Capítulo 1045
Rosana, casi por instinto, apartó la mano de Dionisio y se alejó diciendo:
-No andes toqueteando, eso se llama ser un patán.
Dionisio, a regañadientes, retiró su mano.
-Vamos -dijo, mientras sus dedos lentamente se cerraban, aún sintiendo el suave roce de la piel de Rosana.
A medianoche, Rosana y Dionisio se dirigieron juntos a un hotel.
Tadeo ya había obtenido los resultados, o mejor dicho, había colaborado con el hijo de Samuel para conseguirlos. En ese momento, lo que más temía Keira era la represalia de Samuel.
Al entrar en la suite, Rosana y Dionisio se encontraron con el hijo de Samuel. A simple vista, se notaba que era de la misma calaña que su padre.
Óscar miró a Dionisio y comentó:
-Ya tenemos su ubicación. He enviado gente para buscarla.
Dionisio asintió, lo que permitió que Rosana también respirara con alivio. Sin embargo, observó a Samuel acercarse a Dionisio con una sonrisa complaciente:
-Sr. Jurado, esta vez he sido de ayuda, ¿verdad?
-Lo tendré presente -respondió Dionisio-. Espero que en el futuro haya oportunidad de
colaborar con Samuel.
Al mencionar solo a Samuel, Dionisio dejó claro con quién tenía intenciones de trabajar.
Samuel, satisfecho con la respuesta, dijo:
-Con la palabra del Sr. Jurado, me quedo tranquilo. Me retiro por ahora.
Su misión estaba cumplida, y si lograban encontrar el donante de riñón, Dionisio le debería un gran favor.
Samuel sonrió ampliamente, agradecido por la oportunidad que le había brindado la ingenua
Keira.
La puerta de la habitación se cerró de nuevo.
-¿Dónde está Keira? -preguntó Rosana.
-Está adentro, con manos y pies atados. Se nota que le tiene mucho miedo a la familia Páez. No tuvimos que hacer gran cosa para que hablara -respondió Óscar con un tono que denotaba
cierta incomodidad.
-¿Pasó algo más? -indagó Rosana.
-Esa mujer incluso intentó seducir a Samuel para escapar. Si no hubiéramos estado presentes,
1/2
19:05
probablemente lo habría logrado, porque Samuel es todo un mujeriego -respondió Tadeo lentamente.
Rosana guardó silencio por un momento antes de entrar en la habitación contigua. Allí encontró a Keira amarrada a la cama. La mujer, con su largo cabello negro sobre las sábanas blancas y un vestido provocativo, mostraba su figura atractiva.
Keira, al escuchar pasos, habló:
-Samuel, ya te dije todo lo que sé… ¿Cómo que eres tú?
Al ver a Rosana, su expresión cambió drásticamente.
Rosana, de pie al lado de la cama, dijo:
-Al verme, deberías saber qué está pasando aquí.
De repente, Keira comprendió la situación y apretó los dientes.
-¿Me engañaron entre todos? ¿Dónde está Dionisio? ¡Quiero verlo!
-Está afuera, pero no vendrá a verte -respondió Rosana.
-Rosana, bruja, ¿qué le dijiste? ¡No te despegas de él!
Keira deseaba con todas sus fuerzas poder hacerle daño a Rosana, pero su rostro pronto mostró orgullo.
-Rosana, en el fondo, él todavía se preocupa por mí. Si no, ¿por qué aceptaría venir al hotel?
Rosana, con una mirada serena, le contestó:
-Cuando le llamaste, tenía el altavoz encendido. Todos escuchamos lo que dijiste.
Keira quedó petrificada ante esta revelación y luego su rostro se deformó de furia.
-¿De veras permitió que escucharas?
-No solo yo, había varias personas presentes aclaró Rosana.
Keira trató de levantarse, pero sus ataduras lo impedían.
-Rosana, ¿estás muy orgullosa ahora? Admito que perdí.
-No me siento orgullosa, solo lamento que te hayas hundido así. Además, entre tú y yo nunca hubo competencia. Él nunca te quiso.
212

