Capítulo 15
Lydia despertó entre las sábanas familiares de la villa donde había pasado los últimos siete años de su vida. El aroma a caldo recién hecho flotaba en el aire, y junto a su cama, el rostro preocupado de Josefina la recibió con calidez maternal.
“Mi niña, tómate esta sopa para que recuperes fuerzas,” murmuró Josefina, sus ojos brillando con una mezcla de alivio y preocupación.
La imagen de Dante cargando a Lydia inconsciente había dejado a Josefina en shock. A pesar de que Lydia le había enviado mensajes desde su nuevo celular tras huir a San Gregorio, asegurándole que estaba bien, la angustia no había abandonado a la mujer mayor. Como mujer, entendía demasiado bien el dolor de ver tus sueños hacerse añicos de un momento a otro, especialmente después de años de devoción incondicional.
“El señor Márquez…” Josefina se mordió el labio, conteniendo las palabras que quería decir. Ver a Lydia, quien había llegado a Nueva Castilla como una jovencita inocente y llena de ilusiones, sufrir así le partía el alma. Si tan solo Dante supiera valorar el tesoro que tenía entre manos.
Lydia sorbió la sopa lentamente, cada trago recordándole por qué estaba de vuelta en esta casa. No era que quisiera maldecir a Dante, el precio sería demasiado alto. Aunque ya no lo amara como antes.
¿Realmente quedaba algo de ese amor?
El vínculo del pasado seguía protegiéndolo de su don. No se puede maldecir a alguien que alguna vez significó tanto.
“Gracias, Josefina,” sonrió Lydia dulcemente, dejando el tazón vacío a un lado. “Por todo.”
El corazón de Josefina se estrujó al ver esa sonrisa. Después de tanto dolor, Lydia aún podía irradiar calidez. “Descansa bien, mi niña. Tu salud es lo más importante ahora.”
Lydia asintió, una determinación silenciosa brillando en sus ojos. Por supuesto que debía cuidarse, la batalla que se avecinaba requeriría todas sus fuerzas. Había llegado a una conclusión: no permitiría que su historia en Nueva Castilla terminara manchada por mentiras. Si todos creían que ella había drogado a Dante aquella noche, era hora de desenmascarar al verdadero culpable.
El escenario del incidente había sido pequeño, los testigos pocos, y quienes tenían motivos para incriminarla podían contarse con los dedos de una mano. Después de analizar cuidadosamente los eventos de aquella noche, su lista de sospechosos se había reducido a tres nombres.
En el área VIP del club más exclusivo de Nueva Castilla, Liam Yáñez encontró a Dante ahogándose en whisky escocés. El contraste entre ambos herederos no podía ser más marcado: mientras Dante emanaba un aura de hielo intocable, Liam irradiaba calidez y accesibilidad. Ambos eran pilares de la alta sociedad de Nueva Castilla, pero donde Dante era
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Capitulo 15
una flor solitaria en la cima de un acantilado, Liam era como una brisa primaveral, igual de inalcanzable, pero infinitamente más acogedor.
“¿Ahogando las penas en alcohol?” Liam se deslizó en el asiento contiguo con elegancia casual. “No es propio de ti, Dante.”
Dante respondió vaciando otro vaso de un trago, incapaz de borrar de su mente la mirada de odio puro en los ojos de Lydia. Por primera vez en su vida, una sensación de pánico le oprimía el pecho, una ansiedad que ni el alcohol podía ahogar.
Liam sirvió otro vaso con movimientos pausados. “Cuidado con el estómago,” advirtió con tono ligero. “No querrás que la señora de la casa te regañe de nuevo.”
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