Capítulo 1180
-Por ahora, dejémoslo aquí. Mejor vamos a comer–dijo Tadeo, poniendo fin a la conversación.
Sin embargo, mientras Rosana estaba cenando, apenas podía concentrarse en la comida. Se notaba que su mente andaba en otro lado.
Tadeo, por su parte, no disimuló su disgusto por la comida de La Cúpula Dorada. Apenas probó un par de bocados y se levantó para irse, con una expresión de fastidio.
Pero poco después, Rosana recibió una foto enviada por Tadeo.
En la imagen se veían claramente a Keira y al gerente general de la empresa PZ, el señor Francisco, sentados juntos.
Rosana alzó la voz, mostrando la pantalla del celular:
-Esto me lo mandó Tadeo. No sé para qué se metieron a un privado, ¿de qué irán a platicar?
-Eso está fácil -intervino Dionisio, sacando su teléfono-. Deja que yo mueva unos hilos.
Sin perder tiempo, Dionisio marcó directamente al gerente de La Cúpula Dorada. Al final de cuentas, el lugar era suyo, si quería enterarse de lo que se decía en un privado, bastaba con pedirlo.
Al poco rato, el gerente apareció en persona para dar el reporte.
-Señor Jurado, señorita Montes, Keira y el gerente Francisco están reunidos con representantes de dos familias del círculo, al parecer para discutir un trato de colaboración.
Al escuchar los nombres de esas familias, Sara se adelantó:
-Esos son familias de segunda línea. También se dedican a los negocios, pero últimamente están batallando para adaptarse.
Rosana la miró, recapitulando:
-Entonces, si la empresa PZ les propone un trato, seguro se emocionan. Les urge agarrar cualquier oportunidad.
Dionisio asintió:
-Parece que después de lo que pasó en la última fiesta, varias familias grandes prefirieron quedarse mirando desde lejos. Por eso ahora PZ va por las familias de segunda línea.
-Hasta el muslo de un mosquito sirve de algo -soltó Sara con sarcasmo-. No se cansan de querer más.
-Por lo menos -agregó-, el dinero que logran sacarles ya no es tanto. Con esas ansias de cerrar trato, seguro en cualquier momento se les cae la máscara.
Dionisio añadió:
-Yo ya solté la noticia: esas familias solo pueden escoger con quién hacer negocio, o con nosotros o con PZ, no con ambos. Oficialmente lo justifico con el pleito que armaron Rosana y la empresa PZ en la fiesta. Así nadie sospecha que los estamos bloqueando.
-Ahora todo tiene sentido -comentó Sara-. Por eso cambiaron de objetivo.
Rosana no pudo evitar recordar cómo, en su vida pasada, varias de esas familias grandes cayeron en la trampa y terminaron con despidos masivos, dejando a un montón de gente sin trabajo.
La consecuencia de esa estafa fue tan grave que hasta la economía local se paralizó por un tiempo.
Esta vez, ella no pensaba permitir que la empresa PZ saliera con la suya.
Javier se puso de pie:
-Ya se hizo tarde, nos vamos.
Rosana asintió y sonrió:
-Entonces Dionisio y yo vamos a darnos una vuelta para meterles un poco de miedo. Si vamos a hacer esto, c hecho.
ea bien
Sara y Javier salieron juntos del privado, dejando a Rosana y Dionisio listos para su siguiente movimiento.
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Capítulo 1180
Dionisio tomó la mano de Rosana:
-Y dime, ¿cómo planeas asustarlos?
-Pues directo, sin rodeos.
Ambos se miraron, cómplices, y caminaron con paso firme hacia el privado donde Keira y compañía estaban reunidos. Rosana empujó la puerta con fuerza. Al verlos entrar, el color se le fue del rostro a Keira; no esperaba esa visita.
Keira se puso de pie, cuidando cada palabra:
-¿Y ustedes a qué vienen?
Rosana, con toda la confianza del mundo, se adentró en el privado:
-Yo también vine a cenar y, casualmente, vi a la señorita Montes. Así que pensé en pasar a saludar.
La tensión era tan obvia que hasta el aire se podía cortar. La expresión de Keira se tensó; estaba claro que no era solo un saludo, sino una declaración de guerra.
Después del escándalo de la última fiesta, Dionisio se había encargado de avisar a todas las familias importantes del círculo que no se metieran con la empresa PZ. Si insistían, era como buscarse un pleito con la familia Jurado.
Los planes de inversión que tenían se fueron por el caño.
Keira sabía perfectamente el peso de la familia Jurado en ese círculo, y ni hablar del poder que tenía la Empresa del Arce en ese momento. Por eso no le quedó otra que buscar alianzas con familias de segunda línea. Y cuando parecía que todo iba viento en popa, Rosana y Dionisio aparecieron de nuevo, arruinando sus planes.
Rosana jaló una silla y se sentó sin pedir permiso, mirando directo a los representantes de esas dos familias:
-¿A poco no escucharon la advertencia de la familia Jurado?