Capítulo 50
Sus muestras de afecto eran tan constantes como irritantes, sin importar el momento.
Por suerte, ya no sentía nada por ese patán, de lo contrario, su corazón estaría destrozado.
Bastó una mirada sarcástica de Marina para que Isaac, como despertando de un hechizo, apartara sus manos de Cynthia
“Mar, ¿para quién estás haciendo esa ropa?” Isaac observó la tela gris sobre la máquina de coser, claramente era tela de hombre, y el hielo en sus ojos empezó a derretirse lentamente.
Estaba seguro de que Marina estaba haciendo la ropa para él.
Pero Marina no le respondió.
Cynthia intervino: “Isaac, es obvio que es para ti. Ya te lo dije, mi hermanita te adora. Está haciéndote ropa nueva para el Año Nuevo.”
Isaac extendió la mano, acariciando la tela, y con desdén, dijo: “Marina, yo puedo comprar mi propia ropa, no necesito que tú la hagas.”
Cynthia bromeó: “Isaac, eso es no apreciar lo que tienes. Esa tela es famosa por su calidad, se usa para vestir a la realeza. No es barata. Mar siempre te va a dar lo mejor. Eso muestra cuánto te valora en su corazón.”
Marina arrebató la tela de sus manos, diciendo despreocupadamente: “¿Quién dijo que esta ropa es para ti? No te ilusiones.”
Isaac se sintió avergonzado y enfurecido.
Furioso, agarró la tela: “Si no es para mi, ¿entonces para quién es?”
Valeria, temiendo que dañara la tela, se apresuró a explicar: “¡Es para el jefe!”
Marina sonrió ligeramente: “Vale, tú y tu jefe recibirán su parte.”
Al saber que Marina estaba haciendo la ropa para otra persona, Isaac se sintió terriblemente molesto.
Marina continuó, hiriendo más: “Se acerca el Año Nuevo, quiero que ustedes dos tengan buenas prendas para vestir en esta temporada.”
Valeria, emocionada hasta las lágrimas, dijo: “Gracias, señorita. Sería uno de los mejores regalos que pudiera recibir.”
Marina la miró con ternura, su rostro irradiaba compasión y su voz tenía el poder de curar corazones. Dijo suavemente: “De ahora en adelante, haré ropa nueva para ustedes cada año.”
Aunque Marina y Valeria no eran hermanas de sangre, compartían una profunda comprensión y aprecio mutuo, una dispuesta a dar y la otra agradecida, alcanzando así la más alta forma de reciprocidad.
Capitulo 50
Cynthia e Isaac se sintieron incómodos por su profundo lazo, y Cynthia dijo en tono de broma: “Mar, ¿quién es esta chica para que la trates tan bien, incluso mejor que a tu propia hermana?”
Marina detuvo lo que estaba haciendo, y con una mirada profunda y pensativa hacia Cynthia, dijo: “Solo le estoy dando una prenda de ropa; pero a ti, te di un riñón, ¿ya se te olvidó?”
Cynthia se rio incómodamente: “Somos hermanas, es diferente…”
Marina, con ironía, continuó: “Le doy una prenda de ropa a ella en agradecimiento por cuidarme cuando estuve enferma. Te di un riñón a ti, hermana, ¿y qué me has dado a cambio? ¿Tu traición?”
Dejando claro así que Cynthia era una ingrata.
Cynthia, que siempre cuidaba su imagen frente a Isaac, se sintió humillada por Marina, y su rostro, ya de por sí pálido, se tiñó de un rojo intenso, ardiente y visible, como si el calor de su vergüenza se desbordara.
“Hermana, no es que no quiera recompensarte, es solo que con mi actual condición es difícil hacer cualquier cosa… Debes entenderme.”
“Aún con tu condición pudiste participar en aquel concurso de talentos e intentar quedarte lo que a mí me tocaba.”
Cynthia rompió en llanto,
Isaac sintió una punzada de pena por Cynthia y, sin pensarlo, le tomó la mano con suavidad, buscando transmitirle su apoyo. Pero al mirar a Marina, su expresión se tornó fría y cargada de resentimiento: “¿Marina, por qué siempre tienes que ser tan dura con tu hermana?”