Capítulo 16
Durante estos años, el círculo de amistades de Rodrigo no había cesado de hostigar a Aitana, colocando obstáculos en cada uno de sus intentos por integrarse. Tras su matrimonio, Rodrigo jamás la presentó formalmente a sus amigos, y a pesar de los constantes esfuerzos de Aitana por ser aceptada en aquel exclusivo grupo social, las burlas y el rechazo la llevaron finalmente a desistir. Desde el principio hasta el final, permaneció como una perfecta extraña en el mundo de su propio esposo.
-Contemplando a distancia aquella escena de camaradería y alegría compartida, Aitana no
logró reprimir una sonrisa amarga, sintiéndose completamente ridícula. Los esfuerzos de siete años de matrimonio habían resultado insignificantes frente al impacto que causaba el simple regreso de Guadalupe en un solo día. Todo lo que Aitana había anhelado conseguir durante tanto tiempo, para Guadalupe resultaba tan sencillo como extender la mano, recibiendo de inmediato lo que deseaba con genuina disposición de quienes la rodeaban. Incluso su propio hijo, a quien llevó en su vientre durante nueve meses, manifestaba hacia esa mujer un cariño y una cercanía que nunca había mostrado hacia su madre.
“Este matrimonio ha sido un auténtico fracaso, una completa burla a mi dignidad“, pensó.
Cuando aquel grupo entró al restaurante privado y desapareció de su vista, Aitana permanecía inmóvil, incapaz de recomponerse. Solo la llamada de Renata la devolvió a la realidad,
haciéndola notar que estaba empapada en sudor frío.
-Ya llegué, ahorita subo -respondió Aitana mientras intentaba normalizar su respiración. Luego, irguiendo la cabeza y ocultando su turbación, abandonó el vehículo y se dirigió al tercer piso del exclusivo restaurante, donde Renata había reservado un salón privado.
Al ingresar, notó que Renata mostraba una expresión sombría en el rostro.
-¿Qué pasa? -preguntó Aitana.
-¡Qué mala suerte! -exclamó Renata-. Ni siquiera podemos comer tranquilas sin toparnos con esa gente. ¿No tienen otro lugar para ir?
Aitana quedó desconcertada y, al indagar más, descubrió que Rodrigo y sus amigos también habían reservado un salón en el mismo piso, justo frente al de ellas. La noticia le arrancó un suspiro de frustración.
Renata, observando la reacción de Aitana, preguntó con cautela:
-¿Y si nos cambiamos de lugar?
Aitana negó con la cabeza.
-¿Por qué tendríamos que hacerlo?
Renata golpeó la mesa con determinación.
-¡Exacto! ¡Ellos son los que se portaron mal, no nosotras! ¿Por qué tendríamos que escondernos?
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15:52
Cuando sirvieron la comida, Renata abordó el tema principal.
-Sobre tu divorcio, ya le pregunté a un abogado especialista y te preparó un acuerdo para tu caso. Ya casi está listo, así que estos días puedes proponerlo. Primero intentemos un acuerdo privado, y si no funciona, vamos a demandar.
Aitana permaneció en silencio unos instantes antes de asentir para indicar que comprendía.
-Además… ya se acerca fin de año -continuó Renata-. ¿Qué vas a hacer para las fiestas?
Al formular la pregunta, Renata disminuyó el ritmo de su comida, consciente de la complicada situación familiar de Aitana. Sus padres, que no dudaron en aprovecharse de ella, prácticamente la habían vendido. Fue gracias a que Aitana consiguió adquirir una casa en Ciudad de la Luna que logró alejarse de ellos. Desde entonces, apenas había mantenido contacto, como si fueran completos extraños.
Ahora que Aitana estaba en proceso de divorcio, regresar a esa casa resultaba impensable.
Renata, notando cómo Aitana se concentraba en la comida sin responder, suspiró y propuso:
-Si quieres, como en los tiempos de la universidad, ven a mi casa para las fiestas. Mi mamá siempre pregunta por ti, dice que te extraña y quiere saber cuándo vas a visitarnos. Te quiere más que a mí, que soy su propia hija….
Aitana no pudo evitar sonreír, sintiendo una calidez reconfortante brotar en su interior. Sí, con el proceso de divorcio, si todo transcurría favorablemente, podría estar concluido antes de las celebraciones. No tendría que presentarse en la antigua residencia de los Macías para las fiestas de fin de año.
Todo debería resolverse sin complicaciones. Con el evidente interés y actitud de Rodrigo hacia Guadalupe, si Aitana planteaba el divorcio, seguramente él lo aceptaría sin mayores objeciones.