Capítulo 10
Marina tenía los dedos de los pies encogidos, agarrando con fuerza el borde de la cama.
Las venas rojas en sus ojos parecían teñidas de sangre.
La enfermera le colocó una bolsa de suero y se marchó.
Marina durmió de manera intermitente hasta el mediodía. Se despertó por el hambre; había saltado el desayuno y ahora sentía su estómago pegado a la espalda.
Tomó su celular y se pidió algo de comer: una ensalada con pollo a la parrilla, un tazón de quinoa y un par de tacos de pescado… Sentía que podría comerse una vaca entera.
Justo después de pedir la comida, Isaac apareció, rompiendo su rutina habitual.
Sus ojos estaban algo rojos, con una mirada que mezclaba algo que Marina no podía descifrar: culpa.
“Marina, déjame enviarte al extranjero.”
Marina quedó estupefacta.
“Tu presencia realmente afecta el estado de ánimo de tu hermana. Está enferma, necesita mantenerse feliz. Así que, te irás al extranjero un tiempo, hasta que se estabilice su salud. Luego te traeré de vuelta, ¿te parece?”
Marina miraba incrédula al hombre frente a ella, recordando las palabras de la enfermera… De repente, con furia, lanzó el humidificador que estaba sobre la mesilla de noche, aunque Isaac lo esquivó hábilmente.
“Isaac, hombres como tú, que quieren todo, realmente dan asco. Si te gusta Cynthia, entonces divórciate de mí y vete con ella.”
Isaac no se enfadó al ver a Marina perdiendo el control. Simplemente recogió el humidificador y se acercó a ella para abrazarla.
“Mar, sé que estás sufriendo. Esta es la última vez, cuando vuelvas, prometo cortar lazos con ella y vivir contigo.”
Marina sintió una oleada de náuseas, queriendo vomitar.
Finalmente, vomitó sobre Isaac, señalándole con furia: “Me das asco. Lárgate, no quiero verte.”
Isaac la abrazó aún más fuerte, suspirando, “Mar, estás celosa, ¿verdad? Sé que me amas, pero Cynthia es tu hermana, no quieres que le pase nada malo, ¿verdad?”
Marina estaba tan agitada que no podía articular una frase completa. “Vete… por favor, no quiero verte…”
Finalmente, Isaac la soltó: “Marina, confía en mí, no te abandonaré. Piensa en esto como unas
vacaciones… En tres meses como mucho, te traeré de vuelta a casa. ¿Qué país quieres elegir?
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Capitulo 10
Lo consideraré.”
“Lárgate“, Marina gritó con todas sus fuerzas, un torrente de vómito mezclado con bilis golpeó a Isaac en la cara, quien se marchó con desdén.
Marina colapsó sobre la cama, como si hubiera tenido una lucha a muerte, agotada hasta el punto del desmayo.
En el pasillo, Isaac le preguntó al doctor: “Marina ha estado vomitando mucho, ¿qué le pasa?”
El médico respondió: “La señora ya tenía un resfriado, y con el estrés de estos últimos días, es normal que su estómago se vea afectado. Es común que haya vómito. Señor Córdoba, recuerde pedirle a la señora que coma tres veces al día…”
Recordado por el doctor, Isaac se dio cuenta de que había olvidado comprarle el desayuno a
Marina.
¿Y ahora ya era casi la hora del almuerzo?
Se sintió culpable; como marido de Marina, no había cumplido con su deber. Sin embargo, juró en secreto que, una vez que Cynthia superara esta situación, compensaría a Marina por todo.
Aceleró el paso para ir a traerle comida a Marina, pero chocó de frente con el repartidor de comida. Vio cómo el repartidor llevaba una cantidad generosa de comida directamente a la
habitación de Marina.
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