Capítulo 27
El aire frío de la estación de policía envolvía a Lydia y Silvia mientras esperaban en silencio. Las luces fluorescentes realzaban la palidez de sus rostros cansados. Liam apareció primero, su figura alta proyectando una sombra alargada sobre el suelo pulido mientras completaba el papeleo necesario para liberar a su hermana.
“Te espero en la entrada,” susurró Silvia, apretando suavemente el brazo de Lydia.
Lydia agitó la mano con despreocupación fingida. “Ve tranquila, Guzmán no debe tardar.”
Liam permaneció inmóvil, su mirada penetrante estudiando a Lydia con una curiosidad poco característica. “¿Por qué no llamaste a Dante? ¿Por qué esperar a Guzmán?”
La pregunta hizo que Lydia entornara los ojos, un gesto que mezclaba sorpresa y recelo. “¿Desde cuándo Liam se interesa tanto por mis decisiones?” pensó, sintiendo una punzada de irritación.
“Lydia y Dante terminaron,” intervino Silvia con firmeza, tirando de la manga de su hermano. “Obviamente no lo llamaría.”
El silencio incómodo que siguió se rompió cuando el rostro de Lydia se iluminó repentinamente. “¡Guzmán, aquí!”
La figura de Fabio Guzmán emergió de las sombras, sus gafas con montura dorada brillando bajo las luces. Su presencia tranquila y académica contrastaba con el ambiente austero de la estación.
“Vine por ti, Lydia,” dijo con voz suave pero firme.
Lydia se rascó la cabeza, sus mejillas tiñéndose de rosa. “Perdón por molestarte tan tarde.”
“No es molestia,” respondió él, su sonrisa genuina suavizando sus facciones. “Es un paseo corto.”
Tras completar los trámites, Guzmán observó a Lydia con afecto paternal. “La próxima vez, busquemos un lugar más apropiado para divertirnos.”
El rubor de Lydia se intensificó hasta alcanzar un rojo brillante. Que Guzmán, su modelo a seguir, la encontrara en semejante situación… Sus manos se agitaron frenéticamente en el aire.
“¡Nunca más, lo prometo!” La búsqueda de emociones fuertes la había llevado demasiado lejos esta vez. El bochorno de necesitar que alguien la recogiera de la estación de policía pesaba sobre sus hombros.
Guzmán, con una sonrisa indulgente, acarició su cabello con gesto protector. “No dramatices. Las jóvenes de hoy deben ser más abiertas de mente. Mientras respetes los límites y la ley, divertirte es saludable.”
Los ojos de Lydia brillaron con gratitud. “¡Guzmán, eres tan comprensivo! ¡Me conmueve tanto!”
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Capitulo 27
“Es tarde,” dijo él, su rostro desbordando afecto. “Te llevaré a casa.”
“¡Gracias, Guzmán!” La sonrisa de Lydia iluminó su rostro.
Desde su Maybach estacionado discretamente frente a la estación, Dante observaba la escena con una mezcla de disgusto y algo más profundo: celos. Ver a Lydia sonreír así a otro hombre… Abrió la puerta del auto con un movimiento brusco que revelaba su agitación interior.
“Súbete al auto,” ordenó, su voz tan gélida como el aire nocturno.
El grupo reunido en la entrada -Silvia, Liam, Lydia y Guzmán- se congeló ante la interrupción. Nadie había notado el elegante Maybach hasta ese momento.
Lydia se giró lentamente, sus cejas frunciéndose al reconocer a Dante. “¿Qué haces aquí?” Su tono cortante dejaba claro que lo consideraba un intruso en su momento de calidez con Guzmán.
Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de Dante ante el contraste en su trato.
“Cuando Silvia llamó, estaba con Dante,” intervino Liam apresuradamente. “Él iba a venir por ti, pero entonces…”