Capítulo 1094
Rosana miró con una expresión cortante, sin rastro de compasión en sus ojos.
-Pues esta vez, se van a quedar con las ganas.
En cuanto inició la audiencia, Miranda Montes fue escoltada a la sala vestida con el uniforme de detenida. Caminaba con la cabeza agachada, la piel tan pálida que parecía a punto de desmayarse. Su aspecto era incluso más deteriorado que la última vez.
En el instante en que Miranda alcanzó a ver a Flora sentada entre el público, se le descompuso la mirada. El miedo le cruzó el rostro; la voz le salió temblorosa y fuerte al mismo tiempo.
-¿De verdad piensas dejarme hundida? ¡Flora, hemos sido amigas durante tantos años!
Flora la observó desde su asiento, impasible. No pronunció ni una palabra. En el fondo, guardaba sus fuerzas para lo que venía: debía exponer ante el juez cómo su mejor amiga la
había envenenado.
Miranda forcejeó mientras la escoltaban, pero tras un par de advertencias serias del oficial, terminó por sentarse en el banquillo de los acusados, sin chistar. No levantó la mirada; temblaba de pies a cabeza, como si aguardara que el mundo se le viniera encima.
Desde la primera fila, Keira asistía al espectáculo con una mezcla de perplejidad y ansiedad. Por dentro, algo no le cuadraba.
-¿Qué rayos está pasando aquí? -refunfuñó para sí-. ¿Será que mi mamá todavía esconde algo más?
A su lado, Lourdes Montes también se rascaba la cabeza, inquieta.
-Oye, hermana, ¿tú sabes si mamá hizo alguna otra cosa de la que no nos enteramos?
-¿Y yo cómo voy a saberlo? -le soltó Keira, con el tono cortante de quien ya perdió la paciencia-. No creo que sea nada bueno, eso sí.
Sus dudas no tardaron en despejarse. Apenas arrancó el juicio, Tadeo se puso de pie y soltó la bomba: acusó a Miranda de haber envenenado a Flora. No solo eso, sino que presentó pruebas
contundentes.
El doctor principal, el mismo que Miranda había convencido para ayudarla, se presentó en la sala. Frente a todos, relató con detalles cómo Miranda le había dado instrucciones para
envenenar a Flora.
Keira se quedó helada. Las palabras del médico le retumbaban en los oídos. Lourdes, todavía más impactada, no soltaba la mano de su hermana.
-¿Qué vamos a hacer ahora? -preguntó Lourdes, con la voz quebrada.
Keira miró fijamente a su madre, que seguía cabizbaja, encogida en el banquillo como si
Capítulo 1094
quisiera hacerse invisible.
-¿Qué vamos a hacer? Nada: Que asuma las consecuencias -masculló Keira, sin piedad-. Ella solita se metió en este lío. ¿O quieres que vayamos a pagar por ella?
Jamás se le había pasado por la cabeza que su madre fuera capaz de algo tan ruin. Ahora todo tenía sentido. Por eso Flora la había mirado antes como si fuera una extraña.
Si Miranda no hubiera cometido todas esas atrocidades, la familia Jurado no habría dado la espalda, la familia Montes no estaría arruinada y Keira misma no sería ahora una paria. Un resentimiento nuevo empezó a crecerle en el pecho, y por primera vez, le guardó rencor
también a su madre.
Cuando llegó el turno de Flora para testificar, se paró frente al juez y relató, sin titubear, cómo Miranda planeó y ejecutó el intento de envenenamiento. Miranda, desesperada, levantó la cabeza y suplicó con lágrimas en los ojos.
-¡No fue mi intención! ¡Yo… yo estaba fuera de mí, no sabía lo que hacía!
Pero Flora jamás volvió a mirarla. El día que se enteró de la traición de su mejor amiga, ahí terminó esa amistad para siempre.
El siguiente en pasar al estrado fue Maurino Quiroga. Sin embargo, el abogado defensor de Miranda intentó desacreditarlo, alegando que Leonor estaba embarazada de Benito y que eso nublaba el juicio de Maurino.
Tadeo no dudó en sacar el as bajo la manga: presentó un examen de paternidad. Según el documento, el bebé que esperaba Leonor no era de Benito.
Maurino se quedó boquiabierto, como si le hubieran dado un golpe en el estómago.
-¿Ese niño no es de la familia Lines? Entonces, ¿de quién es? -balbuceó, incapaz de asimilarlo.
Julio, desde la otra esquina de la sala, soltó una carcajada burlona.
-Pues de la familia Lines no es, eso te lo aseguro. Nosotros también nos enteramos hace poco que Leonor nos mintió todo este tiempo.
Maurino parpadeó, aturdido, pero enseguida se repuso.
-¡Quiero ver a Leonor! Que la traigan aquí ahora mismo.
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