Capítulo 1084
No esperaba que Flora se diera cuenta tan rápido del envenenamiento.
Miranda soltó una risa burlona. -¿Qué eso de que me has cuidado todos estos años? ¡Por favor! Siempre has estado manipulando las cosas para eclipsarme. Si no fuera así, habría sido yo quien se casara con el padre de Dionisio, y la que estaría en esta situación tan lamentable serías tú.
Era Flora quien le había arrebatado todo, y ahora encima venía a burlarse de ella.
Dionisio, que estaba al lado, intervino: -Mi padre nunca te quiso, de hecho, te detestaba. Sabía perfectamente de todas las cosas que hiciste y las tretas que usaste.
Miranda no podía aceptar lo que oía.
-¿Cómo puede ser?
Miró a Flora con incredulidad. -Seguro que tú fuiste la que habló mal de mí frente al padre de Dionisio, ¿verdad? Yo me pregunto por qué, si al principio fui yo quien tuvo la cita con él, al final terminó eligiéndote a ti. Tú eres la amiga traicionera, me quitaste todo.
Flora escuchó esto sin cambiar mucho su expresión.
Con una mueca de desdén, respondió: -¿De verdad crees que te quité todo?
-¿Acaso no es así?
-No, en realidad, siempre has sido mediocre, ni destacas por tu apariencia ni por tus habilidades, te crees mejor de lo que eres y lo quieres todo, pero eres demasiado autoritaria. Cuando no consigues lo que deseas, recurres a trucos sucios.
Miranda, visiblemente alterada, replicó: -¡Eso no es cierto! Yo soy mejor que tú, ¡fuiste tú quien manipuló las cosas!
-A estas alturas, no tiene sentido seguir discutiendo. Pero debo decirte que hay pruebas contundentes de que envenenaste. En tres días se llevará a cabo el juicio, y yo testificaré. Con todas las acusaciones en tu contra y tus fuertes motivos para cometer el crimen, el juez seguramente dictará pena de muerte.
Flora, con un tono ligero, añadió: -El próximo aniversario de tu muerte, iré a visitarte.
La cara de Miranda palideció de inmediato. -¿Cómo puedes hacerme esto? ¿Quieres condenarme a muerte con tus propias manos?
Flora la miró fijamente, con una expresión de odio. -Tú fuiste la que intentó matarme. Si te atreviste a hacer algo así, deberías haber estado preparada para enfrentar las consecuencias. ¿No es así?
-¿Por qué quieres vengarte? Estoy en esta situación por tu culpa. ¡Me lo debes! No hice nada malo. Además, ya descubriste todo y no moriste.
Miranda estaba visiblemente nerviosa, no quería morir.
Flora la observó con frialdad: -Eres un caso perdido. Al menos, después de aclarar las cosas hoy, no tendré más remordimientos.
Flora se levantó y se dio la vuelta para irse.
Miranda gritó desesperadamente: -¡Regresa! ¡No puedes irte así! ¿Por qué me haces esto? ¡Eras mi mejor amiga! ¿Qué haré sin ti?
Pero Flora no se detuvo ni miró atrás.
Con la cabeza erguida, Flora salió del lugar, ignorando los gritos desesperados de Miranda.
Rosana, que había estado observando, miró a Miranda con desdén. -Tener una amiga como tú es una verdadera desgracia.
Miranda, incluso en sus últimos momentos, seguía diciendo tonterías y pretendía aprovecharse de la bondad de Flora.
Con un semblante lleno de resentimiento, Miranda le gritó a Rosana: -¡Todo esto es culpa tuya! ¿Por qué no moriste en ese accidente de carro?
Si Rosana hubiera muerto, nada de esto habría sucedido.

