Capítulo 35
“Por supuesto“, respondieron varios ancianos al unísono.
Familias distinguidas y adineradas como los Nolan, los Montalbán, los Córdoba y los Vega, cuyos patriarcas eran figuras astutas con cientos de años de experiencia, poseían una habilidad para juzgar a las personas que era inalcanzable para los demás.
Los jóvenes que capturaban su atención eran, sin duda, se convertían en los más fuertes candidatos a heredar sus imperios.
Entonces que la familia Córdoba primero preparara a Isaac y ahora impulsara a Vicente, indicaba que la habilidad de elección de heredero del Grupo Córdoba se había vuelto débil.
Isaac, al ver a Vicente radiante y conversando animadamente con los patriarcas, sentía el impacto de la crisis.
Su expresión facial no mejoró en lo más mínimo. Y como si fuera poco, a mal tiempo, peor
cara.
Una voz burlona resonó de repente: “¿Los Córdoba están cayendo en desgracia?”
Isaac se volteó para ver a su buen amigo Federico Nolan acercarse con dos caballitos de tequila en mano, ofreciéndole uno: “Isaac, no digas que tu hermano no te lo advirtió. Dejarme por tu amor platónico y luego deshacerte de tu propia esposa fue una estupidez. Ahora mira, te serviste en bandeja de plata a tu rival. ¿Si ves cuánto lo aprecian los grandes patriarcas?”
Isaac le respondió con sarcasmo: “No empieces con tus cosas. Tampoco es que como si te estuviera yendo mejor a ti, ¿eh? Escuché por ahí que tu hermano volvió a casa”
Federico respondió con enfado: “Es solo un niñato inexperto, no es un problema.”
“¿Inexperto? Pero si tiene el respaldo tanto de Florentino como de Fabián, solo necesita crecer sin problemas, y entonces, Federico, tu posición va a pasar a sus manos.”
Los ojos de Federico se oscurecieron, y apretó el caballito con fuerza. “Mi abuelo y Fabián ya están viejos, y sabes que una vez que alguien se retira, su poder y autoridad se van con él.”
Isaac sacudió la cabeza: “Hay un dicho que dice que los viejos son más astutos.”
“Te equivocas, solo he oído que la nueva ola supera a la anterior. Ahora quienes manejan a los Nolan son mis padres. El amor verdadero entre mi papá y mi mamá es lo que cuenta.”
En medio de su conversación, un murmullo se levantó en el salón del banquete.
“Dios mío, qué guapo.”
“¿De qué familia es ese chico? No lo había visto antes.”
“Con esa pinta, debe ser alguna gran estrella invitada para animar el evento, ¿no?”
“¿Pero qué estrella tiene esta presencia tan imponente?”
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Capítulo 35
En la entrada del salón, Salvador vestía un traje negro, con su estatura alta, se erguía
imponente como una montaña, su rostro juvenil pero sereno desprendía una madurez inusual para su edad.
Florentino y Fabián mostraron total aprobación y se acercaron a Salvador rápidamente.
“Salva, ¿cómo es que llegas hasta ahora?” Florentino lo regañó con una sonrisa.
El nivel de cariño era evidente.
Fabián, aún más tierno y cariñoso, agarró la mano de Salvador y exclamó: “Mocoso, pensé que este año fuera ibas a sufrir. Me has tenido preocupado, sin poder comer ni dormir. Pero mira, no solo has engordado, también has crecido. Ja, ja, parece que te la has pasado bien este año.”
Y sin perder la oportunidad de alabarse a sí mismo continuó: “No podría ser de otra manera, siendo el nieto de Fabián Montalbán.”
Florentino lo corrigió: “Mi nieto.”
“Un nieto es un nieto.”
Así, los dos buenos amigos comenzaron a discutir delante de todos.
Sin embargo, la mirada de Salvador, profunda y serena, se fijó en Isaac, que no estaba lejos…
Isaac se sintió sorprendido: ¿No se suponía que el rival de Salvador era Federico? ¿Por qué se fijaba en él?
Con cortesía y respeto, Salvador se dirigió a Florentino y Fabián: “Abuelos, discúlpenme un momento.”
Luego se acercó a Isaac, extendiendo amistosamente la mano, con una sonrisa que iluminaba su rostro: “Presidente Córdoba, he oído mucho sobre usted.”
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