Capítulo 136
David preguntó: “Todos sabemos que, antes o después de casarte, la única persona en tu corazón siempre ha sido Amparo.”
Ricardo tampoco podía entenderlo. ¿Por qué, al hacerse realidad su sueño, no sentía ni un ápice de felicidad, sino una profunda vacuidad, como si hubiera perdido a alguien importante?
Ricardo abrió el armario. Los trajes, colgados ordenadamente, estaban todos arrugados. Cuando Ofelia estaba, la ropa siempre estaba planchada, sin una sola arruga, como nueva.
Empujó la puerta del dormitorio y se dirigió al salón. Amparo estaba viendo la televisión y, al verlo acercarse, se acercó a él, quejándose con dulzura: “La empleada se tomó el día libre hoy, no hay quien cocine, así que tuve que pedir comida a domicilio.”
Fue en ese momento cuando Ricardo se dio cuenta… Hacía mucho que no comía comida a domicilio. Cuando estaba con Ofelia, en la etapa inicial de su emprendimiento, sin tiempo para cocinar, pedían comida a domicilio todos los días. En ese entonces Ofelia estaba embarazada, con un vientre prominente, pero aun así le decía que la comida a domicilio no era saludable. Y cocinaba para él todos los días, llevándole la comida a la oficina.
Después, a medida que la empresa crecía y se estabilizaba, empezó a tener más tiempo libre. Cada día al llegar a casa, se encontraba con deliciosos platos sobre la mesa y la suave sonrisa de Ofelia. Se sentía completamente tranquilo.
“Ricardo.” Amparo no notó el cambio en su expresión. Ella se acurrucó en su pecho, mimada: “¿Qué tal si contratamos otra empleada y un chofer?”
Ricardo, en vez de responder, preguntó: “¿No tenemos ya?”
“No es suficiente.” Amparo se sentó y empezó a contar con los dedos: “Mira, ahora solo tenemos una empleada, ¿y si se toma un día libre?”
“Entonces tengo que comer comida a domicilio.” Tocó su vientre suavemente: “Eso no es bueno para el bebé que llevo dentro.”
“En cuanto al chofer… Benjamín dijo que en el futuro necesitaría que un chofer lo recogiera, ¿y si yo quiero salir?”
Ricardo escuchó sus palabras, preguntándose, ¿es solo durante su embarazo que se volvió tan delicada? ¿O todas las mujeres son así? Inconscientemente, recordó cuando Ofelia estaba embarazada de Benjamín… En aquel entonces, nadie cuidaba de Ofelia, ella incluso se encargaba de todas las tareas domésticas. Y nunca se quejaba. Al llegar a casa, siempre lo recibía con una sonrisa, alegre y contenta en sus brazos, soñando con el futuro.
En ese momento, Ricardo se dio cuenta… Aquellos tiempos debieron ser difíciles para Ofelia. Solo que nunca lo dijo para no preocuparlo. Ofelia realmente lo amaba.
Ricardo, absorto, respondió: “Está bien, haremos como dices.” Amparo lo abrazó por el cuello: “Eres el mejor.” Ricardo le acarició la espalda suavemente: “Sí.”
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Capitulo 136
Dora llegó a casa y vio que Walter seguía allí, su sonrisa desapareciendo de inmediato. Walter, notando el cambio de expresión en Dora, contuvo la risa y la llamó: “¡Dora, ven aquí, tenemos que seguir con el entrenamiento de hoy!”
Dora, agarrándome fuertemente la mano, dudó durante un buen rato, pero finalmente se acercó al entrenador con zancadas decididas. Walter elogió: “Es genial que quieras seguir entrenando.” Camilo y yo decidimos acompañarla para que Dora no se sintiera tan sola. Entonces Dora volvió a sonreír.
La última vez, Walter, al ver su débil condición física, le permitió descansar un rato después de correr cien metros. Esta vez, aumentó la distancia a ciento cincuenta metros. Dora terminó sudando por todo el cuerpo. Al final, estaba tan exhausta que se tumbó en el césped sin querer levantarse. Al verla así, Camilo la levantó en brazos y la llevó a su habitación.
Después de asearse, Dora se tiró en la cama y casi se durmió sin necesidad de que la arrullara. Con una sonrisa, arreglé su cobija y salí de su habitación. Camilo me estaba esperando a no mucha distancia. Al verme salir, se dirigió hacia el balcón, y yo lo seguí.
“Aquél día fui a hablar con sus maestras…” Camilo quería mucho a Dora y, por supuesto, no estaba contento al ver que la estaban molestando en el jardín de infantes.