Capítulo 13
Su hija se había convertido en la hija de Emilio.
Al darse cuenta de esto, Alejandro sintió un dolor sordo en el pecho.
No sabía por qué, pero de repente recordó a Vanessa cuando era niña.
En ese entonces, Alejandro no tenía ni dinero ni conexiones. Acababa de iniciar su negocio y los proyectos que su empresa asumió resultaron en grandes pérdidas, dejándolo con una deuda enorme. Pasó mucho tiempo en una etapa de decadencia.
Durante el punto más bajo de su vida, conoció a Vanessa.
Ese día había bebido mucho en un bar y, de camino a casa, se encontró con Vane.
La pequeña, de apenas tres años, vestía ropas raídas y parecía una pequeña pordiosera, pero levantó la cabeza y lo llamó.
-Papá.
Los ojos de la niña brillaban intensamente, como si contuvieran un universo entero de estrellas. Alejandro nunca había tratado con niños tan pequeños, y por eso se detuvo sorprendido.
-Niña, yo no soy tu papá –dijo con un tono extremadamente serio.
Vane lo miró fijamente, con una madurez que no era propia de su edad.
-Entonces, ¿puedes ser mi papá?
Para que él le creyera, Vane continuó diciendo:
-Mi papá dice que soy un gasto inútil, por eso me odia. Quiero cambiar de papá, ¿puedes ser tú mi papá?
Las palabras infantiles de la pequeña relajaron un poco la tensión que Alejandro había acumulado en ese tiempo.
-Niña, te estás pegando a mí -dijo, encontrando la situación algo divertida.
Sin embargo, no tomó en serio las palabras de la niña.
No fue hasta que estaba cerca de su casa que se dio cuenta de que Vane lo había seguido todo
el camino.
-Niña, ¿me has estado siguiendo todo este tiempo?
Vanessa asintió con la cabeza.
-¿No sabes que eso es peligroso? -Alejandro adoptó un tono raro en él, uno de seriedad.
-¿Dónde vives? Te llevaré a casa.
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Capitulo 13
Vane, percibiendo su enojo, murmuró una dirección con voz apagada.
El callejón estrecho estaba lleno de basura, y un hedor a desagüe impregnaba el aire. Vane vivía en un edificio de apartamentos en ese lugar.
-Esta es mi casa -dijo Vanessa mientras tocaba la puerta.
La puerta se abrió poco después, y antes de que Alejandro pudiera reaccionar, un hombre empujó a Vane hacia afuera de una patada.
El hombre gritó mientras lo hacía:
-¡lnútil! ¡Dame el dinero!
Vane, como si estuviera acostumbrada, rápidamente se levantó del suelo y sacó varios billetes de diez pesos de su bolsillo, entregándoselos al hombre.
-¿Solo esto? -el hombre parecía insatisfecho y levantó una silla del umbral para lanzársela a
Vanessa.
Alejandro se apresuró a intervenir y le dio un fuerte puñetazo al hombre en la cara.
-¿Qué te pasa? ¡Es tu hija! -gritó Alejandro, señalando con furia al hombre.
-¿Qué hija? Esa es solo una inútil -el hombre, cubriéndose la cara, escupió con amargura.
Al final, no pudo dejar que los dos entraran.
Alejandro no tuvo el corazón para devolver a la niña a ese hombre. Más tarde, gracias a la policía, descubrió que la pequeña había sido secuestrada por él.
Sin otra opción, se la llevó a su casa.
Pero él estaba en la ruina, sin un centavo y con deudas que lo ahogaban. Apenas podía permitirse comer fideos instantáneos, y esa situación no era adecuada para criar a un niño.
-Vane, ¿quieres un nuevo papá y mamá? -preguntó Alejandro, abrazando a Vane con suavidad.
Vane se quedó en silencio, sin decir una palabra.
Alejandro asumió que ella estaba de acuerdo.
Al día siguiente, comenzó a buscar una familia adoptiva, listo para entregarla.
Pero cuando salió, Vane se fue.
Cuando Alejandro regresó a casa, ella no estaba. Desesperado, buscó por todas partes.
Cuando finalmente la encontró, Vane llevaba una bolsa de plástico grande llena de botellas y
cartones.
Su rostro estaba sucio como el de un gatito.
Al verlo, sonrió y corrió hacia él con rapidez.
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Sus grandes ojos, claros como uvas, lo miraban con devoción.
-Papá, mira, sé cómo ganar dinero. No soy un gasto inútil.
Diciendo esto, le metió en la mano varios billetes de diez pesos arrugados.
Esos billetes arrugados se sentían calientes en su mano, y Alejandro tuvo que tragarse la reprimenda que estaba a punto de soltar.
Debería haberlo sabido. Vane era muy inteligente y sensible. Desde el momento en que tuvo la intención de dejarla ir, ella ya lo había percibido.
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