Capítulo 17
El joven, bañado en sangre y yaciendo al inicio del puente, tenía un rostro juvenil, que se combinaba a la perfección con su semblante decidido y hermoso como una escultura de un hombre que estaba en la cima del poder, y hambriento de venganza como un demonio. Sus ojos, bellos pero desafiantes, miraban a su alrededor, como un lobezno olvidado peleando por una oportunidad para sobrevivir.
Marina se le acercó con los ojos repentinamente enrojecidos, y agachándose frente a él preguntó: “¿Por qué no vienes conmigo?”
El joven la miró, su apariencia desaliñada y rota no podía ocultar su innata elegancia y nobleza. Él giró la cabeza, con un aire altivo: “¿Cómo te llamas?”
Marina dudó por un momento: “Me llamo Aurora.” Ocultó su verdadero nombre.
El joven la observó, una sombra de duda cruzó brevemente sus ojos: “¿Aurora?”
“Sí, Aurora. ¿Qué, no te gusta mi nombre?” Marina bromeó.
De repente, el joven agarró su mano con una emoción que no correspondía a su edad: “¡Cómo no me va a gustar! Aurora es un nombre hermoso.”
“Me llamo Salvador Nolan.” Se presentó.
Marina sonrió: “Nolan, es un apellido elegante. También me gusta tu nombre, Salvador.”
“Gracias, parece que nos llevamos bien.” Salvador respondió con una sonrisa astuta.
“Entonces, ¿quieres ser mi aliado en esta historia?” La cálida sonrisa de Marina hizo que Salvador titubeara por un momento.
“¿Tu hermano?” La miró sospechosamente, “Eres delicada y dulce, ni siquiera pareces mayor
que yo.”
Marina preguntó: “¿Cuántos años tienes?”
“Tengo 23.”
Marina soltó una risa, pensando: Este pequeño mentiroso.
“¿Quieres venir a casa conmigo?” Marina preguntó.
Salvador asintió.
Marina, aunque frágil, cargó a Salvador en su espalda. A pesar de ser delgado, era bastante alto y no tan ligero. Marina, con su delicadeza, lo llevaba como si cargara una montaña, jadeando después de unos pocos pasos.
“Aurora, déjame bajar.”
Pero Marina era terca: “No, no te dejaré a mitad de camino.”
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Capitulo 17
Salvador quedó atónito.
“Aurora, me salvaste. Te debo mi vida.”
Marina se quedó pensativa por un momento; sabía que él sería admirado por muchos en el futuro, pero confiar en él no le daba seguridad.
“No necesito tu gratitud. Solo cuida de ti mismo, eso será suficiente recompensa por haber te salvado esta vez.” Marina respondió.
Fue con gran esfuerzo que Marina llevó a Salvador a su pequeño departamento, donde lo acostó en la cama antes de salir rápidamente a comprar vendas, yodo, y otros suministros esenciales para su recuperación.
Poco a poco, el vacío del departamento se llenó con el calor de un hogar, y Marina no pudo evitar sonreír satisfecha.
Se acercó a Salvador y comenzó a tratar sus heridas con cuidado.
Al quitarle la camisa y ver las heridas aterradoras en su cuerpo, los ojos de Marina se llenaron de lágrimas.
“¿Cómo pudieron hacerte esto siendo apenas un niño?”
Salvador, lejos de mostrarse pesimista, respondió con rebeldía: “Querían verme muerto. Desafortunadamente para ellos, ya estaba preparado. No lograron matarme esta vez, así que se arrepentirán más tarde.”
Él era extraordinariamente bello, con una dignidad inherente de un líder nato, pero sus ojos sombríos añadían un aura oscura y temible.
Marina pensó para sí misma que, aunque parecía inocente, había una oscuridad profunda en él. Acercarse a Salvador, pensó, podría ser tanto una bendición como una maldición.
“Eres muy afortunado de sobrevivir a estas condiciones,” dijo Marina.