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Cuando el amor murió 21

Cuando el amor murió 21

Capítulo 21 

Esa noche, Aitana concluyó su trabajo en el estudio y condujo de vuelta a la residencia de los Macías, llevando consigo el acuerdo de divorcio impreso. Renata, su confidente, había consultado con un abogado especialista en divorcios para ayudarla a redactar un documento personalizado que se ajustara a su situación matrimonial. A pesar de que algunas cláusulas aún requerían ciertos ajustes, Aitana ya no podía postergar más lo inevitable. Después de la partida de Rodrigo y los demás aquella tarde, había contactado a Renata y obtenido el borrador del acuerdo, determinada a discutirlo esa misma noche en la casa familiar

Al llegar, solo encontró al personal de servicio. El reloj marcaba más de las diez y tanto Rodrigo como Cristóbal brillaban por su ausencia. No era difícil imaginar dónde podrían estar. Sin embargo, Rodrigo había prometido regresar esa noche, y Aitana decidió concederle una última oportunidad de cumplir su palabra. Declinó cortésmente la sopa de pollo que Jimena le ofreció para reconfortarla y se acomodó en el sofá de la sala, dispuesta a esperar

-Señora, sus maletas… 

Jimena supuso que Aitana regresaba de algún viaje de trabajo y se extrañó al no ver su equipaje

-Solo vine a hacer un trámite -respondió Aitana con aire distraído, mientras se colocaba los auriculares para visualizar los últimos desfiles de la semana de la moda internacional en su teléfono

Aquel escenario representaba la cumbre a la que cualquier diseñador aspiraba, y ella no era la excepción. Quienes llegaban a ese nivel eran creadores de las marcas más prestigiosas del mundo, dictando las tendencias más innovadoras del momento. Su absorción era tal que no percibió cuando el reloj de la sala anunció la medianoche. Rodrigo y Cristóbal seguían sin aparecer

Fatigada de aguardar, Aitana decidió llamar a su esposo. Transcurrió un tiempo considerable antes de que atendiera, y cuando finalmente lo hizo, su tono denotaba frialdad y molestia

-¿A estas horas? ¿Qué pasa

Inmediatamente, escuchó la voz de Guadalupe en segundo plano

-Rodrigo, ¿qué tal me veo con este pijama

La comunicación se interrumpió al instante. Aitana ni siquiera tuvo oportunidad de reaccionar; la llamada apenas había durado treinta segundos. Momentos después, apartó el teléfono y dejó escapar una risa cargada de amargura

Durante el día, Rodrigo se había negado a concederle media hora para conversar, y ahora ni siquiera disponía de un minuto para escucharla. Para él, cualquier asunto o persona resultaba más relevante que Aitana. Las promesas que le hacía podían quebrarse sin consecuencia alguna. Quizás ya lo anticipaba, o tal vez se había acostumbrado. Aitana no experimentaba tristeza, solo un profundo cansancio y agotamiento. Comprendió que esa noche Rodrigo no 

retornaría, y ella se negaba a continuar esperando

Extrajo del bolso el acuerdo de divorcio que ya había firmado y subió con determinación a la habitación, depositándolo sobre la mesita de noche para que Rodrigo lo encontrara en cuanto llegara. Aún intranquila, instruyó a Jimena, quien la había seguido, que al regresar Rodrigo le recordara la necesidad de firmarlo. Él siempre la ignoraba, así que delegaría en otros la responsabilidad de comunicárselo

Sin aguardar respuesta de Jimena, Aitana, por costumbre, fotografió el acuerdo para conservar una copia de respaldo y abandonó la residencia de los Macías. Jimena, al aproximarse y descubrir el documento en la mesita, se alarmó visiblemente. Sin importarle importunar al señor, intentó contactarlo para informarle que su esposa solicitaba el divorcio. No obstante, tras varios intentos infructuosos, no obtuvo respuesta

-¿Y ahora qué hago? -murmuró Jimena angustiada

Le resultaba imposible establecer comunicación con el señor y temía llamar a la residencia principal. La señora ya enfrentaba problemas de salud, y semejante noticia podría agravar su condición. Aquella noche, Jimena no logró conciliar el sueño

Durante los dos días subsiguientes, Aitana se mantuvo incesantemente ocupada entre sus responsabilidades empresariales y el estudio. Se dedicaba a entrevistar y contratar personal para delegar sus funciones actuales, mientras ultimaba detalles de los vestidos y preparaba meticulosamente su portafolio. Oscar, el joven al que había entrevistado en la cafetería, poseía notables habilidades técnicas. Aitana volvió a contactarlo, pero él declinó cortésmente la oferta, explicando que ya había asegurado un empleo y se preparaba para iniciar en su nueva empresa

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