Capítulo 1095
Al ver la actitud de Maurino, Rosana no pudo evitar preguntarse por qué ese hombre insistía
tanto en ver a Leonor.
¿Acaso Maurino ya se había enterado de algo?
Julio intervino con voz firme:
-Por más que venga a verte, nada va a cambiar. El examen de paternidad ya demostró todo lo que había que demostrar.
Rosana notó que la expresión de Maurino cambió varias veces, como si estuviera calculando algo en su cabeza. ¿Será que, al descubrir que el niño no era de la familia Lines, ahora él tenía que enfrentarse a algún problema?
Sin embargo, a quien más se le notaba la preocupación era a Miranda. Su cara palideció, y los músculos de su mandíbula se tensaron visiblemente.
Ella sabía muy bien que, con las pruebas que se habían presentado, la naturaleza de su caso
cambiaba radicalmente.
Tadeo se encargó de cerrar la sesión con un resumen contundente. Dejó claro que el
comportamiento de Miranda había sido cruel y malicioso, y recomendó que se le sentenciara a la pena de muerte.
Al escuchar esas palabras, Miranda sintió que la sangre le abandonaba el cuerpo. Si no fuera porque alguien la sostenía, seguro se habría desmoronado ahí mismo.
Hasta hacía poco, ella pensaba que, en el peor de los casos, solo la condenarían a cadena perpetua. Estaba resignada a pasar el resto de su vida tras las rejas, pero nunca imaginó que la familia Lines realmente la querría ver muerta.
Desesperada, Miranda volteó hacia su hija y suplicó:
-Ayúdame, por favor. Haz algo, busca una solución.
Lourdes, con los ojos enrojecidos, asintió:
-Mamá, te juro que voy a intentar lo que pueda.
Pero Keira, sentada en la silla con los brazos cruzados y la mirada perdida, no dijo ni una palabra.
Lourdes se giró, llena de angustia:
-Hermana, ayúdanos. Eres la única que puede hacer algo.
Keira respondió, seca y cortante:
-A ver, ¿no eras tú la que hace rato prometió que iba a resolverlo todo? ¿Ahora resulta que quieres que yo lo arregle? ¿Crees que soy el genio de la lámpara mágica o qué? Lo que te toca
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a ti, resuélvelo tú.
Keira ya no tenía fuerzas para seguir cargando con responsabilidades ajenas. Sentía que ya había dado todo lo que podía dar.
A Lourdes le dolió esa indiferencia. Murmuró, casi temblando:
-¿Entonces para qué te criaron nuestros papás todos estos años? Desde chiquita, mamá siempre te dio todo lo que pedías.
Sin pensarlo, Keira extendió la mano y apretó el cuello de Lourdes:
-Si tan agradecida estás, ¿por qué no te mueres tú por mamá?
Lourdes cayó al suelo de golpe, gimiendo de dolor.
Entre lágrimas, Lourdes empezó a gritar pidiendo ayuda. Óscar Guzmán corrió hacia ellas dudar, jaló a Keira para separarlas:
y,
sin
-¿Estás loca o qué? ¡Esto es un tribunal! ¿Quieres que te arresten aquí mismo?
Lourdes, todavía sollozando, se escondió detrás de Óscar, buscando protección.
Keira soltó una carcajada amarga:
-Me da igual que me atrapen o no. Mi vida ya está hecha pedazos, así que no cambia mucho.
Luego miró fijamente a Lourdes y agregó:
-No vuelvas a preguntarme qué hacer. Mamá ya fue arrestada y de ahora en adelante, tu vida es tu problema. Si tanto te gusta quedar bien con papá y su gente, entonces ¿para qué vuelves a buscarme?
Lourdes bajó la mirada, sintiéndose descubierta. Sabía que su hermana tenía razón, pero no se
atrevió a contestar nada más.
Lo que acababa de pasar le dejó claro que Keira, con esos ojos llenos de furia, era capaz de todo.
El juez anunció un receso. El veredicto final todavía tardaría un poco en salir.
Entre llantos y gritos, Miranda fue escoltada fuera de la sala.
Mientras tanto, Maurino se volvió hacia Julio, con el rostro tenso:
-Tráiganme a Leonor. Necesito verla en persona, quiero preguntarle todo de frente.
Julio frunció el ceño y le respondió:
-Cuando termine la audiencia y se dicte sentencia, te la traigo. No hay prisa.
Por ahora, no iban a dejar que Maurino averiguara nada más sobre Leonor.
Aun así, Maurino no parecía dispuesto a rendirse. Seguía insistiendo en verla, cada vez más ansioso,
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Julio trató de tranquilizarlo:
-Mira, aunque el niño no sea de sangre Lines, no vamos a tomar represalias contra Leonor. De hecho, vamos a darle una compensación en efectivo.
Claro, Leonor ya había fallecido, así que ese dinero nunca llegaría a sus manos.
Aun así, Julio pensaba asegurarse de que Leonor tuviera un buen lugar para descansar, cumpliendo así la promesa que le había hecho a Maurino.
Pero Maurino seguía con cara de fastidio. Rosana, que lo observaba de cerca, le preguntó:
-¿Por qué tanta urgencia en verla? ¿Acaso hay algo que nos estás ocultando?
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