Capítulo 16
La aparición de Vanessa fue una sorpresa total para Emilio.
Ante esta inesperada situación, Emilio tenía sentimientos encontrados.
Al principio, cuando Vanessa se le acercó, no le creyó. Sin embargo, después de que el resultado de la prueba de paternidad confirmara que efectivamente era su hija biológica, Emilio, aunque le resultó difícil de aceptar, tuvo que obligarse a reconocer la verdad.
Fue hasta ese momento que Emilio realmente comprendió cuánto le debía a su hija.
Él la trajo al mundo, pero no pudo protegerla como debía.
Después de la escuela, a las cinco de la tarde, Vanessa buscaba el auto de la familia Leyva cuando se sorprendió al ver un conocido auto negro.
-Deja de buscar, hoy el chofer no pudo venir -dijo Emilio mientras bajaba del auto con pasos largos.
Vanessa se quedó mirando, atónita, cómo él se acercaba.
-¿Por qué viniste? -preguntó Vanessa, intrigada, aunque no lo mostró en su expresión.
Aunque la última vez Emilio la había llevado a cenar, Vanessa no creía que él hubiera venido simplemente para recogerla de la escuela.
Después de todo, recordaba claramente lo reacio que él había sido al conocerla por primera
vez.
-Hoy el chofer tuvo un imprevisto y yo estaba disponible -Emilio respondió con una expresión que se tensó por un breve momento, evitando la mirada de Vanessa de manera discreta.
Vanessa asintió, sin sospechar.
Una vez en el auto, Emilio rompió el silencio:
-Más tarde vamos a actualizar tus documentos de identidad.
Era algo que Emilio había decidido antes de venir.
Vanessa detuvo sus movimientos, intentando comprender a Emilio.
-¿Por qué?
Estaba más que consciente de lo difícil que había sido para él aceptarla al principio.
Emilio, al notar que ella recordaba su primer encuentro poco agradable, sintió un leve remordimiento.
-Al principio, no pensé que realmente fueras mi hija biológica -explicó Emilio.
Vanessa entendió su intención.
-¿Quieres cambiar mi nombre? -preguntó, recordando que probablemente no había tenido una vida fácil con la familia Sánchez.
Vanessa negó con la cabeza.
Había llevado ese nombre toda su vida y no quería cambiarlo.
Emilio, suponiendo que Vanessa todavía tenia algún apego por la familia Sánchez, no insistió
más.
Al llegar al lugat, Emilio completó rápidamente todos los trámites, todo transcurrió sin contratiempos.
Vanessa observó cómo su nueva información de identidad se añadía a la página de Emilio.
Ahora ya no era simplemente Vanessa.
Ahora era Vanessa Leyva.
Tras concluir los trámites, Vanessa pensó que regresarían directos a la casa de la familia Leyva, pero Emilio la sorprendió al dirigirse directamente a un centro comercial.
-¿No vamos a casa? -preguntó, confundida.
-Vamos a comprarte ropa decente -Emilio contestó, mirando con desdén la ropa de Vanessa, una sudadera descolorida y unos jeans desgastados.
Por un momento, sintió el desprecio en su mirada.
Miró su atuendo humilde y reconoció que, en efecto, parecía bastante pobre.
Después, Vanessa siguió a Emilio a una tienda de ropa de marca.
Una vez adentro, Emilio, con un gesto amplio, ordenó que le trajeran todas las novedades de la tienda sin que Vanessa tuviera que probarlas, lo cual, en cierta manera, era conveniente.
Vanessa le echó una mirada de soslayo, pensando que ese estilo de gastar dinero sin preocuparse le quedaba muy bien a Emilio.
Después de recorrer varias tiendas, repitieron el mismo patrón, lo que a Vanessa le resultó sorprendentemente cómodo.
Sin embargo, al pensar en la cantidad de dinero gastado en toda esa ropa, sintió un pinchazo en el corazón.
Todo ese dinero, si hubiera sido para ella, no podía imaginar cuánto la habría hecho feliz.
Durante su tiempo con la familia Sánchez, solo se había ocupado de deshacerse de Celeste y no había tenido tiempo ni para pensar en cómo ganar dinero ni en su carrera. Además, Isabella, la madre de Celeste, nunca le dio ni un centavo, y ahora no tenía ni mil pesos en su bolsillo.
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