Capítulo 21
El todavía no completamente desarrollado lobezno, ahora era más bien un adorable cachorro que hacía salivar a cualquiera. Dado que se ofreció voluntariamente, Marina se preguntaba si debería aprovecharlo al máximo.
Pero al pensar en aquel que se encontraba en la cima de la pirámide, un rey de belleza sin igual pero tan inalcanzable como una flor en lo alto de un acantilado, destinada a ser admirada desde la distancia.
Al final, Marina decidió rechazarlo. No se atrevia a tomar ese riesgo.
“No es necesario. Me quedaré con lo que conozco mejor, la sección de ropa femenina.”
Salvador mostró una expresión de herido: “Cuando hagas ropa de hombre, prométeme que me elegirás a mi como tu modelo.”
Marina le respondió con evasivas: “Está bien.”
Marina entró en modo de trabajo infernal. Primero, diseñó en papel varios modelos de ropa femenina, luego seleccionó meticulosamente su favorito para cortar la tela y confeccionar la prenda.
Una falda de cintura alta de color verde pasto y un chaleco corto con mucha actitud. Combinados con un forro suave color avena, lograron fusionar la valentía y la suavidad femenina en una sola figura.
Marina llevó la prenda terminada a varias tiendas de ropa para venderla, pero siendo poco conocida, muchas veces ni siquiera podía conseguir una audiencia con los propietarios de las tiendas y era expulsada por los empleados.
El constante esfuerzo y las noches sin dormir finalmente debilitaron aún más el ya frágil cuerpo de Marina.
Un día, mientras preparaba el atole para Salvador, de repente se desvaneció y cayó al suelo.
Salvador, al no verla aparecer durante un buen rato, comenzó a llamarla a gritos: “Aurora.”
Sin obtener respuesta de Marina.
Salvador, cojeando, la buscó por toda la casa hasta que finalmente la encontró en el suelo de la cocina. Todavía sostenía en su mano la masa para tamales que tanto le gustaba a él, pero estaba acurrucada en el suelo, inconsciente.
El rostro de Salvador palideció Rápido como rayo, la cargó y corrió hacia el hospital más
cercano.
El médico realizó un examen completo a Marina y luego, confundido, preguntó a Salvador: “La paciente tiene un riñón menos y marcas de cirugía en la espalda. ¿Recientemente se sometió a una cirugía de extracción de riñón?”
El rostro de Salvador se volvió pálido como el papel, sus puños estaban tan apretados que las
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venas se tornaron visiblemente rojas por la fuerza.
“Doctor, ¿qué tengo que hacer para que ella esté bien?” Salvador estaba profundamente afligido.
El médico, al observar a Salvador, un joven aún no adulto pero con una expresión sombría y una estatura de metro ochenta que lo hacía parecer maduro para su edad, y a Marina en la cama, pequeña y con una cara de ángel que la hacía verse mucho más joven, malinterpretó su relación: “Deberían reducir la frecuencia de sus relaciones íntimas y, definitivamente, tomar precauciones. Lo mejor para la paciente sería evitar quedar embarazada.”
Salvador se sonrojó instantáneamente.
“Entendido,” contestó sin negarlo, solo respondió torpemente.
El médico, con su limitado español, dijo: “Ella está muy debilitada y sufre de malnutrición severa. Deberías cocinarle caldos nutritivos, como un guiso de pollo con verduras o una rica sopa de verduras. También podrías hacerle una sopa minestrone llena de verduras, o preparar pasta con pesto, que es buena para recuperar energía….”
El semblante de Salvador se volvía cada vez más sombrío, recordando las escenas de Marina trabajando enferma para ganar dinero para su tratamiento. Ella trabajaba hasta tarde dibujando, alimentándolo a él con los ingredientes nutritivos, mientras ella se debilitaba…
¿Cómo podría existir en este mundo una chica tan pura, tan bondadosa y tonta?
El corazón de Salvador se retorcía de dolor.
Después de que Marina fue trasladada a una sala común, no pasó mucho tiempo antes de que despertara, confundida.
Al encontrarse en el hospital, Marina preguntó con debilidad: “¿Qué me pasó?”
Salvador, sosteniendo su mano y con los ojos levemente enrojecidos, dijo: “Aurora, el doctor dijo que no debes esforzarte demasiado. No volverás a trabajar hasta tarde, voy a cuidarnos a
ambos.”