Capítulo 11
Debido a la lluvia, la visibilidad era borrosa, y Palmiro no pudo ver claramente la placa del coche antes de que se alejara. En ese momento, Malva se acercó: “Palmiro, ¿qué pasa?“.
Fue entonces cuando éste desvió la mirada. Malva sostenía un paraguas con sus delicadas manos, preocupada por si él se mojaba, manteniéndolo sobre su cabeza mientras ella misma se empapaba bajo la lluvia.
En un instante, Palmiro creyó ver en ella la silueta de Nemesia. Esa tontería, Nemesia también la había hecho en el pasado. Él sacudió la cabeza, si no la amaba, ¿por qué pensaría en ella en ese momento?
Al ver a Malva temblando de frío, se quitó su chaqueta y la puso sobre sus hombros. Ésta dijo en voz baja: “Cuando Nemesia dejó la familia Favela, lo hizo de manera tan decisiva, ¿realmente piensa romper el compromiso contigo?“.
“¿Cómo podría ser?“, Palmiro, casi sin pensarlo, rodeó con su brazo los hombros de Malva. “Mientras ella siga siendo Nemesia, no podrá alejarse de mí. Todo esto lo hace para llamar mi atención, ¿no es así?“.
“Pero parecía realmente enfadada esta noche“, murmuró Malva, mordiéndose el labio. “¿Qué tal si le llamas para saber dónde está?“.
Palmiro hizo un gesto con la mano, despreocupado: “¿Para qué llamar? Cuando se le pase, vendrá a disculparse conmigo, no te preocupes demasiado“, nunca había llamado primero a Nemesia. Entre ellos, siempre era ella quien tomaba la iniciativa, independientemente de quién tuviera la culpa, siempre era ella quien se disculpaba. Era algo a lo que él ya estaba
acostumbrado.
El clima era pesado, sombrío. Fuera, una tormenta de rayos llenaba el cielo, como si una
enorme brecha se hubiera abierto en él.
Ireneo, mirando a la mujer inconsciente en la cama, dijo en voz baja: “La Srta. Favela tiene una conmoción cerebral. El médico dice que quizás necesite quedarse en el hospital un par de días más para observación y así estar seguros“.
Julián, con la mandíbula tensa, no respondió, su mirada fija en el tobillo de Nemesia. Ireneo hizo un rápido vistazo y, bajando la voz, repitió lo que el médico había dicho: “Aquí, fue cortado por un fragmento de porcelana. Se trató demasiado tarde para evitar cicatrices, pero los huesos están bien“, sus labios estaban apretados, sus ojos oscuros no revelaban emoción, pero era palpable el frío que irradiaba.
La chica en la cama estaba demasiado desaliñada; aunque ya le habían cambiado la ropa mojada, su cuerpo delgado carecía de la vitalidad juvenil. En su rostro aún se podía ver el rastro de una bofetada, destacando abruptamente sobre su pálida piel, debió de haberle dolido mucho.
1/2
16:39
Julián sacó un cigarrillo del bolsillo, lo colocó entre sus labios con la intención de encenderlo, pero, pensando en Nemesia, lo apagó.
“Jefe, el Sr. Salas aún te espera“, dijo Ireneo, mirando la hora y hablando bajo. “Es tarde. Si no vas ahora, la reunión se disolverá“.
“Que se disuelva, no iré“, Julián se sentó al lado de la cama. “Esta noche me quedo aquí, no iré a ningún otro lugar“.
Ireneo pareció querer decir algo, pero en ese momento el teléfono de Julián sonó.
Viendo que Nemesia no dormía tranquila, éste último llevó el móvil al pasillo para contestar. Del otro lado, la voz bulliciosa de Edmundo Salas se hizo oír: “Oye, ¿qué te pasa, Juli? ¿Cómo es que te vas sin avisar? Quien no sepa podría pensar que alguna mujer te ha llevado“.
Julián esbozó una sonrisa: “Sí, una mujer me ha llevado, ¿te da envidia?“.
“¿Qué sueños estás teniendo?“, Edmundo soltó una carcajada, bromeando a través del teléfono. “¿De verdad crees que por haber sido soldado unos años el país te va a regalar una esposa? Juli, despierta. Aunque llueva bastante esta noche, no dejes que tu cabeza se llene de agua y tonterías“.
Julián mordió un cigarrillo en el rincón de su boca, sin responder. Él y Edmundo habían crecido juntos, de no ser así, éste último no se atrevería a burlarse de él de esa manera.
“Ven rápido, te estamos esperando“, Edmundo insistió. “Ah, por cierto, tu sobrino también está aquí“.
Julián entrecerró los ojos de repente, con un brillo peligroso: “¿Palmiro?“.
“Sí, lo que pasó esta noche en la familia Favela ya se ha esparcido por todos lados. Tu sobrino tiene una fuerza mental impresionante, después de todo lo sucedido, todavía tiene ánimo para venir a beber“.
Una sombra oscura cruzó por los ojos de Julián mientras esbozaba una sonrisa, pero no había ni un ápice de alegría en ella, sino un frío aterrador: “Espérame, voy para allá ahora mismo“.