Capítulo 1074
-Keira, estás completamente loca. Si la familia Montes sigue así de obstinada, solo se hundirá más. Espero que cuando lo pierdas todo, no te arrepientas.
-¿Qué puedo perder ahora? Ya no tengo nada -respondió Keira, visiblemente alterada—. Mi mamá siempre fue inocente, no estoy equivocada.
-Estás desquiciada.
-Sí, lo estoy. Y si yo no puedo estar bien, no dejaré que ustedes lo estén.
Con una sonrisa de satisfacción, Keira se dio la vuelta y se fue, seguida por Lourdes, que dudó un momento antes de seguirla.
Rosana, llena de ira, exclamó:
-No me conformo con una condena de cadena perpetua. Quiero que pague con su vida por lo que le hizo a mis padres.
Dionisio la miró con determinación:
-Así será.
Tadeo también intervino, asegurando:
-Rosana, confía en mi habilidad. No te dejes influenciar por los rumores. He pasado por esto antes en juicios. Aunque pueden tener un impacto, no pueden contra la evidencia contundente. Rosana suspiró con amargura:
-Pero, ¿no es verdad que es difícil que se dicte la pena de muerte?
Ella había estudiado las leyes y sabía que alguien como Miranda, que no encajaba en la categoría de criminal extremadamente peligroso, tenía pocas probabilidades de ser
sentenciada a muerte.
Además, dado que el caso ocurrió hace tantos años, reunir pruebas ya era una tarea complicada.
Sin mencionar la relación entre Leonor y Benito, todo eso lo complicaba aún más.
En ese momento, Julio se acercó:
-Rosana, no te preocupes tanto.
Rosana levantó la mirada hacia sus hermanos de la familia Lines, y finalmente se dirigió a
Benito:
-¿Ahora estás satisfecho?
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Capítulo 1074
Benito, sintiéndose culpable, no podía creer en qué había desembocado todo esto. Se arrepentía de haber permitido que Leonor quedara embarazada de su hijo.
Bajó la cabeza, incapaz de responder.
Alonso intervino:
-Rosana, no puedes verlo de esa manera. Desde el principio, la probabilidad de una pena de muerte era baja. El hecho de que Miranda reciba un castigo ya es un logro.
-Eso es lo que tú quieres, no lo que yo quiero -respondió Rosana con desdén.
Román se acercó con calma:
-No te preocupes, no importa cuál sea el veredicto, el culpable pagará. Te lo puedo garantizar.
Rosana lo miró sorprendida. ¿Qué planeaba hacer?
Esa declaración no solo era para Rosana, todos los presentes la escucharon.
Román no parecía tener ningún reparo. Mirando a Rosana, añadió:
-Por ti, haría lo que fuera necesario. No es algo tan complicado.
Dionisio se interpuso entre Rosana y Román, mirándolo con desdén:
-Guárdate tus malas ideas.
La expresión de Román se llenó de desprecio:
-¿No dejas que otros hagan lo que tú no puedes?
-¿Crees que lo que haces es honorable? No permitiré que la arrastres contigo.
La ira de Dionisio era palpable; Román no era de fiar.
Alonso, sintiéndose ofendido, comentó:
-Señor Jurado, Román tiene razón. Todo esto es para cumplir con lo que Rosana desea, ¿qué
tiene de malo?
-¿Cómo que todo esto es por Rosana? -la ira de Dionisio se encendió.
Se acercó a Alonso y Román, exigiendo:
-¿Luego van a echarle toda la culpa a ella, diciendo que fue por su bien? ¿Cuándo dejarán de usar el chantaje emocional?
La expresión de Román se desmoronó.
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