Capítulo 15
Jimena y Celeste eran viejas conocidas, crecieron juntas en el mismo barrio. Sin embargo, Jimena y Vanessa nunca se llevaron bien desde que eran niñas. Y ahora la situación era aún
peor.
Al ver la expresión furiosa de Jimena, Vanessa soltó una risita.
-¿De qué te ríes? -Jimena se sintió como si hubiera golpeado una almohada.
Vanessa observó cómo Jimena contenía su enojo, y en su mente no pudo evitar criticarla. “Siempre tan tonta como antes, qué inútil, enojándose tan fácilmente“.
-Eres una eterna número dos, y aun así te das el lujo de preocuparte por nosotras -dijo Vanessa, sin piedad alguna-. Mejor vuelve a estudiar y trata de deshacerte de esa fama de eterna segundona.
Jimena odiaba que la llamaran “eterna número dos“; le hervía la sangre. Sin embargo, al recordar los rumores en el foro de la escuela, su expresión se suavizó un poco.
-Vanessa, tú has hecho tantas cosas malas que ya te echaron de la familia Sánchez -replicó Jimena con un tono amargo-. No pasará mucho tiempo antes de que te expulsen del Colegio Nueva Alameda. Estoy ansiosa por ver cómo te caes.
Jimena se sintió aliviada después de decirlo.
Vanessa mantuvo una sonrisa tranquila en su rostro.
-Sin la familia Sánchez, sigo siendo quien soy. Y no me van a expulsar. Eso es seguro.
Sin la familia Sánchez, Vanessa sabía que solo podía mejorar. En su vida pasada, había estado tan centrada en proteger a la familia que nunca pensó en sí misma, renunciando a muchas cosas. Nunca le importaron los honores o logros; solo deseaba ese afecto familiar que apenas existía.
Sin embargo, todo lo que ella valoraba o no valoraba, Celeste lo obtenía fácilmente con solo fruncir el ceño. ¿Por qué?
En esta vida, Vanessa quería tanto la reputación como el éxito.
Era mediodía, y el sol brillaba intensamente afuera. Pero dentro de la oficina del presidente del Grupo Leyva, la temperatura era tan baja como el hielo.
Emilio, fuera de sí, lanzó al suelo todo lo que había sobre su escritorio, y los documentos que sostenía se esparcieron por el piso. Su rostro mostraba una sombría ira.
-¿Cómo se atreve la familia Sánchez? -gruñó Emilio.
Creía que ya era lo suficientemente despiadado, pero Alejandro, ese desgraciado, lo superó al enviar a una niña de once años a la Isla de la Serpiente Dorada. Siempre pensó que la familia
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Capitulo 15
Sánchez solo había enviado a la niña al extranjero, y de no ser porque notó algo extraño en su comportamiento durante una comida reciente, nunca habría descubierto la verdad.
La Isla de la Serpiente Dorada era un lugar sin ley, cuyo simple nombre infundía terror. Estaba lleno de suciedad, violencia, sangre, y transacciones ilegales. Un paraíso para los ricos, pero un infierno para los desamparados.
Cualquiera que entrara allí no salía vivo o quedaba destrozado; menos aún una niña.
Emilio no podía imaginar cómo la niña había escapado de ese lugar.
Incluso él, un adulto, sentía miedo solo de pensar en ese lugar.
Sergio, viendo a su jefe perder los estribos por primera vez, maldijo para sus adentros a la familia Sánchez y se armó de valor para seguir informando.
-La señorita escapó de allí a los catorce años, pero no pudimos averiguar nada sobre lo que le pasó después.
Sergio reflexionó un momento antes de añadir:
-Tal vez alguien se encargó de borrar cualquier rastro de su vida en el extranjero.
Emilio asintió.
-Sí, si alguien realmente borró el pasado de Vane en el extranjero, nos será muy difícil descubrir algo.
-Está bien, puedes retirarte.
Una vez solo, Emilio se acercó a la ventana y encendió un cigarrillo. Provenía de una familia infeliz y no tenía planes de casarse ni tener hijos en esta vida.
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