
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“¿Y eso garantiza que será mejor que Benjamín?” Valentina respondió con otra pregunta.
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