Capítulo 244
Me pregunté con duda: “¿No quieres que participemos?”
Solo después de que Joaquina se aseguró de que no me oponía a que Camilo la ayudara, dijo: “No podría pedir más.”
…
Al llegar al restaurante acordado por el exmarido de Joaquina, Camilo y yo, guiando a las dos pequeñas, nos sentamos en una mesa junto a la ventana.
Ellas, sin saber aún lo que estaba por suceder, miraban el menú y discutían seriamente sobre las imágenes de los platillos.
Natalia dijo: “Creo que este se ve bien.”
Dora asintió.
Camilo, con paciencia, les ayudó a los dos pequeños a ordenar.
Yo, por mi parte, miraba hacia Joaquina.
Joaquina se sentó con calma, sin decir una palabra.
Héctor Anaya, sentado frente a ella, como el exmarido de Joaquina y padre de Natalia, conocía muy bien qué tipo de persona era su exmujer.
Naturalmente, sabía mejor que nadie cómo manejar a Joaquina.
Héctor tomó la iniciativa y dijo: “¿Qué derecho tienes para llevarte a la pequeña?”
Joaquina miró fijamente a Héctor: “¿Acaso no sabes cuál es la razón?”
“Te lo diré, es porque tú no la recogiste.”
Héctor se apresuró a explicar: “Eso fue porque estaba ocupado con el trabajo.”
“Ja.” Joaquina dijo con una risa fría: “Pero ahora estás sin trabajo, ¿no?”
Los gastos de su casa casi siempre los cubría ella.
Sin embargo, la mayoría del tiempo, ella se culpaba por no poder tener a la niña a su lado, por no tener tiempo para estar con ella.
Pensaba que dando un poco más de dinero, podría permitir que la niña disfrutara de la compañía de su padre y de un amor paterno completo.
Por lo tanto, no se preocupaba por el resto.
Pero…
¡Héctor maltrataba a su hija!
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Capitulo 244
Después de saber que su hija sufría a diario en su casa, Joaquina decidió que, ¡nunca más permitiría que su hija estuviera con su padre!
Héctor le preguntó: “¿No estoy buscando trabajo?”
“Además, todos en la casa se oponen a que te lleves a la niña.”
“Joaquina, te lo digo, si fueras un poco comprensiva, devolverías a la pequeña a nosotros.”
Héctor la amenazó con ferocidad: “¡De lo contrario, te demandaremos!”
“Entonces ve y demándame.” Joaquina no tenía miedo en lo absoluto: “Cuando llegue el momento, el tribunal preguntará sobre los sentimientos de la pequeña y investigará cuál de los dos hogares es más adecuado para el crecimiento de la niña.”
“Obviamente…”
“Mi ingreso es más alto que el tuyo, y la pequeña me prefiere a mí.”
“Así que ¡no tienes ninguna posibilidad contra mí!”
Joaquina dijo esto último con un tono casi vengativo.
Héctor también sabía que ella tenía razón, y al ver que este método no funcionaba, solo pudo suavizar su actitud: “Pero antes, acordaste dejarnos cuidar de la niña.”
Joaquina no refutó lo que dijo: “En ese momento, estaba muy ocupada con el trabajo y no tenía opción.”
“Tenía que dejarte a la niña y pensé que, como su padre biológico, seguramente la tratarías bien.”
“¿Quién iba a pensar que serías tan irresponsable?”
“Después de llevarla a la escuela, simplemente la ignorabas, ¿y por la noche, después de la escuela, todos los padres de los demás niños venían a recogerlos, excepto ella, una pequeña niña sola esperando en la entrada de la escuela?”
El enojo de Joaquina se fue incrementando cada vez más: “Si tan solo la hubieras tratado un poco mejor, al menos habría dudado un momento antes de irse conmigo.”
“Deberías reflexionar sobre ti mismo.”
Dejando caer esa frase, ella agarró su bolso, lista para levantarse y marcharse.
Héctor agarró el muñeco de Joaquina: “¡Si no devuelves a la niña, no pienso dejarte ir!”
“¿Acaso nadie te ha dicho…” Camilo avanzó con grandes pasos hacia su exmujer, arrancó fríamente la mano de Héctor: “¿que interferir en la libertad personal de alguien es ilegal?” Joaquina le agradeció en voz baja, luego corrió inmediatamente hacia el lado de Natalia.
Héctor miró ferozmente a Camilo.
Camilo, con una mano en el bolsillo, lo miró de forma desafiante y sin miedo alguno.