Capítulo 11
Regresaron al carro. Renata seguía molesta, y al ver a Aitana absorta en su celular, pensó que estaba triste. Sin pensarlo, se lanzó hacia ella y la abrazó con fuerza.
-Aitana, no te preocupes, todo va a estar bien.
Aitana sintió una mezcla de ternura y gracia al ser abrazada tan efusivamente, pero pronto el dolor en su omóplato se hizo presente, y no pudo evitar soltar un pequeño gemido.
-¿Qué pasa? ¿Te duele algo?
Desde que se había casado, Renata no había visto llorar a Aitana, así que se asustó al instante. Aitana frunció el ceño.
-Nada, es el hombro. Me duele un poco.
Renata se quedó pasmada por un momento, recordando que hacía poco Salvador había estirado su brazo justo hacia la zona del omóplato de Aitana. Con la calefacción encendida en el carro, Renata no dudó en jalar el cuello de la camisa de Aitana y, al ver el interior, sus ojos se llenaron de lágrimas. El área sobre el omóplato de Aitana estaba completamente amoratada. Salvador había entrenado en su juventud, y su fuerza era considerable. Aitana tampoco era débil, pero cuando él la había sujetado, usó tanta fuerza que terminó lastimándola. La piel de Aitana era muy clara, cualquier golpe se notaba demasiado, y ahora el moretón se veía espantoso.
-¡Qué bola de desgraciados! ¡Malditos! ¡Son unos animales!
Renata estaba furiosa. Mientras Aitana todavía no reaccionaba, Renata ya había comenzado a llorar de rabia.
-Ya, tranquila, no pasa nada. Con un poco de pomada estaré bien.
Aitana intentó calmarla, pero al ver que Renata seguía muy afectada, sacó su celular y se lo mostró.
-Mira esto.
Con lágrimas aún en los ojos, Renata miró la pantalla, y sus ojos se iluminaron de sorpresa y alegría.
-¿No que habías borrado las fotos?
En la pantalla del celular estaban las fotos de Rodrigo y Guadalupe en actitudes
comprometedoras que Salvador había obligado a borrar.
Aitana se acomodó el cuello de la camisa y sonrió.
-¿Ya se te olvidó a qué me dedico?
Aunque en un principio estudió computación por Rodrigo, y a pesar de que él no le dio
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importancia, se dedicó a aprender con seriedad. Ahora, era toda una experta en la materia, capaz de recuperar fotos sin dificultad.
Renata se quedó boquiabierta.
-¡Claro! ¡Eres increíble, amiga!
Renata, evitando el omóplato de Aitana, se acercó con cuidado y se restregó en sus brazos. Sabía que Aitana no disfrutaba de la carrera de computación, que la había estudiado por Rodrigo, solo para que él no lo valorara. Pero siempre había admirado a su amiga. Que algo que no te guste lo domines hasta ser una experta, ¡qué cosa!
-No te preocupes, aunque con esto no sea suficiente, haré todo lo posible. Puede que no sea especialista en divorcios, pero aunque tenga que pedir ayuda a mis profesores, te voy a conseguir un divorcio impecable. ¡No les voy a dar tregua a esos desgraciados!
Renata se golpeó el pecho asegurando, con furia en los ojos:
-¡A ese tipo ya no lo necesitamos, el siguiente será mejor!
Aitana sonrió, intentando ignorar el dolor punzante en su corazón, aunque le preocupaba.
-Pero lo que dijo Salvador hoy, tus proyectos…
Renata hizo un gesto desdeñoso con la mano.
-Si no puedo defender a mi mejor amiga, no merezco ser abogada. Mejor regreso y me encargo del negocio familiar.
Aitana sabía que Renata lo decía para tranquilizarla. Ser abogada había sido el sueño de Renata desde siempre. No era algo que fuera a dejar así nomás. No por nada, siendo de familia acomodada, había trabajado tan duro para llegar donde estaba. Pero después de lo que había dicho, rechazar su ayuda sería un insulto, y Renata se enfadaría.
Aitana le acarició la cabeza a Renata y dijo con una sonrisa.
-Entonces cuento contigo, y ya decidí volver al diseño artístico. Si es necesario, te contrataré como mi abogada personal.
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