Capítulo 25
La furia deformaba el rostro de Roberto, mezclándose con un poco de vergüenza que intentaba ocultar.
“¡Lydia, si no vas a ayudarme, lárgate de una vez! ¿Cómo te atreves a culparme de tus
acciones? ¡Vete ya! ¡Esperaré a que alguien más venga a rescatarme!” Su voz temblaba con una mezcla de rabia e indignación.
Lydia observó detenidamente la escena. A pesar de que lo había maldecido y había sufrido un accidente automovilístico, las consecuencias no parecían tan graves como esperaba. Roberto seguía siendo capaz de vociferar insultos con bastante vigor. Solo el hilillo de sangre que corría por su frente sugería la gravedad del incidente.
Mientras reflexionaba, Lydia recordó el caso de Gustavo. Una sola maldición había bastado para dejarlo con el rostro completamente amoratado, como si hubiera sido víctima de una golpiza despiadada. En cambio, Roberto… Las heridas superficiales sugerían que su malicia hacia ella no era tan profunda como había imaginado.
“Si mientes,” declaró Lydia con voz firme, “tu auto se incendiará.” Inmediatamente retrocedió junto con Silvia, anticipando una posible reacción.
El silencio fue revelador. El automóvil permaneció intacto, confirmando sus sospechas: Roberto decía la verdad.
El rostro de Roberto enrojeció aún más por la ira contenida. “¡Lárgate!” gruñó entre dientes, rechazando cualquier ayuda que Lydia pudiera ofrecer.
Satisfecha con la respuesta, Lydia dio media vuelta. “Tranquilo, la policía viene en camino,” comentó con cierta satisfacción, sabiendo que el aliento alcohólico de Roberto le causaría más problemas que el accidente mismo.
Roberto apretó la mandibula, observando impotente cómo Lydia y Silvia se alejaban.
“¿Entonces no fue él?” preguntó Silvia después de alejarse lo suficiente.
“No,” confirmó Lydia. Si hubiera sido Roberto, las llamas ya habrían consumido el vehículo. Aunque, por supuesto, no habría permitido que las cosas llegaran tan lejos. Su don podía causar desgracias, pero jamás lo usaría para arrebatar una vida.
Silvia, notando la melancolía en el rostro de su amiga, le tomó la mano con entusiasmo. “¡Conozco un lugar que te animará!*
El club subterráneo al que Silvia la llevó resultó ser mucho más atrevido que el bar anterior. Los bailarines exhibían sus torsos trabajados, permitiendo cierta interacción con el público.
Los ojos de Lydia brillaron con asombro. “¿Cómo es que nunca me habías traído aquí?”
Silvia le lanzó una mirada significativa. “¿En serio me lo preguntas?”
Lydia se ruborizó, comprendiendo la indirecta. “Tienes razón, tienes razón. ¡Vamos a disfrutar!”
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Cap 25
Justo cuando Lydia se disponía a participar en el espectáculo, una voz autoritaria resonó en el local. “¡Nadie se mueva! ¡Manos arriba!”
Lydia miró a Silvia con incredulidad. “¿Un operativo policial? ¿En serio?”
Silvia evitó su mirada. “Bueno… digamos que el lugar no es exactamente legal.”
“¡Eso debiste mencionarlo antes!”
Las protestas resultaron inútiles. Ambas terminaron en la comisaría recibiendo una multa. Afortunadamente, su condición de estudiantes universitarias sin antecedentes jugó a su favor. Solo necesitaban que alguien las recogiera y firmara algunos documentos.
Silvia suspiró resignada. “Llamaré a mi hermano.”
“Dile que traiga a alguien más, sugirió Lydia casualmente. “Necesito quien me recoja también.”