Capítulo 1115
Después de que Rosana rechazó de manera tan directa, la expresión del joven cambió por completo.
Esther, visiblemente nerviosa, jaló al joven del brazo.
-Vámonos, primo, ¿no ves que ya va a empezar la fiesta de cumpleaños?
En ese momento, una mujer de mediana edad salió del salón, frunciendo el ceño al ver la escena.
-¿Y ustedes por qué están aquí afuera? ¿Qué hacen que no entran?
Esther se apresuró a responder:
-Ahorita vamos, tía. Ya vamos para adentro, primo, ven.
El joven, molesto, empujó a Esther con fuerza.
-¿Y tú quién te crees para darme órdenes?
Por el empujón, Esther perdió el equilibrio y terminó en el suelo.
Rosana, viendo la escena, no lo dudó un segundo y corrió a ayudarla a levantarse.
-¿Estás bien? -le preguntó, preocupada.
Esther negó con la cabeza, un poco avergonzada.
Rosana entonces levantó la mirada, fría y desafiante, y encaró al joven.
-Disculpate.
El muchacho bufó, irritado.
-¿Y por qué tendría que pedirle perdón? Yo soy el único hombre de la familia, deberías sentirte afortunada de que me fije en ti, ¿quién te crees para rechazarme? ¿Ser de la UN te hace especial o qué?
El comentario le dolió al orgullo, y empezó a despotricar sin filtro.
La mujer de mediana edad miró a Rosana, con una expresión tan crítica que casi cortaba el aire.
-Ay, estas niñas de ahora, se hacen las difíciles nomás para llamar la atención de mi hijo, ¿verdad? Es la típica jugada de hacerse la interesante.
Rosana no pudo evitar sorprenderse ante semejante descaro.
La mujer resopló, altanera.
-¿Qué, ya te quedaste sin palabras porque te descubrí?
Rosana la miró fijamente.
-Lo que pasa es que jamás había conocido a alguien tan descarada como usted.
La mujer se ofendió.
-¿Cómo te atreves a decirme eso? Si mi hijo, que es un muchacho tan valioso, se fija en ti, deberías estar agradecida. ¿Con qué derecho lo desprecias?
Rosana, sin perder la compostura, levantó el mentón y contestó:
-Para empezar, ya tengo novio. Y para seguir, su hijo no me interesa para nada; tendría que estar ciega para fijarme en él. El joven se encendió de coraje.
-¿Qué insinúas? ¿Crees que por ser de la UN eres mejor? Si he visto muchas de la UN que se venden por estar con tipos con dinero, hacen de todo por conseguirlo.
Rosana frunció el ceño.
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-Con esa boca tan sucia y la facilidad para desprestigiar a las chicas de la UN, seguro alguna te rechazó y por eso quedaste tan ardido, ¿verdad?
Esther no pudo evitar reírse.
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Capitulo 1115
-¿Cómo supiste? Su exnovia era de la UN, hasta se le declaró a varias, pero nadie le hizo caso.
-¿Ves? Eso solo demuestra que las chicas de la UN sí saben elegir.
Rosana lo dijo con una sonrisa sarcástica, lo que terminó de enfurecer a la madre y al hijo.
La mujer apuntó con el dedo a Esther, gritándole:
-¡Mira nomás, muchachita!, ¿ya te pusiste en contra de la familia?
Esther la enfrentó sin miedo.
-Tía, no estoy mintiendo. Mi amiga ya tiene novio. El que no deja de molestar es mi primo, que no conoce la vergüenza.
-Tú… tú… -la mujer ya no encontraba qué decir y volteó hacia Rosana-. Bah, una muchacha que ya tiene novio, ¿qué presume? Para mí, eso es rebajarse, ni siquiera sabe respetarse.
El joven asintió, con una sonrisa desdeñosa.
-Así es. Yo sí soy exigente, no quiero nada usado, solo chicas limpias, sobre todo si ya vivieron con alguien, menos. Esther no pudo contenerse más.
-¿Y tú qué, primo? ¿No llorabas por vivir con tu exnovia? ¿Ahí sí no te importaba? Y tú también ya viviste con alguien, ¿o sea que tampoco vales?
El joven la miró con desprecio.
-No es lo mismo, yo soy hombre, no se compara.
La mujer le dio la razón.
-Así es. Para nuestra familia, que él sea hombre, pues no pierde nada.
Esther sentía la rabia a punto de explotar. Se volvió hacia Rosana, disculpándose.
-Perdón por esto. Mejor ve a comer, ¿sí?
Rosana asintió, ya no quería seguir con esa discusión absurda. No valía la pena incomodar más a Esther, sobre todo porque era el cumpleaños de la abuelita de la familia.
Pero la mujer no estaba dispuesta a dejarlo pasar.
-¿A dónde crees que vas? Nos insultaste. ¿No deberías pedirnos disculpas?
Esther le respondió, alzando la voz.
-Tía, usted también la insultó a ella.
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