Capítulo 1021
Rosana jamás pensó que Samuel insistiría en preguntarle.
Después de entregarle el menú al gerente, respondió: -Todo esto lo organizó el señor Jurado
antes.
Al oír esto, la expresión de Samuel se hizo aún más cordial: -El señor Jurado sí que consiente a la señorita Lines. ¡Toda la familia Lines es tan destacada, es envidiable!
Alonso, al escuchar esas palabras, se sintió un poco ufano: -Rosana es tan talentosa porque la familia la crió bien, de lo contrario, ¿crees que estaría donde está ahora? Samuel, la sobreestimas, ¿qué tan impresionante puede ser una chiquilla?
Román intervino: -Alonso, no hace falta que menosprecies para elogiar. Si la hermana menor es talentosa, pues es talentosa, no hay nada de malo en admitirlo.
El rostro de Alonso se endureció un poco: -Solo me preocupa que alguien se vuelva arrogante, así que le bajo un poco los humos.
A Rosana no le importaron esos comentarios.
Al ver los nuevos platos servidos, recordó las veces que venía a comer aquí con Dionisio.
No esperaba que hubieran actualizado el menú; los nuevos platos eran los mismos que solía comer de niña, y los sabores le resultaban nostálgicamente familiares.
Rosana apretó los cubiertos con fuerza, viendo los platos en la mesa, se perdió en sus
pensamientos.
Román le sirvió un poco de comida: -¿Por qué no comes, no te gusta?
Gerardo comentó desde un lado: -Rosana, recuerdo que esos eran tus platillos favoritos cuando eras pequeña. Parece que el señor Jurado se esmera en complacerte con estos
detalles.
Román frunció el ceño: -Pero aun así, el tipo de la familia Jurado engañó a nuestra hermana. Un par de gestos no borran lo que hizo antes.
Gerardo asintió: -Román tiene razón, nuestra hermana no se deja engañar tan fácil. Hay muchos tipos en el mundo, ¿no podrías encontrar uno mejor que ese de la familia Jurado?
Román míró a Rosana: -Hermana, después del juicio, ¿qué piensas hacer?
-Seguir estudiando, no tengo otros planes.
Rosana se guardó una cosa: alejarse completamente de la gente de la familia Lines.
La comida terminó rápido, y Rosana no quería quedarse más tiempo. Dejó los cubiertos y se dispuso a irse.
Román se levantó al ver esto: -Te llevo de vuelta.
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pués.
falta, vine en mi carro.
se Rosana, los demás también se pusieron de pie.
con gesto complaciente, dijo: -Entonces, por hoy lo dejamos aquí, nos vemos
Al salir del reservado, Rosana vio que Keira estaba afuera sin haberse ido.
Miranda bajó de un carro y se acercó apresuradamente, dirigiéndose primero a Samuel: -Tomás, ¿no habíamos acordado esto? ¿Cómo puedes echarte para atrás ahora?
Miranda pensaba que ya había ganado, que no iría a la cárcel.
‘ero no esperaba que Tomás, ese sujeto, se arrepintiera, ¿cómo podía ser?
Samuel, un poco fastidiado, respondió: -¿Qué haces aquí otra vez? Ya le dejé claro a tu hija que nuestro trato era para evitar que la familia Montes quebrara. No prometí ayudarte con
tras cosas ilegales.
Miranda, como si estuviera fuera de sí, con los ojos encendidos, gritó: -¡Maldito! ¿Te acuestas con mi hija y ahora no quieres asumir la responsabilidad?
Samuel la apartó sin miramientos, sin darle ni un poco de consideración: -¿Acaso no dije que ne casaría con ella? ¿No es eso suficiente?
-¡No es lo mismo! Esto no es lo que habíamos acordado.
Samuel, con una sonrisa burlona, respondió: -Si ustedes, la familia Montes, madre e hija, quieren retractarse, pues adelante.
-¡Pero mi hija te dio su primera vez! ¿Cómo puedes retractarte?
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