15.30
Capítulo 1121
Rosana escuchó el timbre del teléfono y, sin poder evitarlo, volteo la cabeza para echarle un vistazo.
Dionisio tenia su mano entrelazada con la de ella, sus dedos encajando perfectamente. El contacto era cálido y seguro, y ninguno de los dos quería soltar al otro.
-¿No puedes concentrarte solo en mi un ratito? -murmuró Dionisio, su voz grave y suave en el oído de Rosana.
Rosana, acurrucada en el pecho de Dionisio, dejó que sus dedos se deslizaran sobre sus abdominales bien marcados. Él siempre había mantenido una figura increíble, y ahora, con la cercanía, podía sentir la fuerza y calidez que eranaba de su cuerpo.
La mano de Dionisio se coló bajo su camisa, aferrándose a su cintura, apretándola con fuerza. Su respiración se volvió más pesada, cargada de deseo.
Rosana notó que la superficie del escritorio en el estudio estaba algo fría, pero apoyada en el abrazo de Dionisio, solo sentía felicidad, como si el mundo exterior no importara.
Al día siguiente, Rosana despertó y, al abrir los ojos, se encontró en una habitación que no le resultaba del todo familiar Tardó unos segundos en ubicarse, pero luego recordó lo que había pasado la noche anterior.
A su lado, alguien la abrazaba con fuerza. Se sintió tan contenta que le dieron ganas de reír.
-¿Ya despertaste? -La voz de Dionisio resonó cerca de su oído, ronca y algo áspera por el sueño. Se acercó despacio y le dio un beso suave en la oreja-. Sobre lo de anoche… ¿todavía te duele?
-Estoy bien–respondió Rosana, escondiendo media cara bajo la cobija, con un toque de vergüenza.
La noche anterior, por fin, ella y Dionisio habían dado el último paso. Aunque habían estado juntos antes, siempre se habían detenido antes de cruzar ese límite. Ahora, todo había cambiado
para ambos.
Dionisio le dio un beso en la frente.
-¿Qué quieres desayunar hoy?
Rosana se quedó pensando y contestó:
-No quiero nada de desayuno occidental.
Dionisio la miró con una expresión desconcertada, pero antes de que pudiera decir algo, Rosana soltó una carcajada.
-¡Es broma! ¿Cómo podría ponerme quisquillosa si tú te encargaste de prepararme algo? No tienes por qué preocuparte de
eso.
Dionisio apretó un poco más su mano y le dio otro beso.
-No tienes que consolarme con esas palabras. Apenas estoy empezando a practicar la cocina, pero estoy seguro de que algún día voy a cocinar mejor que Javier.
-¿Por qué tienes que competir con él en la cocina? Javier tiene mucho más tiempo libre que tú, puede practicar más seguido y por eso cocina mejor ahora.
Los ojos de Dionisio se entrecerraron un poco, con una chispa de terquedad.
-Eso es cosa de hombres.
Rosana se acercó de inmediato, con picardía.
-¿O sea que entre hombres no pueden reconocer cuando el otro los supera?
Al escucharla, Dionisio le sujetó la muñeca y la miró desde arriba, con una mirada tan intensa que hizo que Rosana d ara la vista de inmediato.
-Ayer no dejabas de decir que estabas cansada, pero ahora te veo muy recuperada.
Rosana, al cruzar la mirada con esos ojos que parecían quemar, giró la cabeza con rapidez.
-Ya tengo hambre.
-Pero según tú, no te gusta el desayuno occidental, ¿no? -susurró Dionisio, besándole el cuello, su aliento la envolvió y
1/2
15:38
Capitulo 1121
Rosana sintió que la situación se volvía peligrosa.
Ella, con una carita que pedía piedad, jaló de la mano de Dionisio.
-Ahora si se me antoja desayunar lo que sea.
Él soltó una risa breve y, tras eso, se levantó de la cama.
Rosana lo miró de reojo mientras Dionisio se alejaba. No podía evitar fijarse en lo bien que le quedaba todo, su espalda ancha, los músculos definidos, la fuerza tranquila que transmitia. Totalmente diferente al tipo de Javier.
Aun así, a ella le gustaba mucho más el tipo de Dionisio.
Se percató de la ropa esparcida en el piso, y al recordar la intensidad de la noche anterior, sintió cómo el calor le subía a la
cara.
-Ejem… -pensó-. Yo ya quería esto con Dionisio desde hace mucho, así que todo fluyó como debía.
Fue directo al vestidor y encontró que todo estaba perfectamente preparado, la ropa ordenada, nada faltaba. Así era el poder del dinero: podías tener todo listo sin mover un dedo.
Rosana no se lo pensó mucho y se cambió de ropa.
Al salir, tomó el celular y notó varias llamadas perdidas. La mayoría eran de Julio Lines. Seguramente ya sabía que Rosana había regresado a su pueblo y por eso intentaba contactarla.
También vio unos mensajes de Sara Chavira, avisándole que tenía algo importante que platicar.
Rosana meditó un instante y decidió devolver la llamada.
-Hola, anoche no pude contestar las llamadas. ¿Pasó algo?
Al otro lado de la línea, Sara contestó con voz pícara:
-¿No contestaste anoche? Si ni era tan tarde. ¿Te dormiste temprano o será que en ese momento estabas… ocupada y no podías contestar?

