Capítulo 1066
-No es algo sorprendente -dijo Rosana con un toque de sarcasmo en los ojos-. Pero supongo que el niño no será de Melvin Guzmán, ¿verdad? Si fuera cierto, Leonor podría ascender
gracias a su hijo.
-Eso sería un sueño. La madre de Melvin no es una persona sencilla de tratar. En las grandes familias, los niños nunca son algo preciado, y mucho menos un hijo ilegítimo.
Rosana recordó a la madre de Melvin, ciertamente una mujer con recursos y habilidades.
-El mal se enfrenta con el mal, supongo.
-Dejemos de hablar de estas personas. Casi olvido el asunto importante. Román dijo que se irá una vez que termine el juicio. Si para entonces el tratamiento de tu mamá no ha terminado, tendrás que regresar con él.
Rosana terminó de hablar y, como esperaba, vio a Dionisio fruncir el ceño, claramente mostrando desacuerdo.
Dionisio reflexionó antes de responder:
-Lo veremos en su momento.
-Eso mismo le dije. Quizás para entonces tu mamá ya no necesite de su tratamiento. En casos de envenenamiento, con un antídoto debería bastar.
Dionisio pensaba lo mismo, pero sabía que Román probablemente tenía otras intenciones.
Román no ayudaría tan fácilmente sin mencionar las condiciones.
Ahora que decía querer regresar a la isla, solo estaba tanteando terreno.
Dionisio tenía muchas cosas en mente, pero no quería preocupar a Rosana, así que decidió no compartir sus pensamientos con ella.
Planeaba hablar con Román en privado.
No quería que Rosana tuviera que sacrificarse en el proceso.
-Bueno, ya te pasé el recado. Me voy -dijo Rosana, mirando la hora.
-Te acompaño.
-No es necesario, vine en carro.
A pesar de lo dicho, él la acompañó hasta el ascensor.
Ambos quedaron en silencio.
Rosana levantó la vista, viendo sus reflejos en la puerta del ascensor, sintiendo el ambiente algo incómodo.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Rosana entró.
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Se quedaron frente a frente, sin decir nada, hasta que las puertas comenzaron a cerrarse.
En el último instante, Dionisio metió la mano para detenerlas.
Las puertas se abrieron de nuevo, y Rosana se sobresaltó. ¿Qué quería hacer?
-¿Vas a la escuela o al apartamento? -preguntó Dionisio desde la puerta.
-A la escuela.
Generalmente regresaba a la escuela cuando no tenía nada más que hacer, ya que en el apartamento estaba sola.
Rosana se quedó perpleja. ¿Era eso lo que quería decir?
Dionisio retiró la mano lentamente, y esta vez las puertas del ascensor se cerraron sin problemas, aislando sus miradas.
Por alguna razón, Rosana sintió que podía respirar aliviada.
Al salir del hospital, miró hacia atrás y vio la figura alta y erguida de Dionisio en el pasillo.
La noche era profunda y no podía distinguir sus rasgos faciales.
Solo sabía que él la estaba mirando.
Rosana apartó la vista apresurada, su corazón latiendo con fuerza.
Dionisio observó cómo el carro de Rosana se alejaba, con una leve sonrisa en los labios.
Hilario se acercó a él:
-¿Ya hicieron las paces?
-No preguntes tanto.
Hilario levantó una ceja:
-Eso significa que no.
Dionisio apoyó una mano en el marco de la ventana:
-Despacito. Tenemos mucho tiempo por delante.
Miró hacia afuera y vio a una mujer siendo detenida de manera torpe a las afueras del hospital. Hilario frunció el ceño:
-¿No es esa Keira? ¿Cómo se atreve a aparecer aquí?
-Échala -ordenó Dionisio con frialdad.
Hilario se remangó la camisa, dispuesto:
-Déjame encargarme.
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Capitulo 1066
Llevaba tiempo aguantando a la familia Montes.

