Capítulo 180
A pesar de que Ricardo nunca había tenido un contacto íntimo con ella, la mujer podía sentir cómo los sentimientos de Ricardo hacia ella comenzaban a resurgir poco a poco…
En aquel momento, ella estaba convencida de que, tan pronto como Ricardo volviera a estar soltero y sin las restricciones morales o sociales, su relación experimentaría un rápido desarrollo.
Ambos se sumergirían de lleno en un amor apasionado, y serían tan cercanos que no habría distinción entre él y ella.
Ricardo solo tendría ojos para ella.
No obstante…
Después de haber hecho todo lo posible para que el matrimonio entre Ricardo y Ofelia se desmoronara, descubrió que la realidad era completamente distinta a lo que había imaginado.
Amparo frunció el ceño con preocupación.
Cada vez que mostraba señales de querer avanzar en su relación, Ricardo se mostraba reacio.
Solo cuando se limitaban a ser amigos, o incluso algo más distantes, era cuando él parecía sentirse a gusto.
Amparo se masajeaba suavemente la frente.
Incluso llegó a pensar que si hubiera sido un poco más paciente, esperando a que Ricardo se enamorara completamente de ella antes de intentar separarlo de Ofelia, ¿las cosas habrían sido diferentes?
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El auto se detuvo frente a la mansión,
Benjamin ni siquiera se atrevia a bajar la ventanilla, por miedo a que Ofelia lo descubriera.
La observaba con anhelo; fue ella quien ese día tampoco se había arreglado, simplemente llevaba ropa deportiva, mostrando una serenidad y comodidad que hacía tiempo no veía en su propio hogar.
La envidia casi se desbordaba del rostro de Benjamín.
Fue en ese momento cuando recordó que, desde que su padre lo llevó a encontrarse con Ofelia en secreto, nunca le habia mostrado una cara amable.
Incluso sus palabras hacia su madre eran duras y estaban llenas de rencor.
Pero Ofelia siempre fue muy comprensiva, sin saber por qué él estaba enojado, creyendo que tal vez él había tenido un mal dia. Siempre trataba de consolarlo con ternura.
Hasta que él lo ignoro…
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Capitulo 180
En esos tiempos, los ojos de Ofelia siempre estaban cargados de preocupación, pero se esforzaba por ocultar esos sentimientos al verlo, para no afectarlo.
No como la Ofelia de ahora…
Sus ojos brillaban llenos de felicidad.
Evidentemente, ahora debía estar viviendo bien.
Las lágrimas comenzaron a formarse en los grandes ojos de Benjamín.
Los sonidos de alegría y rísas provenientes del patio llegaban a los oídos de Benjamín…
Y sus lágrimas caían una tras otra sobre el auto.
Últimamente, Ofelia ni siquiera le había dirigido la palabra…
Benjamín se secaba las lágrimas con torpeza.
Si tan solo…
Ofelia estuviera dispuesta a hablar con él de nuevo.
Pero ella había decidido cortar lazos con él.
Seguramente, no volvería a prestarle atención.
Así que…
La próxima vez que la viera en la entrada de la escuela, debía acercarse a hablar con ella.
Dora era una niña muy determinada. Después de correr, subió a lavarse toda sudada y no olvidó practicar frente al espejo, aunque el contenido de su práctica de ese día era diferente al del anterior.
Miraba fijamente al espejo, con determinación y decía palabra por palabra: “Estoy muy feliz de que puedas ser mi amigo.”
“¿Podemos salir a jugar el fin de semana?”
“No puedo decir muchas palabras, pero persistiré.‘
“Algún día podré comunicarme contigo siempre y cuando estés dispuesto a seguir siendo mi amigo.”
La observaba, sintiendo una leve admiración en su interior hacia ella.