Capítulo 1
Marina Chávez estaba sentada frente a William Blackwood, el hipnotizador más famoso del mundo, facciones delicadas, ojos hundidos y una mirada de completa devoción, parecía una fiel creyente.
“Quiero olvidar a alguien“, dijo con voz temblorosa, mientras sus frágiles hombros también
temblaban.
William sacó su antiguo reloj de bolsillo y, trazando un hermoso arco en el aire, lo dejó caer frente a los ojos de Marina. Su mirada se fijó tranquilamente en el reloj, esperando que William comenzara su trabajo.
“¿Hay algún sueño que no has alcanzado?“, preguntó William.
Marina negó con la cabeza.
William percibió que para ella el tema era insignificante. Si no fuera porque estaba más allá de la desesperación, ¿cómo podría esta joven elegir despedirse del pasado de manera definitiva?
“Después de la hipnosis, ¿dónde debería dejarte?“, preguntó William, cambiando de pregunta.
Siendo el hipnotizador más renombrado internacionalmente, había ayudado a muchas personas a recuperar sus recuerdos y a muchas otras a borrarlos. Aquellos que venían a él, salían como si hubieran renacido. Y esta joven, quería que borrara todos sus recuerdos.
Después de la hipnosis, podría terminar siendo una persona vacía. Por eso, era importante saber a dónde llevarla después, porque no se quedaría a cuidarla.
Marina parecía tener dificultades para responder, pero después de un rato, le dio a William una serie de números telefónicos.
“Este es el número de mi esposo. Devuélveme con él“, dijo Marina, cuyos ojos se volvieron rojos sin razón aparente, y su voz se hundió en un susurro. “Y si él no me quiere, ¿podrías dejarme en Coyoacán?”
William pensó que, habiendo aceptado su pago, debía cumplir sus órdenes, así que asintió sin dudar.
“Entonces, comencemos.”
Cuando el reloj comenzó a balancearse, un tono misterioso envolvió a Marina. En su mente, surgieron fragmentos de su vida pasada.
Cuando sus padres se divorciaron, ambos querían a su hermana, dejándola a ella, una niña en aquel entonces, acurrucada en un rincón, mirándolos aterrorizada, llorando y rogándoles que no la abandonaran. Prometió comer bien, estudiar duro y ser obediente.
Al final, su padre ganó la custodia de su hermana.
Ella se quedó con su madre, quien no hacía más que gritarle y maltratarla, llamándola una
carga y culpándola por arruinar su vida. Sin embargo, superó todas las adversidades y terminó
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Capítulo 1
siendo una estudiante universitaria destacada.
La escena cambió.
A los 19 años, conoció a Isaac Córdoba. Él fue como un rayo de luz en su oscura vida, financiando su educación universitaria, enseñándole idiomas y transformándola en una dama de sociedad antes de proponerle matrimonio.
Ella creía que a pesar de todas las desgracias de su vida, el destino la preparó para unir lazos con Isaac. Agradecida y enamorada, se dedicó por completo a ser su devota esposa.
Hasta que, tres meses atrás, Isaac la presionó para donar uno de sus riñones a su gravemente enferma hermana. Le aterraba el dolor y, en el fondo, no quería hacerlo. Pero Isaac, agarrándola por la barbilla, le dijo: “Mar, ¿sabes por qué me casé contigo? Te di riqueza y lo menos que te pido es este riñón.”
Marina no podía creer lo que escuchaba; su rostro se volvió pálido como el papel.
Temblando, preguntó: “Isaac, ¿nunca me has amado?”
Isaac le respondió sinceramente: “Mar, yo estaba enamorado de tu hermana. Muy enamorado. Pero te prometo, si la salvas, nuestro matrimonio permanecerá. Mientras tu hermana viva, no tendré ningún remordimiento en esta vida.”
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