Capítulo 277
Camila dejó de hacer la farsa y reveló su verdadera identidad: jella es Sofía!
¿Camila era pues Sofía?
A Ana le pareció como si le hubieran dado un golpe en la cabeza; su mente de repente se detuvo, incapaz de procesar.
¿Camila es en serio Sofía?
Ella y Elena casi recorren toda la Universidad del Futuro buscando a alguien con quien hacer amistad, y resulta que la persona era Camila, jesa mujer tan poco agraciada!
El destino parecía estar jugando una cruel broma.
Ana no quería creerlo.
Elena también estaba paralizada, incapaz de moverse.
En ese momento, Camila sonrió y dijo: -Ana, escuché de mi primo que querías ser mi amiga. ¿ No eras muy habladora hace un momento? ¿Por qué ahora no dices nada al verme?
Ahora Camila estaba sentada en el sofá, con la sirvienta Violeta y los guardaespaldas de pie y respetuosos detrás de ella. Ella observaba con una sonrisa burlona la actitud servil e incómoda
de Ana.
Ana apretó los puños, sintiéndose completamente humillada.
Pensó en lo que había dicho frente a la puerta de la familia Guerrero, cuando Camila no había revelado su identidad y la había estado tomando el pelo como a un payaso.
-Sofía, tú…-Elena intentó hablar.
Camila la míró con desdén y dijo:-No te he hablado a ti, ¿quién te dio permiso de intervenir aquí?
Elena se quedó petrificada.
Violeta resopló y dijo:-Elena, tu padre es una rama secundaria e insignificante de la familia Díaz. Hace un par de años, fue a buscar apoyo a la puerta del presidente Alberto, y fue gracias a él que tu padre pudo salir adelante. Tú también eres astuta, te mostraste como la hija ejemplar frente a doña Isabel, y por eso ahora tienes este brillo. ¡Tch! ¡Un palomo que se cree un puto pavo real, una hija bastarda! ¿Qué cára tan dura tienes para atreverte a hablar frente a la señorita Sofía, heredera legítima de la familia Guerrero?
Con esa reprimenda, Violeta desnudó la débil posición social de Elena, dejando su rostro completamente blanco.
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Camila miró a Ana y dijo: -Ah, por cierto, Ana, anoche me diste un bolso de edición limitada.
Violeta le entregó el bolso a Camila, quien lo tomó y lo examinó con desdén. -El bolso está
bonito, pero no me gusta.
¡Pum!
Camila tiró el bolso directamente a la basura.
Ana se quedó rígida, sin saber qué hacer.
Camila la miró con frialdad y dijo: -Ana, mi primo te quiere, quiere casarse contigo, pero eso es asunto de él, no tiene nada que ver conmigo. En mi corazón, solo tengo una cuñada, y esa es Raquel. ¡Nunca podrás reemplazarla! Si pensabas que podías tomar un atajo conmigo, te equivocaste de persona.
Ana se puso blanca como un papel, como si fuera de papel. Camila la había rechazado de forma directa, y le había cerrado el camino hacia la familia Guerrero.
Si doña Isabel no la aceptaba, y si la familia Guerrero tampoco la reconocía, ¿cómo iba a ser la señora Díaz?
Y además, Sofía parecía tener una preferencia tan marcada por Raquel, reconociéndola solo a ella como cuñada… ¿cómo iba a tolerarlo Ana?
-Sofía, ¿no habrá algún malentendido entre nosotras? Seguro que Raquel dijo algo malo de mí. En realidad, puedo explicarlo…-Ana intentó rebajarse, buscando una oportunidad para
luchar.
Camila sonrió con malicia: —Ana, ¿sabes la razon por la qué te llamé hoy?
Ana no tenía idea.
-Porque mi primo me dijo que querías hacerme la pelota, y yo quería ver con mis propios ojos cómo te rebajabas a adular a alguien. ¡Vaya, qué espectáculo tan interesante!
Camila aplaudió con sorna.
Ana apretó los puños, clavando las uñas en su palma, sintiéndose completamente humillada.
Camila había destrozado su orgullo y dignidad.
—¡Vayan y saquen a estas dos de la familia Guerrero!-Violeta dio la orden.
Los guardaespaldas vestidos de negro avanzaron inmediatamente, sujetando a Ana y Elena.
-¡Suéltenme! ¡Camila, soy la favorita de tu primo! ¿Te atreves a ponerme las manos encima? -Ana rápidamente mencionó a Alberto.
Capitulo 277
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Camila se puso de pie, indiferente. -Ana, entiende de una vez, esto es la familia Guerrero, no la familia Díaz. ¡Vayan y echen a estas dos fuera de aquí!
-¡Sí, señorita Sofía!
Antes de que Ana y Elena pudieran resistirse, las arrojaron fuera de la casa con un fuerte “¡
Bam!” Hicieron el ridículo al caer de manera torpe y humillante.
