Capítulo 1112
-Entonces, mejor vámonos ya.
Dionisio asintió. Era evidente que Rosana no quería ver a nadie de la familia Lines.
Después de todo el juicio, Rosana ya no se molestaba en disimular su desprecio hacia ellos.
Gerardo parecía incómodo.
-Rosana, te lo juro frente a nuestros padres. Algún día voy a ser un buen hermano, de verdad.
Rosana bajó la mirada, su voz sonó apagada:
-Pero yo ya no necesito un hermano.
Apenas terminó de hablar, se dio la vuelta y se fue.
Dionisio se paró justo enfrente de Gerardo, mirándolo con una intensidad que cortaba el aire.
-Ustedes deberían saber muy bien todo lo que le hicieron durante estos años. No es algo que se borre con un par de frases.
-No intento borrar nada, solo quiero aclarar las cosas con ella. Señor Jurado, le pido que no se meta.
Dionisio soltó una risa seca.
-¿De verdad quieren enmendar las cosas? ¿Ya le preguntaron a ella si está dispuesta a recibir su disculpa? ¿O todas estas supuestas compensaciones solo son para que ustedes puedan dormir tranquilos?
Las palabras de Dionisio cayeron como piedras, directas y punzantes.
Gerardo ni siquiera supo qué responder. Sabía perfectamente qué quería Rosana, pero no podía aceptar que su hermana lo rechazara.
Aunque fuera una mínima oportunidad, él todavía quería quedarse cerca de ella.
Gerardo se dejó caer en un banco, frustrado.
-Román, dime, ¿qué hacemos? ¿Cómo logramos que la pequeña nos perdone?
Román miró la espalda de Dionisio mientras se alejaba.
-Ese tipo sí que es una piedra en el zapato.
Si Dionisio no hubiera estado, Rosana jamás habría crecido tan rápido ni la familia Lines habría terminado tan arrinconada. Gerardo también asintió.
-Yo también creo que ese Jurado es un estorbo. Siempre se atraviesa en todo. Pero es el señor Jurado… no podemos darnos el lujo de hacerlo enojar.
El Grupo Lines estuvo a punto de quebrar y todo fue gracias a él.
Román dejó ver una sonrisa casi helada.
-No hay nadie tan intocable. Al final, la gente es más frágil de lo que parece.
Gerardo giró para mirar a Román, sintiendo un escalofrío por esa sonrisa tan inquietante.
Recordó los secretos que había descubierto en la isla y no pudo evitar advertirle:
-Román, Rosana es nuestra hermana. Sé que tienes tus métodos, pero no puedes usarlos con ella, ¿me oíste? ¡Con ella no! Román pareció distraído, pero luego su expresión cambió y sonrió con ternura, mirando la vieja foto en blanco y negro de sus padres.
-No te preocupes, ella es mi hermana. Siempre voy a cuidarla.
Jamás permitiría que Rosana sufriera ningún daño.
Cuando Gerardo vio el cambio en la ov—` `
Capítulo 1112
La relación con Rosana ya estaba lo suficientemente rota como para echarle más leña al fuego.
Por su parte, Rosana y Dionisio se alejaron del cementerio. Ella no podía evitar sentir el corazón apretado.
Poco después, Dionisio detuvo el carro frente a la escuela.
Era fin de semana y el lugar estaba vacío.
Rosana se quedó mirando el edificio, confundida.
-¿Por qué venimos aquí?
-Pensé que tal vez te gustaría volver a ver el lugar.
Al ver la escuela, Rosana no pudo evitar recordar la enfermería.
Miró a Dionisio y preguntó:
-¿Viniste a trabajar como doctor aquí solo por mí?
Dionisio, bajo su mirada inquisitiva, se sintió un poco incómodo. Forzó una pequeña sonrisa.
-Si.
-¿De verdad estudiaste medicina?
-Sí. Mi mamá biológica falleció por una enfermedad, así que quise aprender medicina. Pero después ya no seguí ese camino.
Dionisio apagó el motor.
-¿Quieres entrar a ver?
-¿Pero cómo? Está cerrado.
Dionisio la llevó por una puerta lateral y, como si fueran dos adolescentes traviesos, se colaron sin que nadie los viera. Rosana llegó a la enfermería y vio la mesa donde tantos recuerdos se apilaban. Ahí hacía su tarea, y Dionisio siempre la regañaba porque decía que era distraída.
En aquellos días, sentía miedo e inseguridad, pero con Dionisio a su lado, todo parecía encontrar solución.
En esta vida, él la trataba incluso mejor que en la anterior.
Dionisio la sacó de sus pensamientos:
-¿En qué piensas?
Antes de que Rosana pudiera responder, Dionisio la jaló para esconderse. Ella giró el rostro y vio a alguien pasando cerca.
Los dos, tan juntos que sentían la respiración del otro, se quedaron en silencio, compartiendo el pequeño secreto de estar en un lugar prohibido.
Capitulo 13
Capítulo 1113
