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Cuando el amor murió 28

Cuando el amor murió 28

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Capítulo 28 

Aitana no se sorprendió por la actitud distante de Cristóbal, pero tampoco tenía fuerzas para intentar conciliarse con él. En el fondo, no sentía haber cometido error alguno

De todos modos, lo único que me queda con Cristóbal es la responsabilidad, pensó mientras observaba el perfil enfurruñado del niño a través del reflejo de la ventanilla

La presencia de Cristóbal en el vehículo la disuadió de mencionar el tema del divorcio con Rodrigo. Aquel tipo de conversaciones no debían ventilarse frente a los pequeños, por dolorosas que fueran las circunstancias

Eran aproximadamente las seis de la tarde, justo en el apogeo del tráfico en Puerto Azabache. Lo que normalmente tomaría media hora se extendió hasta convertirse en un trayecto de una hora completa. En medio del tedioso avance entre automóviles, surgió el imprevisto

Rodrigo recibió una llamada. Aitana, al percibir cómo su expresión se transformaba y adoptaba un tono de voz que jamás había empleado con ella, supo inmediatamente quién se encontraba al otro lado de la línea: Guadalupe

-No te preocupes, voy para allá ahora mismo -dijo Rodrigo al colgar

Luego, con absoluta indiferencia, miró a Aitana y sentenció

-Surgió un imprevisto, no puedo ir a la casa vieja esta noche

Aitana sintió un escalofrío recorrer su espalda al intuir lo que aquello significaba

-¿Qué quieres decir? -preguntó con inquietud apenas contenida

-Le pediré al chofer de la casa vieja que venga por ti

Sin más explicaciones, Rodrigo ordenó a Salvador, el conductor, que detuviera el auto. Cristóbal, visiblemente preocupado por la señorita Guadalupe, exclamó que quería acompañar a su padre. En cuestión de segundos, Aitana se encontró obligada a descender del vehículo, mientras el auto se alejaba llevándose a padre e hijo

Aitana permaneció inmóvil bajo el viento helado, contemplando cómo el automóvil desaparecía entre el tráfico, sintiendo cómo su corazón se congelaba por completo ante semejante desplante

Tras aquel momento de estupor, extrajo su teléfono con manos temblorosas para solicitar un taxi que la llevara de regreso a casa. No tenía la menor intención de presentarse sola a cenar en la casa de los Macías

No deseaba enfrentar a la familia en ese momento tan vulnerable

Justo entonces, su teléfono vibró insistentemente. Era su suegra quien llamaba

Apenas respondió, la voz indignada pero cálida de la matriarca Macías llegó hasta ella

-¡Ese Rodrigo, qué malcriado es! ¿Cómo se le ocurre dejar a su esposa tirada a medio camino

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¡Con el frío que hace! Cuando regrese le voy a dar una buena regañada, ¡se va a enterar

Tras desahogar su indignación, continuó con tono apremiante

-Aitana, busca un lugar para resguardarte. No te quedes parada en el frío. Voy a buscarte en 

este momento

Aitana se alarmó ante la idea

-Mamá, no te preocupes, yo puedo… 

Intentó explicar que regresaría a casa y podrían reunirse otro día, pero su suegra ya había finalizado la llamada

Escuchando el tono de desconexión, Aitana no pudo evitar experimentar una mezcla de frustración y ternura. Comenzaba a sospechar que esta costumbre de colgar abruptamente era una peculiaridad heredada en la familia Macías

Sin embargo, su suegra era fundamentalmente distinta a Rodrigo; rebosaba de genuina preocupación. Era, sin duda, quien más calidez le había mostrado dentro de aquella familia

Aitana conocía perfectamente la determinación de su suegra. Si había decidido buscarla personalmente, nada la haría desistir hasta encontrarla

Temiendo que pudiera pasar de largo, decidió aguardar en el bordillo de la acera, expuesta al frío pero visible

Mientras esperaba, su teléfono vibró nuevamente. La notificación que apareció la desconcertó por completo

Era un mensaje de Aarón, aquel cliente que había conocido pocos días atrás. Le había enviado una invitación digital para una cena familiar de los Lavalle, dirigida exclusivamente a ella

Aitana quedó sumida en confusión. ¿Cómo era posible que desconociera la existencia de aquella reunión de los Lavalle

Considerando la estrecha relación entre ambas familias, los Lavalle estaban perfectamente al tanto de su matrimonio con Rodrigo. Una celebración de tal índole naturalmente debería incluir a la pareja, y la invitación tendría que haber llegado a Rodrigo con anticipación. Sin embargo, ella no había escuchado ni una palabra al respecto

¿Por qué Rodrigo había omitido toda mención sobre aquella cena? 

Aunque, pensándolo fríamente, siempre se había esforzado por mantener en las sombras su existencia como esposa legítima, y ahora que Guadalupe había regresado, resultaba lógico que evitara presentarla en eventos sociales

Recordando cómo Rodrigo la había abandonado tras recibir la llamada de Guadalupe, Aitana esbozó una sonrisa gélida

Sin embargo, algo no encajaba. Ella carecía de vínculos cercanos con la familia Lavalle, y Vicente siempre había representado una figura problemática. ¿Por qué Aarón, quien en el 

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rancho ni siquiera había querido revelar su verdadero nombre, ahora la invitaba personalmente a una celebración tan exclusiva? ¿Qué pretendía conseguir con ello

Incapaz de descifrar sus intenciones, optó por la vía directa. Sin titubear un segundo más, Aitana marcó su número

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Status: Ongoing Type: Native Language: Spanish

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