Capítulo 177
“Está bien.” A Ricardo le gustaba cómo estaban las cosas en este momento, esa relación a distancia que mantenía con Amparo: “Tengo asuntos pendientes en el trabajo, mejor regresas tú primero.”
Amparo guardó la caja en la bolsa, mientras que su rostro irradiaba una felicidad incontenible: “De acuerdo.”
Ricardo observaba cómo se alejaba Amparo.
Su ceño se fruncía cada vez más.
Todos decían que si realmente te gustaba una persona, gastabas dinero en esa persona, ¿cierto?
Había invertido tanto dinero en Amparo que, supuestamente, debería gustarle…
Pero…
Se sentía muy reacio a tener cualquier tipo de contacto físico con ella.
Ricardo giraba el anillo de diamantes entre sus dedos.
No lograba entender por qué.
Tras comer y volver a la oficina, Helena ya estaba despierta.
Mientras comía, pensé en cómo ilustrar los eventos del día de manera que, al plasmarlo en el cómic, tuviera algo de interés y mantuviera la narrativa.
Así que, al volver al sofá, me dispuse a seguir dibujando.
“Deja el trabajo por ahora.” Helena se aferró a mi brazo, pegándose casi completamente a mí: “Quédate a conversar un rato conmigo.”
Su voz era dulce y suave.
Me giré hacia ella y pregunté: “¿De qué quieres hablar?”
Helena se puso seria: “Antes me sugeriste que podría emprender algo, ¿recuerdas?”
Asentí.
Helena parecía algo preocupada: “Creo que tienes razón, pero no sé qué debería hacer.”
Con una expresión suplicante, me dijo: “Por eso quería saber si tienes alguna sugerencia para
mí.”
Pensé detenidamente: “¿Por qué no piensas en lo que realmente te interesa?”
Helena negó con la cabeza: “No puedo, me gustan demasiadas cosas…”
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Capítulo 177
Le dije con firmeza: “Encuentra lo que más te gusta.”
Helena se quedó en silencio.
Continué diciendo: “Quiero decir, piénsalo bien. Entre todas tus aficiones, ¿hay alguna de la que no puedas prescindir o renunciar?”
Helena vaciló antes de responder: “Sí.”
Le di una palmadita en la mano: “Entonces dedicate a eso.”
Helena me miró fijamente durante un buen rato antes de decir: “¡De acuerdo!”
Camilo, con sus dedos largos, pasaba las páginas de unos documentos sin prestarles mucha atención, enfocando su mirada en Ofelia, que estaba en el cubículo contiguo.
Antes de la llegada de Helena, solo estaban él y Ofelia en la oficina, disfrutando de sus
momentos a solas…
Pero después de la llegada de Helena…
Ella siempre encontraba cualquier excusa para acercarse y hablar con Ofelia.
Pero Ofelia ya no tenía tiempo para, charlar con él.
Esto no podía seguir así.
¡Tenía que encontrar una manera de hacer que Helena se marchara!
Llegadas las cinco y media, era hora de ir a buscar a Dora.
Helena insistió en acompañarnos.
Pero recibió una llamada por el camino. No sé qué le dijeron, pero se despidió de nosotros con un gesto de desagrado.
Me senté en el coche y me giré para observar a Camilo a mi lado.
Camilo se acercó hacia mí con una sonrisa y me preguntó: “¿Qué pasa?”
Lo pensé durante un momento y decidí preguntar: “¿Te cae mal Helena?”
“Así es.” Admitió Camilo sin rodeos: “Ella me ha acosado un par de veces antes.”
“Nunca me han gustado ese tipo de personas.”
Camilo pensó que aprovechar la situación para alejarla de Helena podría ser una buena idea; “Incluso pienso que su interés en ti podría ser parte de su intento por perseguirme.”
Lo entendí: “¿Te preocupa que ella te moleste?”
Camilo asintió.
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Me mantuve en silencio por un momento, y luego lo miré: “Entonces, la próxima vez que venga a buscarme, bajaré a encontrarme con ella.”
“Así no te molestará.”
Si a él no le gustaba alguien, no insistiría en que la aceptara.