Capítulo 18
Aunque Vanessa nunca hablaba de la familia Sánchez con él, el abuelo sabía que esa familia no la trataba bien.
Vanessa sintió el cariño del anciano y su corazón se llenó de calidez. No tenía la intención de ocultarle la verdad, así que le contó al abuelo que había roto relaciones con la familia Sánchez. -¿Qué? ¡Alejandro, ese desgraciado, se atrevió a tratarte así! ¡Le voy a dar su merecido! -exclamó el abuelo, poniéndose de pie de repente. Al ver que no había nada más que pudiera lanzar de la mesa, Vanessa se apresuró a detenerlo.
Ella le dio unas palmaditas en la espalda, temiendo que se alterara demasiado-. Abuelo, por favor, no se altere.
-Ya me fui de la familia Sánchez y he encontrado a mi verdadero padre.
El abuelo respiró aliviado al escuchar la primera parte-. Me alegra que te hayas ido, esos tontos de la familia Sánchez no valen la pena.
Sin embargo, al escuchar el último comentario, se puso alerta-. ¿Tu verdadero padre?
Vanessa asintió-. Sí, es Emilio.
El abuelo le acarició la cabeza con una expresión un poco más seria.
-Querida, si la familia Leyva no te trata bien, recuerda que siempre puedes volver a casa. Yo siempre seré tu respaldo, mi hogar siempre será el tuyo -dijo, sin intentar persuadirla de que regresara, consciente de que Vanessa tenía sus propias decisiones.
Durante años, Vanessa había sido lastimada profundamente por Alejandro y había desarrollado un fuerte anhelo por el amor. El abuelo, aunque preocupado, esperaba que la familia Leyva no rompiera su corazón como lo hizo la familia Sánchez.
-Gracias, abuelo.
Con los ojos llenos de lágrimas, Vanessa se lanzó a los brazos del abuelo. Sabía cuánto deseaba ese testarudo viejo que ella estuviera a su lado. Que él aceptara que ella permaneciera en Nueva Alameda era simplemente porque no pudo convencerla de lo contrario. Dado que se veían con poca frecuencia, Vanessa decidió quedarse esa noche para no decepcionarlo. Llamó al mayordomo de la familia Leyva para informarle.
No mucho después, su celular sonó. Al ver que era un número desconocido, Vanessa lo ignoró. Pero cuando volvió a sonar, esta vez respondió.
-¿Dónde estás? -preguntó una voz masculina, con un tono calmado pero con un rastro de ansiedad.
Vanessa reconoció la voz de Emilio y se sorprendió. ¿Cómo había conseguido su número?
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¿Estaría preocupado por ella? Vanessa rápidamente descartó la idea y después de un momento respondió-. Esta noche tengo un asunto y no regresaré.
Añadió-. Ya le informé a Quirico.
Al final, no respondió directamente a la pregunta de Emilio.
Al otro lado, la casa vacía se sentía inusualmente silenciosa. Emilio, sentado en el sofá, se sintió extrañamente incómodo. Durante la última semana, cada noche al llegar a casa, encontraba a la joven viendo televisión en la sala o veía la luz de su habitación en el segundo piso. Pero esa noche, por primera vez, la casa estaba sumida en una oscuridad y silencio que le resultaron dificiles de soportar, así que decidió llamarla.
Al notar que Vanessa evitaba responderle, Emilio sintió una inexplicable pérdida, junto con una preocupación que ni siquiera él mismo había reconocido.
Después de un rato sin escuchar nada, Vanessa estaba a punto de colgar cuando Emilio preguntó- ¿Cuándo vuelves?
-Mañana.
Con eso, ambos guardaron silencio y Vanessa colgó.
De repente, recordó cómo era antes con la familia Sánchez. Alejandro a menudo no regresaba a casa, y aunque ella no volviera en una semana, nadie se molestaría en llamarla. Su bienestar nunca le importó a nadie. Ya se había acostumbrado a eso.
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