Capítulo 163
“¿Qué haces ahí parado sin hacer nada?”
Amparo hablaba con un tono bastante severo.
Al principio, Benjamín se sentía herido por estas palabras, pero ahora, ya se había acostumbrado.
Con el rostro serio, salió por la puerta de la escuela diciendo: “Viniste a buscar a tu hijo, no a
mí.”
Amparo trataba de no perder la compostura delante de otros padres: “¿Acaso no puedo recoger a los dos?”
“Si es así, ¿por qué cuando venías a buscar a Fernando nunca me llevabas contigo?“, replicó Benjamín. “Ahora que tengo quien me lleve, voy contigo.”
Amparo tomó una profunda respiración.
Pero antes de que pudiera calmarse, Benjamín ya se había subido al coche del chofer y cerrado la puerta tras de sí.
El coche se alejó rápidamente.
A través del retrovisor, el chofer vio el rostro enfurecido de Amparo y se sintió algo intimidado: “Si nos vamos así, ¿cómo le explicamos después al Sr. Pérez?”
Su salario lo pagaba Ricardo.
Y Amparo era la esposa de Ricardo…
Temía que Amparo hablara mal de él frente a Ricardo y terminara perdiendo su trabajo.
Benjamín trató de calmarlo: “No te preocupes, yo hablaré con mi papá. No tienes por qué inquietarte.”
Aun así, el chofer no se tranquilizaba.
Sin más opción, Benjamín llamó a Ricardo en presencia del chofer: “Papá, Amparo está muy molesta…”
“Dijo que venía por mí, pero no me atreví a subir a su coche. No te molestarás, ¿verdad?”
Ricardo, siempre indulgente, respondió: “Tranquilo, no pasa nada.”
“Eso esperaba.” Benjamín miró hacia la ventana: “Hoy también volveré tarde a casa.”
Ricardo preguntó: “¿Seguirás con tu mamá?”
Benjamín no lo negó: “Sí.”
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Capítulo 163
Desde que se dio cuenta de que todo lo bueno que Amparo había hecho era solo una fachada, se sintió vacío, como si hubiera perdido a alguien muy importante.
Lo que Benjamín no le había contado a nadie era que solo estando cerca de su mamá y viéndola, podía sentirse un poco más tranquilo.
Ricardo no intentó detenerlo, solo suspiró: “Vuelve temprano.”
Benjamín no respondió.
En su mente pensaba, ¿para qué regresar tan pronto?
Si Amparo estaba enfadada ahora, seguro que descargaba toda su ira en él una vez que
estuviera en casa.
No era tan ingenuo.
Ricardo, sin recibir respuesta de Benjamín, insistió: “¿Me escuchaste?”
Benjamín respondió de manera evasiva: “Sí.”
Me senté en el asiento trasero, observando a Dora balancear alegremente sus piernas, una clara señal de su buen humor.
La tomé en mis brazos y le pregunté suavemente: “¿Qué pasó hoy en la escuela?”
Dora levantó la vista hacia mí y dijo: “Hoy, todos los niños se alejaban de Fernando, ¡ninguno se atrevió a acercarse!”
“Ni siquiera había pasado una clase cuando ya estaba llorando sobre su escritorio.”
“Yo estaba tan orgullosa en ese momento.”
“Cuando los demás no me hacían caso, solo me sentía un poco triste…”
“Pero ni siquiera lloré.”
Con orgullo, levantó su barbilla esperando un elogio.
Le pellizqué suavemente la nariz: “Parece que tienes una gran capacidad para manejar la presión.”
Dora puchereó: “Claro, ¿quién más podría ser mi mamá?”
Iba a responderle.
Pero Camilo se adelantó: “Es mía.”
Dora se acurrucó en mis brazos: “Es mamá.”
Camilo: “¿Ah sí?”
Dora, un poco molesta, murmuró: “Bueno, también es papá.”
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Capitulo 163
Se quedó en mis brazos, de repente callada, jugueteando con su cabello sin decir más.
